Tallerismo berlinés
Caminar y hacer cartelitos
Al principio de la pandemia hicimos la clase de juntar cosas, nos encontramos en la calle y les pedí que traigan un objeto o más que encuentren de camino. En Berlín es muy común que la gente deje en la puerta de su casa objetos de todo tipo que ya no usan. Lxs chicxs se encargaron de seleccionar los más «bizarros». Armé grupos y les pedí que curen una muestra. Tenían que colgar las cosas, poner algunas en bancos, hacer los cartelitos de cada pieza y escribir el texto. Muchas veces armo el ejercicio para mí porque cuando te da ganas de hacerlo a vos, lo más probable es que funcione.
Cuidar el clima
Empezamos el 10 de enero, el taller Krit-Kölln Online duró dos meses, hablamos en inglés, mezcla de personas de Italia, Alemania, Ucrania, Rumania, Brasil, España, Canadá y Argentina eso sí, todos (participantes e invitadxs) tenían que vivir en Berlín porque la financiación era estatal y requería que la actividad transcurra acá. En cada sesión aparecía algún artista invitado, traté de que su obra tenga algún aspecto en común con la del artista que presentaba ese día ¿La conocés a Ana María Millán? Es una artista colombiana que hace video, organizaba unos ciclos de performance, participó en el grupo Helena Producciones que tiene una trayectoria larguísima, de mucho trabajo con implicancias sociales. Usé el método de mi maestra Diana Aisenberg que evita que los participantes hagan juicios de valor, las personas solo pueden hacer preguntas. Me ayudó mucho porque yo no conocía a todos los artistas que iban a participar. Ví sus obras, sí, con las que aplicaron pero ni idea acerca del temperamento y las posibles reacciones entonces el sistema de las preguntas nos ayudó un montón en la dinámica y también para apaciguar mi terror a la incertidumbre de lo que podía suceder en cada sesión. Todos caemos muy fácil en la apreciación de “esto me encanta”, “qué bueno que está lo que hiciste” pero no avanzas ni ayudas verdaderamente en mucho al otro. Me contaba un invitado que estuvo en el Whitney Program, en Estados Unidos, que ahí el que muestra su obra no puede hablar durante la presentación, me interesaría probar ese método también. Como no conocía al grupo cuidar el clima es mi rol, mi prioridad y las preguntas ayudan.
El recreo
Los encuentros son una vez por semana, duran dos horas, cada día muestran dos artistas, le dedicamos 40 minutos a cada unx con un recreo en el medio que lo dejaba para que se hagan amigos. Por hacerlo de forma virtual no había posibilidad de algo más íntimo en los recreos, de la complicidad de irte a hablar solo con alguien con quien tenés un poco más de afinidad, “¿me comprás algo en el kiosco?”, “¿Tenés un pucho?”, “Ah, ¿vos te vas para el mismo lado? Nos vamos juntos”. Esos momentos son clave, ¿cómo generás eso en las nuevas plataformas?
Al final del programa, durante el tercer mes, organizamos una exposición donde finalmente pudimos conocernos en vivo y mostrar las obras analizadas. Además hicimos un cierre privado y aproveché para proponer una práctica-ensayo de performance ya que noté que muchos estaban a punto de explorarlo pero les faltaba el público. Un artista, Stefano Loiacono, hizo una especie de tour de sala relacionando cada obra con letras de canciones pop, fue un cierre perfecto.
Ir conociendo al grupo
Después de la primera clase dos participantes abandonaron el programa. Me temí un efecto dominó, ese rechazo fue duro pero al final no fue tan grave, de 16 participantes sólo dejaron esos 2, los demás siguieron y tenían una puntualidad absoluta. Una por ejemplo, me escribió: “te quiero decir que voy a llegar un poco tarde porque voy a buscar a mi papá al aeropuerto”, la chica no había visto al padre en dos años, lo fue a buscar, lo dejó ahí y ¡entró a clase!
Por otro lado, Anassia Affek tenía su familia en Ucrania. Yo le pregunté cómo se sentía, si iba a poder presentar y lo hizo todo. Presentó, estuvo en la muestra, fue ¡guau! Al final me dijo que el taller fue su refugio, me dijo “me salvó el programa”.
Dos meses
Si bien el programa superó todas mis expectativas, me sigo cuestionando el alcance y efecto de los formatos condensados. Hay creencias, vicios, convencimientos, y aprendizajes que se pueden cuestionar en un encuentro pero para desactivarlos o desatarlos hay que aflojar de a poco, ir y volver pensando juntos con más tiempo de convivencia, lo mismo para gestar vínculos, proyectos y todo lo que escapa a un marco fijo de tiempo y espacio. Pasa por ejemplo con el conflicto del cartel y el lugar ideal para la obra en los montajes de las muestras, o cuando alguien muestra una obra que se parece a la de otro artista, en vez de tomarlo como un referente a investigar se le advierte “esto ya lo hizo…”
Las preguntas
Dejé a propósito la mitad de una clase libre para hablar de cosas que inquietan al grupo, algo que me sugirió Mercedes Farías. Porque a raíz de la metodología de las preguntas, hay muchas que se van repitiendo o tipos de preguntas que a mi me hacen ruido y dan para discutir en profundidad. Entonces, clase a clase las fui anotando, también les pedí a ellos que lo hagan, y al final les propuse leerlas. Cuando lo fui a hacer me agarró un vacío, ese día yo me puse nerviosa, fue como irme de pronto a otro planeta, no sabía ni quién era, esa dificultad de hablarle a la pantalla, de hablarle al aire. Leyendo un texto, en mi cuarto, hablando en voz alta, en inglés, con los vecinos escuchando música a todo volumen al lado pero a su vez 15 personas que me están escuchando en algún lado. Me abrumé pero aún así seguí leyendo las preguntas temblando… y ahí apareció una que justo tenía que ver con que muchos empezaban sus presentaciones diciendo “me pongo nervioso”. Mi pánico escénico dio pie para compartir estrategias para esos momentos de presentar la obra que unx los va a seguir teniendo siempre porque constituyen nuestra práctica. Luego de los consejos les pedí otra oportunidad para leer y lo pude hacer mucho más consciente y tranquila.
La transmisión
Participó el artista y curador Andrés Gorzycki, con él dialogamos acerca de una muletilla: la palabra estética, tu estética, mi estética, estética de mis cosas…muy usada para generalizar el cuerpo de la obra. Es una muletilla que a veces engaña y eso ya lo discutíamos cuando estábamos en el taller de Diana, del que él también formó parte. En sus clases yo estaba cautivada con el hecho de conocer a otros artistas, hacerse amigos y muchas de las cosas que ella decía tardé en que me caiga la ficha. Es muy loco que recién las entiendo desde el lugar de la docencia. Vine a vivir a Berlín, hice un máster pero cuando empecé a trabajar en educación no lo hice con los saberes del máster sino con lo que aprendí en Buenos Aires. Algo de la transmisión, cómo los espacios que te marcaron siguen vivos en el tiempo: ¿quién se iba a imaginar que yo iba a conocer a Octavio Garabello en lo de Diana y que ¡20! años después, él iba a ser mi vecino y hacer el flyer de mi taller, a miles de kilómetros de allá y esa magia es lo que me motiva ¿qué va pasar con dos que se conocieron en mi taller dentro de un tiempo? ¡Nadie sabe!