Los ojos de Buenos Aires

por Cristóbal Zanelli

dibujo por Marcelo Pombo

“Hoy llovió y todavía está nublado”

El recorte del paisaje en mi ventana seguro sea el mismo que hace 60 años. La misma vista, los mismos edificios. Calle Talcahuano al 200, mirando hacia Rivadavia. El mismo que podría haber visto Javier Martínez a fines de los sesenta para empezar a esbozar algún verso en alguna de sus letras. 

“Y yo estoy aquí tan tranquilo, revuelvo mi pelo, me miro los pies”

Javier Martínez fue tan importante como todo el Tango junto para retratar a Buenos Aires. La ciudad melancólica, la ciudad trabajadora, la que no duerme, la del cine, los teatros, la gente, el alcohol y los vicios. La ciudad del tengo una idea, la del conozco a alguien que podría estar interesado

“Para que alguien te pueda amar, nada de eso es importante”

Mi viejo ponía el vinilo de Manal y me interpretaba todas sus canciones en calzoncillos. A veces a capela, a veces con la guitarra. Me miraba y me decía: Escuchá. ¡Qué buena letra! Sí, muy buena, le decía yo con 6, con 7, con 15 y con 25 años. Pasear con mi viejo por Buenos Aires, era un poco pasear con Javier Martinez. Con sus ojos, en esas fotos blanco y negro de un pasado que sobrevive en el centro, en sus cúpulas, en sus pasajes y en los detalles que el viento de los vivos despierta

“Cómo puedo estar tan solo, no hay quién piense en mi”

Me chupa un huevo el rock, me importa que alguien ame a su ciudad, a su país y que logre juntar todas esas postales suburbanas y urbanas. Me gusta que haya habido un poeta tan grande. No importa el reconocimiento, no importa el olvido. ¿Por qué uno quiere hablar toda la vida de lo mismo? Una obsesión con la ciudad, con las personas que la habitan. Hay algunos que cuando cruzamos el puente a Avellaneda nos quedamos para siempre con la imagen del río de aceite, del reflejo de la mugre, de las fábricas abandonadas. De las bolsas plásticas como pulmones desinflados y los camalotes verdes que resisten. Cruzar el puente como una corriente que te suelta la mano de la piedra que agarras y te deja a la deriva. 

“Hoy adivino que me pasa, sí”

Hoy el día parece un tema de Manal. Es un pequeño homenaje del cielo a la poesía que nos dejó. Porque si no hubiese personas que ordenan todo el polvo que vuela, no tendríamos identidad, no sabríamos nombrarnos ni conocernos.  Javier Martínez nos ahorró el trabajo de saber de dónde somos. Y a veces… a dónde vamos. 

“Todo el día me preguntó, para qué vivo así”

Es domingo y tengo que ir a trabajar, dibujando tus solos de batería en la cabeza, fumando, paseando y demorándome de más a propósito. Solo es dinero, solo humo y soledad. 

Pero como dijo Javier: prefiero sonreír. 

 “Esta reflexión solo me sirve para tomarme un café”