Amistad frágil y preciosa

Sobre Anhedonia de Emilia Tessi

Por Tania Puente y Andrés Hare

dibujo por Bruno Gruppalli

En alguna parte de La novela luminosa, Mario Levrero dice que si uno logra una verdadera intimidad con alguien, puede ver el pasado y el futuro de esa persona. Puede ver en esa persona una sonrisa de cuando era niño o un gesto de cuando será un anciano. 

Cuenta Emilia que comenzó a pintar a sus amigas como un ejercicio, sin un objetivo claro. A partir de una selección de fotos hechas por ella y otros. Fotos que no son exactamente festivas, pero donde algo de lo que uno proyecta en la amistad permanece. Así, si Emilia no podía encontrarse con sus amigas, frente a frente, sintiendo su aroma, compartiendo sus risas y perdiendo el tiempo juntas, invertiría esa energía en pintarlas. Así ya no estarían solas, ni ella ni sus amistades.

Chicas vampiro, que piden más y más pintura. Y más miradas. Los accesorios y los collares, las texturas de la tela, el pucho en la boca. ¿Cómo es el timbre de su voz? ¿De qué hablan cuando se juntan? ¿Se conocen entre sí? Emilia traza un universo propio, asentado en la amistad, que reclama un afuera distinto. Un afuera mejor, que no se libra de la nostalgia pero la torna productiva.

La verdadera amistad es aquella que te permite ver la belleza de tu amiga aún en el desgano, el letargo, la indiferencia, la molestia. Pintar a sus amigas poco tiene que ver con una mirada monumental. Por el contrario, es un gesto volátil, pero comprometido con sus sentimientos. Es esa la clase de devoción presente en las obras. La amistad no exige hedonismos individuales, ni pinturas lacónicas. La amistad es frágil y preciosa, nunca un dogma. Emilia la pinta, como una necesidad y una promesa, en colores chillantes.

Una pintura que con cada pincelada exhibe sus propios tiempos, algunos frenéticos, otros más pausados. ¿Buscar consuelo en la amistad? En esta serie, a veces las amigas colaboran, convertidas en referentes indispensables. Incluso en aquellas que no se muestran en los muros. Como la que inició la serie: la portada de Cómo conseguir chicas de Charly García, con una modelo de otro tiempo. Una amiga lejana, una amiga-ídolo que da paso a la idolización de las que vienen.

¿Qué sucede cuando te conviertes en ícono frente a los ojos de tu amiga? ¿Qué hace ella con tu imagen, con tu cuerpo, con tu representación? Expresiones solemnes, melancólicas, donde la certeza de la edad se pierde entre las capas de la pintura. Muy niñas, muy adultas, muy temerosas, muy sobradas de experiencias y de vida. En una sala muy pequeña, en una muestra muy pequeña, en pinturas de formato pequeño: vidas rebosantes, cargadas, que precisan descansos y certezas, como la amistad.