El quizás micrófono del General Viudo

(PLUNDERPHONIC MEZZOTINT)

texto y dibujo por Lux Lindner

“No sé si sus llamadas están lejos o cerca,
pues no veo más que montañas que se elevan detrás de otras montañas.
Los gibones aman cantar desde la cadena del Este,
esperando la respuesta de los que habitan en el acantilado del Oeste”

Shuen Ye, S.VII (citado por David Toop en “Océano de Sonido “)

1
Perdón que empiece hablando de la época en que viajaba en avión, pero ya verán que tiene algo que ver lo precedente con lo subsiguiente. En mi último paso por New York, 2019, semanas antes de la pandemia, visito una muestra a la que la gilada del art world de los países serios de por allá da cierta de bola, a saber la Bienal del Whitney Museum. Entre distintos varietales de queja y oprobio puestos en escena me llama la atención la obra de Christine Sun Kim, una artista sonora asiatico-americana sorda de nacimiento. Disfruto especialmente unos dibujos titulados “Degrees of Deaf Rage” que si he de describir de modo expeditivo resultarían algo así como gráficos estadísticos expresionistas que grafican los niveles de enojo de CSK frente a situaciones derivadas de su particularidad auditiva. Lo de “expresionista” es calificación burda y ocasional a falta de otra mejor porque Sun Kim trabaja en gran variedad de medios con lúdica y pragmática contención. Me divertí mucho con esa otra obra suya donde pinceles embebidos en pigmento aglutinado saltan como locos sobre la tela sin intervención manual gracias a unos tremendos parlantes estratégicamente colocados. Sun Kim refiere mucho de su trabajo a la “comunidad de sordos” con la que trabaja de modo frecuente. Para Sun Kim el sonido es un misterio imposible con el que choca y no puede acorralar. Pero puede verlo haciendo saltar unos pinceles.

2
Desembocadura del Río de la Plata, 2022. Ciudad de la Furia. Esquivo los abominables tostados tibios del Bar Británico y llego al Museo Histórico Nacional un día de sol bárbaro buscando objetos rutilantes que me ayuden a “gatillar asociaciones”. Y no me refiero a “objetos temáticos” sino aquellos que en el sentido de cosa-cosa se pueden tocar y pesar.

Cuando entro al edificio del Museo cuidando de que no me dispare ninguno de los cañones del patio noto que sigue una muestra sobre los “años 80” del “rock nacional”. Mhh… esa época donde el rock toma carácter semi-oficial, ¿no? Momento sospechoso en que aún con pelo largo estás habilitado para “hacer patria”; Se exhiben lejos, ya de noche, estruendo, sudor y juventud, ítems como guitarras, amplificadores, grabadores de cinta abierta, artefactos que fueron alguna vez el non plus ultra de fascinación tecnológica. Y ahora, ¡quién te ha visto y quién te ve! El silbato de Miguel Abuelo a metros del artefacto diabólico con que los salvajes impíos unitarios buscaron finar a Juan Manuel de Rosas hacia 1850. 

Y hablando de diabólico; ¿Vieron que no hay fotos de Juan Manuel de Rosas por ningún lado?. No es un tema técnico de época. Se conocen daguerrotipos de un hermano de Rosas que venía una vez al año a Buenos Aires, hay imágenes de afrodescendientes y mazorqueros sin nombre… y de él, que era Gran Capanga de los Territorios del Sur, Defensor de la Fe, Restaurador de las Leyes y no sé cuántos títulos más, pues nada. Juanma evade el impuesto a las sales de plata como el mejor. Para barruntar su apariencia solo tenemos dibujos hechos al tuntún por artesanos de dudosa valía, que no coinciden demasiado entre sí (*). Rozas no es afrodescendiente, ese parece ser el único tema y razón de ser de sus retratos. Pero por lo demás, poca data… Y después se va a Inglaterra, se pavonea ahí por décadas con otros pitucos ¿y nunca una fotito como para ayudar al diseñador de billetes? ¿Nada para las groupies dientudas cachetonas suspiradas en las estancias? Mi sospecha, ya desde hace largo: ¡Rosas no es Humano y por eso no sale en fotos! ¡Ya lo dije, ya lo dije! y volveré sobre esto MUY pronto… Pero debo luchar antes contra fantasmas harto más cercanos; mirando esa fotocopia de 1988 de una muestra de pinturas en el Parakultural me acuerdo a qué vine realmente (a disparar asociaciones) y me dirijo a la sección de “grandes hits del museo”. Son los éxitos seguros de la institución; la ametralladora-estrella de mar antifederal que ya mencioné antes, la urna que guardó los huesos descarnados a punta de cuchillo del apuesto general Lavalle, la máscara mortuoria del Gral. Urquiza (vivo ahora en esa calle)… y entre tanto siglo XIX, entre tanto bordado, nácar y bronce… se recorta de pronto un artefacto extraño y familiar a la vez, escapado casi de la muestra sobre rock, una pelicula de espías o la vitrina de la UTDT en aquel domingo glacial. Un artefacto que combina brillo y reciedumbre, construido por una fábrica de ese país entre Francia y Polonia que se me va el nombre siempre siempre, hostias. El objeto, pues… es un grabador de cinta Grundig TK 23 con su correspondiente micrófono. ¡El bisabuelo de la grabadora de tu celular!.

3
A mi hijito le encanta ver choques de autos en cruces de carreteras y esta semana es el turno de los corchazos vistos desde cámaras del Tesla. El Tesla es el auto eléctrico propiciado por Elon Musk, un chiche nada barato, cualquier reparación son cuatro meses y 20 mil verdes. Me llama la atención en estas colisiones, por la manera en que vuelan fragmentos, que el material de un auto de verdad parezca el mismo que el de un auto de juguete. En fin, si saco el tema es porque imagino el choque de un Tesla contra este grabador TK 23 que tengo delante. ¿Sobreviviría el conductor del Tesla? ¿Y cuánto quedaría del auto? La sensación de solidez del TK23 es abrumadora, visualmente al menos.

Aspecta la tecnología vendible tal como se entendía en los confines de la austeridad posbélica y prehedonista pre-hippie, pre-califormiana; El objeto técnico occidental-secular antes del ácido lisérgico. Gris, crema y cromados truchos, alivio ergonómico para el adulto cis que ya no tiene sexo recreativo pero está orgullos de sus cicatrices. Anyway, investigando en Internet resulta que aunque aparato muy vendido y resistentón la calidad sonora del TK 23 (que se fabrica entre 1962 y 1967) anda en la franja del medio-medio-medio. ¡Resiliencia de la Medianía!.

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Especial mencion al micrófono que hace tándem con nuestro grabador. ¡Sorprendente zigzag morfosemántico!. Por un lado “noble simplicidad” cuasi sacral. La exuberancia celta en camisa de fuerza inoxidable. ¿Era este el micrófono de algún cardenal u obispo? ¿Un cáliz diseñado por Líbero Badii sin limitaciones de presupuesto? ¡Ah, un Alto Puchereo de la Vanguardia Pámpida, alguna vez!. 

Hay algo decididamente evocador en este mighty mike y apunta creo a cierta monumentalidad in vitro. Derecho a sospechar que estamos frente a la maqueta de un proyecto gigantesco, el Fusilado Desconocido cantando desde la fosa común o el Altar Patrioplásmico Definitivo.

Importante que las caras que se repiten en todas direcciones, lo universal, lo ecuménico, el axis mundo metalizado; podría ser punto de encuentro para los habitantes de la Brasilia de Niemeyer, o un arma de invasores del planeta Ulm en el videoclip de Meat Beat Manifesto “Asbesto Leads Asbesto”.

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Pero este grabador y este micrófono, juntos ahora para la eternité como Chiachio-Giannone o Galaxia y Mar, han servido para que se encuentren con un destino otro tipo de unidades biológicas. Por algo está el bichito en un museo y no en Mercado Libre, ¿no?. A éstos dos aparatos sin tímpano ni pulmón les hablaba ÉL. Un Gran Conductor de masas que cuando veía venir el choque en el cruce de carrreteras, se eyectaba. Con ayuda de ellos el magnetismo carismático del Primer Viudo della Nación se transforma en las señales e impulsos que confisca la juventud y voluntad de tantos DNI. Y en el tablero de comandos nacional los adultos diplomados no pueden ya ignorar a ese político con capacidades diferentes, la de entenderse a sí mismo y hacerle creer a los demás que los entiende .


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Pero quien habla a las máquinas desde Madrid (flotan en el cuarto moléculas de saliva del Brujo) está ya más allá de la política como derecho a una butaca. Es más bien un artista sonoro sordo buscando la mejor acústica, que no necesita manos para que sus pinceles manchen el trapito que las groupies de Rozas quieren esconderle. Y lleva en sus oídos la más maravillosa música, independiente ella del tímpano que no se molesta en vigilar; sarabanda que forman las palabras dentro de la picadora de carne. La materia prima de la gobernabilidad es la psicología del perro que sufre por los petardos, no lee novelas ni las escribe y abre puertas pero no sabe cerrarlas.

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A propósito del magnetófono de Juan D. Perón

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* Esta afirmación es una licencia poética del autor. Existen numerosos retratos y pinturas de Juan Manuel de Rosas en varios momentos de su vida, realizados por diferentes artistas, incluidos reconocidos pintores. Muchas de esas obras son parte de la colección de pinturas, retratos y miniaturas del Museo Histórico Nacional. –
Nota aclaratoria del Museo Histórico Nacional

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Este dossier se realiza en el marco de las becas Activar Patrimonio 2021 de la Secretaría de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación.