Dibujar hasta desmayarse o despegarse del piso

Por Pauline Fondevila

Dibujo por Julieth Calderón


Sobre Una montaña que desaparece entre la neblina. Performance y dibujo mural de Leiny
Julieth Calderón en DESMAYO Galería 07/04/2022 al 30/04/2022.

En 1972 el artista alemán Jochen Gerz realizó la performance “Gritar hasta el agotamiento.” Consistía exactamente en gritar la sola palabra “Allo” en un campo francés durante un tiempo indeterminado, o más bien determinado por su propio agotamiento, tal como estipulado en la oración que sirve a su vez de título, relato y protocolo de dicha performance. Lo que queda es un video bastante austero de 20 mns, donde se ve en plano fijo y algo desenfocado un hombre solo desgañitarse en un paisaje desierto. 

En aquella época dorada de la performance, la década de los 70, el género se declina desde la sencillez, la radicalidad, y los límites. Estos límites son los del propio cuerpo del o de la performer, y tienen que ver básicamente con la resistencia sea al dolor, al cansancio, a la violencia, venga de unx mismx o del exterior. Como en la pieza de Jochen Gerz se trata de un gesto llevado a su punto máximo, un gesto-manifiesto, claro, nítido y sin ambigüedad, que muchas veces entretiene una relación de literalidad con su título. Ponerse a pruebas, hasta salir lastimadx (acá podríamos recordar algunos de estos gestos icónicos y famosos como permanecer sin reacción durante 6 horas mientras el publico tiene el poder de hacer lo que quiere con el cuerpo de la performer1, hacer que lo disparen2, usar su cuerpo para sostener paredes3, y tantos más poniendo al artista en un rol más bien pasivo e impotente) es el guión común a todxs estxs artistas. La regla es actuar según un dispositivo cerrado y pensado de antemano. No es tanto sorprender, sea a sí mismx o al público, lo que buscan Marina, Chris, Dennis o Jochen. No buscan generar ningún espectáculo sino poner en evidencia su compromiso con el arte y con la vida. Y producir un gesto diferente en un mundo al cual no adhieren pero del cual no pueden escapar. 

Hoy, en 2022, lxs artistas no enfrentan la performance exactamente de la misma manera. Entre los 70 y ahora, el capitalismo siguió creciendo, devorando casi todo a su alrededor y el consumismo se impuso en el planeta entero como la única manera de relacionarse con la vida, y en cierta medida, con el arte también. Sumergidxs en las consecuencias cada vez más visibles del cambio climático y del modelo de crecimiento sin fin (sequías, incendios, pandemia) es difícil no caer en una desilusión profunda y me parece que tenemos más claro que nunca que ningún gesto de artista puede poner en crisis el mundo, ni siquiera inquietarlo un poquito. Por mucho que gritemos, será igual que en el pasado, un grito en el desierto, una botella tirada al mar. Así que mejor no tomarnos tan en serio, dejar de gritar y ponerse a cantar. Aprendimos a la fuerza a conciliar desesperanza y fantasía y a bailar rodeadxs por el fuego. 

En la galería Desmayo la artista, inquieta si las hay, Julieth Calderón propone una performance a partir de una frase-título enigmática que parece el verso de un poema más largo, que ella sacó de sus cuadernos “Una montaña que desaparece entre la neblina”. La consigna que Julieth planteó para su performance es sencilla: dibujar durante 24 horas en las paredes de la galería, con un material efímero, la yista andina (unas especies de cenizas que se usan para coquear, más precisamente para relevar el sabor de la hoja cuando este se va desgastando). Dibujar hasta el desmayo. Es un programa que podría parecer sencillo, transparente y lineal. Pero no lo es en absoluto. 

El proyecto de dibujar a pesar del agotamiento, de una medianoche a otra, recuerda una de estas performances vintage de cual hablé en el principio del texto, pero sin embargo es solo un eco lejano. Acá no hay límites que encierran, al revés, acá la consigna es empoderamiento. Sin ningún respeto hacia cualquier género, Julieth inventa reglas mientras va performando, reglas que no tiene problema en romper en el instante. La performance de Julieth obedece a un protocolo que ella escribe en el acto. Una performance delirante y poética, como su título que no revela nada pero que dice mucho. Si bien podría estar describiendo la ciudad de Bogotá, capital de su país de origen, también podría estar señalando cualquier cosa sólida, enorme, imponente, todo aquello que siempre pensamos estable y seguro, y que de pronto está empezando a desdibujarse. Algo se está definitivamente derrumbando ante nuestros ojos. Y no es necesariamente una mala noticia. 

Puede ser el final de un sistema que nos aplasta, que nos mantiene a la sombra, por ejemplo, el patriarcado, los géneros, las etiquetas, lo que nos encasilla, los DNI, las banderas, las fronteras. Porque al final no importan nuestras diferencias, nuestras tonadas y vocabularios diferentes. Que pesado contestar todo el dia a la pregunta “¿De donde sos?”. Todxs vamos al mismo lugar. Todo esto va a terminar, y si es así hay que celebrar. Y durante 24 horas Julieth es la reina de esta fiesta, totalmente dueña de su reino, un reino que organiza y desorganiza como le da la gana, en pleno abandono de sí misma al estado de cansancio. La performance de Julieth es como ella, como las chicas de su generación, que encarnan de maravillas las más jóvenes estrellas del pop como Rosalia, Angèle, Dua Lipa, libres, indomables, imprevisibles como es el dibujo cuando logramos perder el control. 

Durante las 3 semanas que duró la muestra, quedó un gran dibujo mural, poblado de personajes y mini escenas, de recuerdos reinventados, de pedazos de canciones, de líneas, manchas y trazos ordenados o caóticos. Quedó un dibujo de cenizas, hecho de los restos de la performance de Julieth, un dibujo hecho con agotamiento. Esta relación entre agotamiento y dibujo me hace pensar en una experiencia cuando era estudiante de Bellas Artes en la escuela de Le Havre (Francia). En primer año teníamos una clase de dibujo desde modelo vivo los lunes de 8h a 10h. El profesor F.M. nos decía: “El domingo a la noche, emborrachense, salgan de fiesta, fumen porros, duermanse tarde o no duerman, hagan todo para estar agotadxs el lunes a la mañana porque así se dibuja mejor, cuando ya no hay nada entre la mano y el papel.” El agotamiento serviría entonces para eliminar el exceso de pensamiento, y pensando en la performance de Julieth, así liberarnos y dejarnos ser. 

Asistí un par de horas, entre las 18 hs y las 20 hs más o menos a la acción en Desmayo. Entré y salí, a veces me quedé un tiempo largo, parada o sentada. Y solo en dos horas vi a Julieth dibujar arriba de una escalera, cebarse unos mates, pasar música, bailar, comer una naranja, abrazar a lxs amigxs que la venían a visitar, comentar que no podía más, tirarse al piso, posar para las fotos, desmayarse casi. La vi entrar en una suerte de trance y empezar a barrer las paredes con su pelo, a pintar con su cabello. Después se dejó caer en el piso como una muñeca de trapo desanimada. Se quedó sentada un buen rato, las piernas abiertas, los brazos caidos de cada lado de su busto, el rostro inclinado hacia abajo y tapado por su largo pelo negro. Lentamente levantó la cabeza, su mirada se puso en blanco, y no se sabía si iba a dibujar de nuevo, echarse a dormir o transformarse en pájaro y salir volando por la ventana. 

Cuando le pido que me describa el cierre de la muestra, porque no pude asistir, ella me habla de un ritual, con música y coreografía místico-erótica, para el cual convidó el dj y productor Plvybxy y me escribe: 

“La escena empezó con las puertas cerradas, el público esperaba del otro lado de la sala mientras el sonido tomaba el espacio. En la sala estaba enfrentada con Plvybxy, mi cuerpo reposaba en quietud a una altura de 2mts aprox tenía una falda que caía hasta el piso, el pelo trenzado rodeaba mis brazos y colgaba, apretaba con los dientes un cuchillo y en la base de mis pies tenía el mortero con yista y las flores secas que use en la apertura para decorar la mesa de ofrendas.” 

Puede ser que unxs digan que había alguna base para sostener su cuerpo, personalmente no vi nada en las redes, y no abrí la carpeta de fotos que me compartió en el Drive para mantener mi imaginación intacta. Y lo que imagine al toque es Julieth levitando. Julieth no se fue volando por la ventana pero quedó suspendida en el aire de Desmayo, el pecho descubierto, con su falda-capa de superhéroina, en el cielo del país que ella dibujó e inventó a su medida para recibirnos a todxs lxs que no nos sentimos de ningún lado y de todos a la vez. 

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Leiny Julieth 

Nació en Florencia, Caquetá, Colombia. Reside en Rosario, Argentina, desde el 2014. En su trabajo indaga aspectos relacionados con la construcción de la identidad migrante, a través de diferentes lenguajes, entre ellos, audiovisual, perfomance y dibujo. 

Es productora y curadora en el colectivo de investigación casacuerpxbandera. Participó como productora y performer del proyecto escénico 4N0. 

1 Marina Abramovich, Rhythm 0, 1974 

2 Chris Burden, Shoot, 1971 

3 Dennis Oppenheim, Parallel Stress, 1970 

 

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