Todos tus muertos
De la serie Cartas a los muertos (en construcción)
por Malena Pizani
dibujos por Matías Romano Aleman
Carta a Agota Kristoff, escritora húngara nacida en Csisvánd en 1935 y fallecida en Suiza en 2014.
Buenos Aires, junio de 2016
Agota,
Te escribo para contarte que acabo de solicitar una beca de viaje para ir a Hungría a conocer tu pueblo natal. También hablé ya con el primo de mi mamá que vive en Suiza para ir luego a conocer la pequeña ciudad donde viviste tantos años y donde finalmente has muerto.
Con la emoción de imaginar ese viaje mis pensamientos inconscientes y mis deseos y ansiedad se juntaron en una especie de estado epifánico o de ensueño -no estoy muy segura de qué sucedió en realidad-. La cuestión es que pude vivir esta secuencia: yo llegaba en pleno invierno a Csisvánd siendo casi una anciana. Empezaba a vagar por ahí imaginando que iba a encontrar fácilmente el lugar donde naciste. Me parecía una obviedad que cualquier persona del pueblo supiera indicarme dónde habías nacido, cuál fue tu casa y cuál la escuela donde tu padre enseñaba, cuál tu plaza y cuál tu escondite favorito. Cuál era tu secreto. Pensé que al menos encontraría flechas con tu nombre guiando al turista desde la estación del tren hasta una casa en medio de un campo helado. Pero nada de eso sucedía. Por el contrario, no encontraba ni una persona local que conociera tu nombre ni tus libros. Yo hablaba húngaro fluidamente, por lo cual no había lugar para malos entendidos.
Entonces, luego de descartar todas las posibilidades, decidía irme a un bosque típico de ahí (de esos que hay muy húmedos, fríos y musgosos) a recolectar unas ramas y construirte una casa para que nacieras de nuevo y pudieras volver a escribir tus libros. Volverías a usar tus palabras precisas faltándole el respeto al sentimentalismo y volverías a ganar la guerra contra la ornamentación de los episodios más oscuros.
Qué pensamientos tan necios tienes Malena! me dije a mí misma cuando volví en mí. Acaso no tuviste en cuenta que hay obras que deben esfumarse o camuflarse e ir a parar a la historia no restaurada del arte? Obras que tienen que pasar por el olvido para ocupar el lugar que les es propio, ese espacio entre los vivos y los muertos? Acaso no entendiste en ése, tu sueño hollywoodense, que los textos de Agota son un reducto del lenguaje que no debe sobrevivir más que en ruidos extraños, chirridos, roces y respiraciones?
No te preocupes Agota, la casa ya fue destruida.
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Cartas a Gombrowicz (selección, 2017)
17 de mayo:
Hace unos días soñé con personas conocidas del arte y de la farándula.
En uno de los sueños yo viajaba en un tren que parecía europeo, había una mesa entre el otro pasajero y yo. El otro pasajero era ese actor uruguayo de cine que tiene mucho pelo y sus personajes suelen tener un perfil de tipo con el que te podés identificar porque es humano y simple, o algo así. Yo estaba leyendo el prospecto de un medicamento. Él no hacía nada. En un momento aparece un empleado del tren y me dice: “Malena, en unos minutos le van a acercar la Antología sobre el Arte y la Destrucción de la Literatura que editó Leviatán”. Tras escuchar esto, yo abría la ventanilla del tren y saltaba.
3 de octubre:
Leí en tu libro: “…el hombre, en lo más profundo de su ser, depende de la imagen de sí mismo que se forma en el alma ajena, aunque esa alma sea cretina.”
Vos tenés una forma en mi alma -una forma astuta, inmadura como es tu estilo- pero yo no tengo una forma en tu alma. Yo estoy sola.
Sobrevivimos en el alma de los que nos dan forma.
16 de septiembre:
Además de haber muerto de verdad, los años y la fama te han vuelto a matar. Ahora sos un escritor del canon. JaJaJa. Dos veces muerto Witold! Sos mi mejor interlocutor: extranjero, cabrón y cadáver.
Te extraño mucho.
17 de septiembre:
Me asustan las personas, la gente me da miedo. La falta de afectividad hacia los otros y hacia lo que los rodea.
18 de septiembre:
Witold,
No sé absolutamente nada.