Robarle un suspiro a mi existencia

Por Lupita Baliño

Dibujo de Federico Rubi

La primera vez que ví VIVIR! la muestra de Federico Rubi en Atocha, no sabía aún que iba a escribir algo sobre ella. Llegué a la galería una tarde oscura de mucho frío. Era la primera parada en una tarde noche de gira prolongada.Bajé al subsuelo, dejé la calle atrás y arriba. Me encontré con Federico, que es un gran anfitrión, una de esas personas que sabe albergar una charla. Las personas le hablan, él se dispone a conversar. A su alrededor, 10 pinturas medianas y chicas cuelgan en las paredes.

I. superficies de placer
VIVIR! es una muestra intensa y estimulante pero también es tranquila, digo esto en el sentido de que siento que me pide parar un poquito y sólo mirar las pinturas. En el orden que quiera. Que traslade mi cuerpo y mi mirada de pintura a pintura para ver cómo se mueven esos pliegues, las redondeces, las salpicaduras, colores que parecen los de un atardecer alucinado, formas ondulantes de lengua, río, manos, curvas violetas.
VIVIR! es también -y sobre todo- una muestra sensual, no hay una sola persona que no lo capte. Pero siento que es una sensualidad casi adolescente, traviesa, es como la situación erótica de quien aún no conoce el sexo con une otre pero puede imaginarlo a través de la caricia propia. La pintura más sexual, aquella que causa una media sonrisa en quien la mira con sus frutas y verduras porno soft, tiene su humorada no intencionada en el título: “Es difícil”.

VIVIR! es una muestra que te mete suavemente en ese estado de disponibilidad, intriga y mareo que a veces se encarna al momento de mirar arte.
A diferencia de la muestra anterior de Rubi, MÚSICA, en la que las pinturas parecían tener una presencia más figurativa, un relato en ciernes, o un misterio que se remarcaba por lo que dejaba afuera el encuadre, VIVIR! parece ser simplemente lo que muestra: fragmentos de una emoción traducida en colores, formas, síntesis de una sensación de sensualidad, voluptuosidad, humedad. No hay fragmento en realidad: lo que es, está contenido en sí mismo.

II. la palabra del artista
Federico me cuenta después que convocó a Emmanuel Franco para la curaduría, buscando a alguien que lo acompañe. Yo siento que lo dice encerrando una ternura como si en realidad quisiera decir buscaba a alguien que me tomara de la mano y me llevara. Y Franco cumplió esa expectativa: hizo bien el gesto pensando el fanzine con él, construyendo el hermoso y sugerente texto que lo abre y armando el espacio para mostrar las obras, con esas continuidades e interrupciones que funcionan como un secreto muy armonioso. Otro acto generoso de la curaduría puede ser no decir con un texto de sala lo que debemos ver o esperar de la muestra. Hacer un silencio sobre el sentido, dejar lugar a quien mira para que hile como quiera y pueda las emociones que le despiertan las imágenes.
Un fanzine acompaña la muestra como una parte más: una manito del mismo cuerpo pero en otro formato. El fanzine tiene dibujos de Federico Rubi y textos de Emmanuel Franco, Flavia Da Rin, Ulises Mazzuca y Malena Pizani.
Fede y Emmanuel eligieron textos de artistas que escriben. Entiendo esta decisión como un lugar desde dónde decir y la apuesta a valorizar la palabra de quienes están más familiarizades a pensar y expresar en imágenes, colores, formas. Fede dice algo así como que la palabra del artista es vista muchas veces como un residuo, o algo a domesticar, ordenar, disciplinarse, limpiarse de su cosa radiactiva.
Lo escucho y no estoy segura de qué pienso de esto. Entiendo que dibujar o pintar es sólo otra forma de escribir. La palabra grafía, viene del griego graphikos, que no distingue entre escritura y dibujo. Y al parecer, ese vocablo a su vez viene de la raíz indoeuropea gerbh, que significa rascar, arañar. Me parece lindo pensar que decir es simplemente rasgar, arañar o marcar un sentido, morder, rajar. Encuentro esta frase en un libro que estoy leyendo: “expresar es errar. Todo se dice torcido”. Y coincido, pero el dibujo me parece que le acierta más a la expresión de algo, que la palabra. También dice el mismo libro¹: “la pintura tiene el don de estar fuera de tiempo y de expulsarme también a mí del reloj: la atemporalidad ¿no es acaso lo que buscamos todos?, a veces entiendo los lienzos como conjuntos de lo eterno”. Como no podría decirlo mejor, lo copio.
Para mí que Federico Rubi tiene un romance tormentoso con las palabras. Quiere hablar pero no quiere decir. Quiere que otros hablen pero no por él, no directamente de sus pinturas. Quiere que haya palabras que acompañen sus pinturas pero que sean las palabras de los que no suelen escribir sino dibujar, pintar. Pone títulos a sus pinturas pero no los declara. Si le preguntás, te cuenta que son casualidades: choques azarosos entre sentidos e imágenes. En todo lo que me cuenta detecto una tensión, una lucha entre palabra y silencio (como un lugar donde guardar el sentido o el sinsentido). Al fin que no hay vida sin lucha.
Hace dos semanas que estoy escribiendo esto y volviendo a mirar las pinturas recién descubro la boca debajo de los pelos en la obra Si un día. A mí me parece que son pelos, porque a partir de “descubrir” la boca, me armé una cara. Probablemente no sean pelos ni boca pero así parece el retrato de un fantasma incompleto. Se me figura que hay todo un repertorio de referencias a lo oral en Vivir!, pero vieron como es, yo ya lo ví y ahora no puedo dejar de verlo: la boca, la lengua, los cigarros, la saliva, agua emocional, volutas de humo, otras cosas ondulantes, etc. Todo me lleva a la boca como aparato simbólico y material de la palabra. Pareciera que Fede no quiso decir muchas cosas pero el fantasma de la palabra de alguna manera se le metió en la pintura para que no la olvide.

III. intento decir algo pero la palabra no llega
Fede dice en un texto sobre la muestra que al/le que observa quiere traerle el ánimo de querer decir algo y quedarse callade al mismo tiempo. Ese impulso reprimido, una potencia contenida. ¿No hay un proverbio o una frase de la biblia o un refrán que dice que hablar mucho es de tontos, saber callar es de sabios? Decir la palabra justa es un desafío. Los dibujos y las pinturas creo que nunca son un exceso. Las palabras son fantasmas de lo incompleto. No alcanzan nunca lo que nombran. Por eso a veces es mejor ni hablar. No tener nada para decir, ¡qué alivio!

IV. Gracia y tropiezo.
Todo pasa una sola vez en un mismo momento y vivir es aprender a separar todo.
Hablando con Fede le digo en chiste, que por lo que sentí viendo la muestra pienso que podría llamarse, ¡Simplemente Vivir!, es un malísimo nombre para una muestra pero me trae el interrogante por el sentido de la vida. Pregunta tan antigua, tan humana, absurda e imposible de responder como la de la condición de existencia del arte.
Sobre esta última pregunta Gombrich empieza su Story of Art diciendo: “No existe realmente el arte, solo hay artistas”, y coincido. Pero la vida existe, y también las diferentes formas de vivir.
Algo es seguro estos días por aquí: la vida está difícil. La vida está in-vivible me dice mi amiga Gaby y entonces ¿qué hacemos? Nos armamos refugios y fantasías que son más bien fugas de esta realidad abrumadora. No es fingir demencia: recurrir al sinsentido puede no ser destructor sino vitalista.
¿Qué sentir? ¿Cómo sentir? ¿Qué cosas sabemos que es importante defender?: la imaginación del futuro, la potencia de la bronca, la sensualidad exuberante y abierta de la vida.
¿Se puede andar sin fe? Yo no sé. A mí no me pasa. Pero está difícil creer. No creamos en nada, menos que nada en un artista, pero creamos en el arte. Pongo mi fe y mi confianza en la sensación y en la emoción.
Vivir, simplemente VIVIR! Encontrar un poco de belleza, sensualidad y erotismo en estos contextos del horror, la incertidumbre, la violencia y el temblor. Despertarse cada día para inventar las ficciones que nos sostienen: ¿No es acaso la obra de arte definitiva?

¹ El hermoso libro que estoy leyendo es “Ruth”de Adriana Riva