Maxiconsumo DeLuxe 100000

Por Marcelo Galindo

Dibujo de Santiago Paredes

– Ese jarrón que se llama “El grito perfecto de una pandilla salvaje” ¿A dónde apunta ese tit…

– Mirá, esa es una baldosa calcárea, primero le puse el nombre, después hice la baldosa… y en ese sentido no apuntaría a ningún lado; quiero decir, apuntaría hacia si mismo. Alguien tiene un hijo o una hija,  antes de nacer le pone un nombre y resulta que a veces el nombre termina no coincidiendo con la cara, ni con la cara ni con la personalidad. Por ejemplo tiene cara de Arturo y se llama Paco. Y después, como Paco, y más allá de su cara de Arturo, no llega a desarrollar una personalidad acorde a su nombre. Pero acá es distinto, lo que me puse a fabricar es una identidad de rostro sabiendo el nombre y haciendo coincidir perfectamente nombre e identidad del nombre. Igual, lo que produce esa coincidencia, esa perfección de ser la cara para ese nombre, se trata de un pasaje de algo subjetivo a un enunciado que al enunciarse toma la autoridad de algo plenamente objetivo: “El grito perfecto de una pandilla salvaje”.  Pasa con todas las cosas, nos gusten o no nos gusten, por ejemplo con las agrupaciones de estrellas: “Las tres Marías” ¿Quién puede sintonizar con ese nombre cuando es evidente que la única intención de llamarlas así es darles una carga religiosa? Se recontracagan en las estrellas. Sin embargo tod*s las laman así “Las tres Marías”, y además se emocionan -“miraaá como brillan, ahí están, (señala el techo): las Tres Marías ¡Qué noche espléndida ☧ დ!”(*)   No sé. El nombre en sí mismo reconozco que es bastante volado, porque si en la Santísima Trinidad, Dios es un ser único que aparece hipostasiado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, acá tenemos una Trinidad hecha de tres Marías, María como un ser único hipostasiado en el nombre de otras Marías: una María primera, una María segunda y una María Tercera. Tres Marías que hacen al nombre de una sola.

Pero volviendo al título, que era lo que me preguntabas, esa baldosa es para quienes puedan llegar a entender la simetría como algo salvaje. La simetría como algo salvaje  y la repetición de un ícono sobre una pared o sobre una baldosa como un “yo calcáreo” desplegado más allá de toda cosa viviente y capaz de dar identidad a un grupo, a una pandilla, a una marca, a una secta o también a un grupo de estrellas. 

– Claro, pero ¿Cuál es el alcance de ese salvajismo, y cuál es el alcance y límite de esa figura simétrica como incentivo para la ejecución de acciones salvajes?

-Ahí es donde aparecen las calaveras, no es que respondan específicamente a alago, pero pueden servir para ampliar el punto de vista de ese alcance. Calaveras en un modo que voy a llamar, a pesar de su margen de error, Morse. Se trata de una transposición de píxeles. Una traducción y subrepresentación de la muerte que desde mi punto de vista refleja el “yo” muerto del cuerpo muerto mucho mejor que toda imagen clásica o contemporánea. ¿Porque qué cargan esas imágenes clásicas y contemporáneas? Representaciones acerca del horror del traspaso de un aparato complejo, con sus sentidos, sus sentimientos, su “yo” y toda su carga sociocultural  a un aparato simple, calcáreo.  Pienso en el alcance de las siglas de los epitafios QEPD, en esa carga, su significado más evidente es que estar vivo es no tener descanso, es ser demandado socialmente en forma constante hasta incluso después de la muerte con la incitación-exigencia de descansar en paz. ¿Muertos? ¿En Paz? Estas calaveras de píxeles embaldosados en Morse pueden interpretarse así: este aparato aparentemente simple (el calcáreo) vacía la complejidad de otro aparato (el cerebro contenido en el cráneo o el cuerpo entero) mostrando que en realidad era un aparato simple pero cargado de suplementos. Así es que lo inerte finalmente se vuelve activo al develar que este órgano era algo simple que devino imposible a través de dosis y dosis de inyección cultural. Lo primero que se me viene a la mente es una torta. Una torta excedida de suplementos reposteros, muchos aditivos, 

(*)  me pide que cuando desgrabe la conversación agregue estos dos signos al lado de noche espléndida

mucho estrés, muchas orlas, mucha envoltura, veo que eso también es una forma de salvajismo. 

Y el salvajismo de la pandilla es  la apuesta repostera multiplicada, que se podría traducir teatralmente en un -“¿Ah? ¿Querían dulce de leche?”, “¿Les gustaría probarlo en la muerte?”. 

Quiero decir, entonces, que lo que entiende la pandilla salvaje es que la repostería es una forma de salvajismo que se esconde y se expande con  la orla. Transforma orla en exceso repostero y anuncia al cuerpo en su forma calcárea usando como medio al pixel una vez separado de su contexto, el pixel separado de su organización como parte de un todo. Y llegando acá ya no se que más pensar ¿Qué es más complejo: un pixel suelto y salido de su contexto o un pixel como parte de una trama al servicio de la imagen digital? No sé, pero puedo decir que las imágenes digitales no me interesan demasiado, lo que me interesan son los restos, las imágenes extraídas una vez reducido lo digital.

– Que interesante, hablemos un poco de esas imágenes pixeladas.

¿De las imágenes pixeladas, del pixel, de mi pintura o de ese espacio sacro que dejamos en el pasillo central? No se, hablemos de todo junto. Hay algo que pasa entre el pixel, la imagen pixelada que vemos en una pantalla y la transposición de esa imagen pixelada  fuera de la pantalla. El pixel es un organismo unicelular ¿Entendés? Y todo lo que no sea ese organismo unicelular es cualquier cosa menos un píxel, es una representación, y vos sabés que a mí no me gustan las representaciones, lo que me gusta más bien es dejarme representar por las imágenes y entre ellas por las imágenes pixeladas. Después dejarme representar por las calaveras, por los jarrones, por las flores, por las apariencias, por las bachas, por los relojes, por los espacios vacíos, por las alfombras . Al mismo tiempo, de una forma parecida, el pixel es cuadrado pero no es “un” cuadrado, el píxel se deja representar por un cuadrado, así que se superponen dos cosas, lo mismo es para cualquier cosa eh, a ver si se entiende lo que te digo,  para un caldito de sopa, o para una caja de pizza o para cualquier cosa que es cuadrada pero no es “un” cuadrado. Pero “un” cuadrado no es un organismo unicelular, es una figuración que ni bien se plasma deja de ser “un” cuadrado y pasa  a ser “algo” cuadrado. El pixel es material en un plano donde la inmaterialidad es su única posibilidad. No. Mejor voy a decirlo así: Los pixeles están en el limbo; el cuadrado es un modelo, una manera de figurar lo cuadrado. A ver, pará,  hagamos esto: busquemos la definición de “figurar”. Hace poco la busqué y flashée con algo. (Busca un rato en su computadora).

Mirá, esta, la de la RAE… “Figurar: Imitar algo dentro de una ficción determinada.  Los personajes figuran estar yéndose.”. ¡Ah, eso era lo que me gustaba, ese ejemplo, porque  puedo decir  “Los píxeles figuran estar yéndose.”, y del cuadrado diría “El cuadrado está llegando sin llegar nunca a llegar”. Entonces no me queda otra que decirte lo que te digo siempre –“Gracias y perdón”. Perdón por escucharme y gracias por dejarme decírtelo de esta forma: Trabajando con un cuadrado que no llega del todo y píxeles que figuran estar yéndose.

– ¿Y de dónde vienen este tipo de construcciones?

-Posiblemente vengan de acá aunque no sé, tal vez vengan de varios lados al mismo tiempo. En mi adolescencia tenía una casa con patio. El patio estaba recubierto de azulejos con un motivo de Ve- necia y un cartel de Venecia que se armaba entre dos mosaicos. En un momento empecé a sacar de a uno todos los que decían “ecia” y  quedaron solo los que decían “Ven”. La pared quedó llena de mosaicos que decían “Ven”, “Ven”, “Ven”, “Ven”, “Ven”. Media góndola y medio gondolero y al lado de cada mosaico quedaba una laca negra, cuadrada, como un dulce de leche negro.                                       

– Media imagen

-Si, media imagen rodeada de mosaicos blancos y de dulce de leche negro. Después descubrí esto:  los gondoleros en las imágenes de esa época estaban siempre a la izquierda, l*s pasajer*s a la derecha.

-¿Y que significado le das a esa ubicación en la góndola, el gondolero a la izquierda, l*s pasajer*s a la derecha? 

– Ninguno. ¿Qué significado voy a darle? ¿Uno político? Izquierda, derecha, ese tipo de concepción ya no tiene sentido, eso se dijo en los libros de teoría y puede leerse también en alguno de esos diarios online. ¿Es cierto que esa concepción ya no tiene sentido? No se, pero es algo que se repite y yo también puedo repetirlo y además de adornarlo un poco: “Izquierda, derecha, ese tipo de concepción ya no tiene sentido y lo único que queda es la calavera como espectáculo, la pala y el pavimento como motores del receptáculo, la cara de Arturo con cuerpo de Paco”.

Ok, dije cualquier cosa, y al decir cualquier cosa probablemente se abra un vacío o un espacio sacro en la cabeza del que lea esta charla. La vamos a imprimir ¿No?  Entonces, una vez abierto el vacío me gustaría rellenarlo diciendo esto: lo que me interesa de los mosaicos y de la imagen del gondolero es que en el mundo está todo hecho por imitación, por la repetición de motivos, frases, posturas, ordenamientos y cosas, y que, la imitación puede tornarse en  -aburrimiento u ordenamientos fascistas o -en algo salvaje, en algo ritual. Frases y cosas que son como son independientemente de su razón de ser como son y que a veces llegan a un infrasentido (en el peor término que podría entenderse infrasentido), o al contrario, a un suprasentido, un despliegue salvaje de la forma.

-¿Podrías darme un ejemplo de cómo opera eso que llamás “calcarización ritual”, eso que me comentabas hace un rato?

Al contarte esta historia creo que se va a entender muy bien la actualidad y la unicidad de fenómenos como la calcarización ritual. Y digo unicidad por duplicado, porque a pesar de ser una práctica objeto de devoción, surge y se continúa a partir de un acontecimiento único que, a pesar de ser repetible jamás se repitió, y,  estrictamente no es una práctica en ninguna medida pero es una medida para la posibilidad de otras prácticas a la medida y por fuera de una serie. En 2001, en una de estas pandillas salvajes, una pandilla del Noreste, murió uno de sus líderes, una persona muy querida por su salvajismo, entendiendo siempre salvajismo como su cercanía a las representaciones calcáreas y a la simetría como representación del punto en que una pandilla se vuelve en representación de lo calcáreo y de lo salvaje. La pandilla, formada en ese momento por aproximadamente cincuenta miembr*s; y, sin mediar mucho debate, decidió fundir el cuerpo con una baldosa y abandonar ese cuerpo-baldosa en un pastizal. Este fue un acontecimiento suelto, único; no hubo antes y hasta ahora no hubo después otro cuerpo-baldosa ni cuerpo que haya sido abandonado de esa manera. Abandonado en este caso sería liberado, liberado de un ritual ordenado.  Lo que se repite, y confusamente a eso es a lo que se llama más comúnmente calcarización ritual, es la búsqueda de producir acontecimientos sueltos. Es decir, calcarización ritual se llamó a ese cuerpo-baldosa, y, calcarización ritual se llamó después a la producción intencional de acontecimientos fuera de serie. La baldosa calcárea es el ícono que despierta el salvajismo para producir acontecimientos únicos dentro de una cultura homogénea. Todo esto remite un poco al problema de hacer por fuera de una cultura como modelo litúrgico, para lo que es necesario siempre ser un poco impreciso, un poco  abandonado, pasar por alto lo evidente, ya que es imposible una práctica sociocultural “por fuera de” “lo social”y “lo cultural”.  Pero lo sociocultural siempre deja lugar para un costado medio roto, desviado, que le pertenece y no le pertenece. Necesariamente aparecen  elementos propios de la cultura que sirven como modelo o como elementos fundacionales para este tipo de ritos. Las pandillas salvajes, aún estando en contra del fundacionalismo, entendieron ese acontecimiento único como fundador de un hito salvaje que paradójicamente toma como incentivo la simetría y como fundamento la repetición, y activa a ese ícono (en este caso un jarrón) como símbolo capaz de fomentar o producir acontecimientos únicos. Y a partir de esa iconicidad, rescatan, dentro de la repetición, la unicidad. Análoga a la receta absolutamente mágica para fabricar caras. Caras que resultan siempre distintas dentro de las generalidades a las que responde su fabricación. Y lo más raro de estas calcarizaciones es que no tienen que ver con una forma de identidad si no más bien con una forma de no-correspondencia con lo identificable más allá de la evidencia de que atrás de eso hay un modelo sociocultural. Me fascinan algunos casos como el de Ed Gein, ese asesino serial que hacía tazones, macetas y ceniceros con los cráneos de sus víctimas; hacía máscaras con sus rostros, tapizaba sillas y hacía pantallas para lámparas con piel humana. También profanaba tumbas, se llevaba los cadáveres a su casa, fabricaba objetos y vivía entre esos objetos. Y… ¿Cómo se valoriza hoy en día a Ed Gein? Se lo celebra en parte con publicaciones en blogs y ediciones de remeras con su nombre y con sus macetas, reproducciones de sus máscaras, volviéndolo un objeto de culto del thrillers y del cine de terror. Se lo festeja por sus particularidades como asesino, particularidades que evidentemente horrorizarían a cualquiera que lo tuviera en tiempo y espacio como vecino, a cualquiera que simplemente esté al tanto de su existencia o a cualquiera que simplemente haya leído una noticia de él y sea su contemporáneo.  La calcarización ritual en cambio está un paso antes del horror y un paso después de la celebración. Y en sus representaciones (intuitivamente o contraintuitivamente) entiende a la simetría como una caja-trampa para ambos sentidos: el horror o la celebración.

– Creo entender, pero lo que no entiendo es lo que me dijiste antes:  primero me hablaste del cuadrado y de “lo” cuadrado, se entiende que el cuadrado en sí es una idea y que “lo” cuadrado es una consecuencia de esa idea.

-Pero no, no es así, ese es el tema, la idea es una consecuencia de “lo” cuadrado.

– En algún sentido, bueno, primero eso, después que  algo es o no es, que es de un modo para ser de otro modo. Que es ordenado o simétrico para promover el desorden.

-A ver, mirá este dibujo a ver si se entiende. Ves? Ahi entran todas por un lado  y salen por e…

-Jajaja, estás dibujando algo que nada que ver…

-Pará que todavía no terminé eh…¿Ves? Pero que pasa si una va en sentido contrario?

-Ok, ok…están buenos los dibujos. Yendo muy en otra dirección, como la saliva, quería preguntarte que significa para vos y hoy en día una naturaleza muerta, su representación.

¿Que significa representar una naturaleza muerta y hoy, hoy en día? ¿Qué quiere decir eso de “Hoy en día”? Si ya sé, es una “forma” de decir, se dice así. Mirá esta rima:

Hoy 

en Día 

y ahora 

ahorro

 en Horas. 

Perdón. No se, voy a decirlo así: veo la naturaleza muerta como un muerto que sale del cajón por sus propios medios. No por intermedio de un* profanador* de tumbas, no porque el jarrón como se dice habitualmente “es una excusa para”, no por intermedio de un tsunami que levanta la tierra, no para la producción de una escena de una película de zombies, no para hacer una genealogía del zombismo ni de las vasijas y su representación . Un muerto que sale del cajón por sus propios medios y sin necesidad. 

No sé, por ahí esta forma de decirlo confunde todo. Así que empiezo de nuevo: sabemos que a pesar de corresponderse con el ciclo solar, las estaciones que empiezan y terminan en un día preciso son parte de una convención, son cuatro, pero podrían ser doce, cincuenta, es una convención, entonces lo diría así:  veo la naturaleza muerta no como alguien que cuando llega la primavera dice “ha llegado la primavera”,  sino como alguien  que al salir del cajón escucha esa frase y dice: – “Es hora de volver a casa, ha “llegado” la “llegada” de la primavera”.

-Este parque natural llama la atención; parece un campo verde que se prepara para elevarse sobre los pastos que lo rodean y que rodean al cemento.

-Si no podés preparar un buen color no podés hacer una buena reflexión acerca de como prepararlo. ¿Cierto? ¿Mentira? A ver… tratemos de medir la blandura de los pastos y del cemento. Si no podés… Empezó el “Si no podés”. 

“Si no podés” hacer una buena reflexión acerca de como preparar un buen color no podés saber como prepararte para  hacer una buena reflexión acerca de como medir la blandura de materiales que no presentan ningún indicio de blandura. ¿Cierto? ¿Mentira? 

En cambio, si mirás fijo al sol y el cielo de fondo podés llegar a hacer una reflexión y sacar una conclusión acerca del mundo y su fabricación. Las desviaciones de sus verdades y el realismo insólito de sus convenciones – “El cielo, el sol ¿De qué color son?” : Así es como se preparan los colores: el cielo es celeste, el sol es amarillo. 

Creo entender a dónde apuntas: Contraconvencionalidad, pero al mismo tiempo, no sé … en las últimas obras aparecen bastantes relojes que serían todo lo contrario, lo convencional hasta el hueso ¿Qué podrías decir de esto?

Pienso en los primeros relojes. Los relojes de pared y los relojes pulsera que de la pulsera pasaron a las computadoras, los celulares. Pasaron de ser relojes-relojes a estar ahí como inquilinos. Eso también es salvajismo: querés dibujar en Paint, prendés la computadora y lo primero que ves es un reloj.  Querés mandar un mensaje y en tu celular lo primero que aparece en el centro de la pantalla es un reloj. Primero va a la pared, después aparece como un artilugio del buen vestir, después pasan a convertirse en anexos salvajes de dispositivos que puntualmente sirven para otra cosa, son funcionales al salvajismo, a la economía de las funciones. Pero el tema es que lo que ves no es un reloj, son números, ves solo la función reloj dentro de un aparato que tiene una función teléfono o computador. En mi caso el reloj aparece (lo dice como un nombre de película) DURO COMO UN JARRON. Un reloj que no es posterior al artilugio del buen vestir ni anterior al reloj como anexo, tampoco, a pesar de serlo, es un reloj sin movimiento, es un reloj en el que el adorno se soltó y le gano a la función: como un cajero automático que sirve para apoyar un plato o como un plato que sirve para ornamentar la pared. ¿Entendés?

Decís que tiene movimiento… tratándose de un reloj duro como un jarrón ¿De dónde viene o que clase de movimiento crées que tiene?

Y… se mueve en bloques, de un jarrón calcáreo a otro, de otra forma pero un poco como en los sueños, que se mueven en bloques de sentido. Algo de sobresignificación, ese valor o contenido que  asignamos a un nombre o situación más allá de que lo que se muestre se corresponda con el contenido de otra cosa. Así es como el adorno le gana a la función, y así es como se recompone el sentido del mundo a través de un ornamento capaz de producir un monumento salvaje o una visión a través de un sueño: “Soñé con mi casa de hace tanto tiempo en Nueva Inglaterra y mis gatitos tratando de seguirme durante miles de kilómetros por las carreteras que cruzan América…

– (interrumpe) Eso es Kerouac, “Los vagabundos del Dharma”, lo leí hace poco.

– Quería meter algo raro que nada que ver, lo que menos me imaginé es que ibas a reconocerlo. Tenés rebuena memoria.

-No se, más o menos, lo leí hace poco…¿Y vos?

Este libro, uff, lo leí por primera vez a los catorce años, y no me lo vas a creer, pero lo se de punta a punta, párrafo por párrafo, lo fui aprendiendo de a poco, de repetirlo. (Pone voz de robot emocionado)

“Saltando a un mercancías que iba a Los Ángeles un mediodía de finales de septiembre de 1955, me instalé en un furgón y, tumbado con mi bolsa del ejército bajo la cabeza y las piernas cruzadas, contemplé las nubes mientras rodábamos hacia el norte, a Santa Bárbara. Era un tren de cercanías y yo planeaba dormir aquella noche en la playa de Santa Bárbara y a la mañana siguiente coger otro, de cercanías…” así empieza.

-Guau, es increíble.

– Si, mirá, lo llevo a todos lados, es una edición vieja, de Sudamericana

– Está hecho garcha, a ver dejame leer ese principio: “Saltando a un mercancías que iba a Los Ángeles un mediodía de finales de septiembre de 1955, me instalé en un furgón y, tumbado con mi bolsa del ejército bajo la cabeza y las piernas cruzadas, contemplé las nubes mientras rodábamos hacia el norte…” Creo que es tal cual como me lo dijiste.

– Si, esa parte la tengo incrustada en el cráneo, en la memoria quiero decir ¿No? A veces me olvido el nombre de las cosas pero ese es el principio y lo leí mil veces, después llegando a las últimas páginas a veces hago algunas variaciones, porque me acuerdo las situaciones, el contenido, pero no recuerdo perfecto las frases, las palabras.

¿Y qué es lo que te gusta de ese libro?

Ahora lo que más me gusta es que lo sé de memoria. Siento que en eso hay algo salvaje. 

Pero vos llamás salvaje a cualquier cosa…

Y… sí.

Me gustaría hacerte más preguntas y seguir charlando, pero ya no se que preguntarte ¿Te gustaría agregar algo a todo esto?

“Si no podés” hacer más preguntas para que querés seguir charlando? Decís que agregue algo: ¡A mimir! A mimir y a soñar ¿O querés que me haga unas preguntas a mi mismo? 

Charla entre M. Galindo y M.Murad – 15 de octubre de 2021