El paño de la libertad

En Monte Criollo, Marcela Sinclair convierte la galería Mite en una mesa de juego: un paisaje verde, brillante y precario donde el azar y la economía se confunden con el arte. Flor Cugat conversa con la artista sobre la timba como metáfora de la producción contemporánea, el riesgo de crear sin garantías y la apuesta —a veces mágica, a veces desesperada— de seguir haciendo arte en un país endeudado. Entre dados, naipes y recuerdos familiares, Sinclair revela que cada obra es también una jugada: un intento por cambiar el signo de lo que parece perdido.

El pasado argentino

En Era un lugar azul, Olivia Funes Lastra convierte la escritura en torrente y el recuerdo en instalación nómada. Telas y papeles pintados como ríos líquidos desbordan Ungallery, arrastrando la memoria argentina desde la vera del Sena parisino hasta las orillas del Riachuelo. En su reseña, Camila Fabbri sigue esa corriente íntima y azulada donde lengua, origen y crisis se confunden en una constelación de palabras que no se dejan fijar.

Retratos públicos

En la mirada de Fermín Vilela la iconografía presidencial se vuelve delirio pop y guerra simbólica. Javier Milei se multiplica en óleos, gigantografías y memes enmarcados, entre Napoleón en Fontainebleau y Wolverine de tapa. Este micro-ensayo advierte: no se trata de decoración kitsch ni capricho freak, sino de una estrategia meditada que recicla el viejo culto al líder en clave de cómic libertario. Los símbolos pesan, incomodan, revientan; y en Olivos, hoy, ya están escribiendo una grotesca historia del presente.

Un espejo que se desplaza a lo largo del camino

En Un lugar enorme, Julia Levstein convierte la vereda en escenario y el tránsito urbano en poema. Rosario y Ciudad de México se espejan en frottages, murales y libros gigantes que alteran la escala y desacomodan la mirada. En su reseña, Guadalupe Arriegue sigue esas cartografías mínimas y desmesuradas donde el realismo se vuelve acto de imaginación: un mapa gris, sórdido y enorme, como la poesía y la ciudad.

Entre la erosión y el fulgor

Bárbara Midley se sumerge en la obra visceral de Josefina Labourt para confrontar la estética higienizada del presente. Pieles con pliegues, granos, cicatrices y arrugas se vuelven territorio poético y político, desafiando las retóricas visuales que dictan cómo “debe” ser un cuerpo femenino. Lo grotesco y lo sensual habilitan a Labourt a no representar, sino a performear, invitando a mirar sin filtros, a incomodarse y a recuperar una sensibilidad menos domesticada.