Arte simultáneo
Por Nina Kovensky
Dibujo por Nina Kovesnky y Daniel Leber
Todos los miércoles a las 23 horas, como un ritual, enciendo la radio que me desvelará o acompañará hasta dormirme. Escucho un programa donde suenan canciones que forman parte de la colección de Rita Pauls. Ella nos habilita el nombre de quien suena, y muchas veces acompaña con la biografía o alguna anécdota que nos sitúa en lo que estamos oyendo. Rita conduce como el cobre, transmite desde su computadora que a veces se queda sin batería, o está de visita en algún espacio alejado de su casa. El Micrófono que usa es el mismo que el de las video llamadas, absorbe lo que ella escucha y al mismo tiempo su entorno; ambulancias, algo que se cae, el coro que Rita le hace a algunos temas que se conoce mucho, saliva entre palabras, el enchufe haciendo falso contacto o el ladrido de su perro. Es como escuchar música de la mano de alguien que escucha canciones y que se apasiona por lo que oye y nos lo presenta. Últimamente siento que la música a diferencia de las imágenes; no tiene toda su fuerza en la primera impresión, sino que encuentra lugar en nuestro afecto por repetición. Durante el cacharro cambia el tiempo, el celular queda lejos, aparece el espacio y la posibilidad de dibujar en compañía remota.
Quiero hacer foco en los Cantos anónimos, mi bloque favorito del cacharro; son el reemplazo de los espacios publicitarios: anuncios catárticos, en los cuales Rita reproduce audios que han sido mandados con este propósito. Ella se despoja de su intimidad durante dos horas por semana para volverse un espacio público, un ágora donde conversar en voz alta, mandar saludos, pedir canciones, hacer alguna reflexión, invocar, entonar o preguntar acerca del clima.
Hasta no participar de los Cantos no lograba ser consciente de esa sed de ronda, de a poco voy tomando confianza para decir distintas cosas. Animo a más amistades a conectarse a la radio conductora porque siento que es un espacio de encuentro valioso, con un feedback lento, con el delay que solían dejarnos las muestras al día siguiente. Con mensajes de aliento, o talentos ocultos de la voz; lo que emanamos decanta en les otres. Esto pasa en el Melódico Cacharro de Amor.
Cada tanto un canto anónimo se entremezcla con otro y genera música, no somos conscientes de quién más está escuchando, pero al cruzarnos por ahí sentimos la complicidad de habernos escuchado. A veces el espacio de cantos anónimos inspira a coros improvisados, motiva a entrar en el unísono de alguna melodía para sonar en breves momentos al aire del internet por alter sapukai.
Quiero agradecerle a Rita por la apertura que tiene para combinar sus frecuencias con otras, por recibir los mensajes y compartirlos en el presente. Y por abrir de manera sonora un espacio de encuentro.