La velocidad de las cosas
Por Gala Lucía González Barrios
Dibujo por Leopoldo Estol
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Así que llegué a Buenos Aires y estaba muy emocionada por ver a mis amigxs el sábado, ir a varias muestras y en especial a la de Nico. El jueves nos encontramos todxs en Olivos, comimos, fumamos y tocamos en el NordStage 2 de mi amigo Rodo el tema Gipsy Woman, yo lo canté. El viernes a las 10 fui a Tecnópolis, visité a la dirección para que me encomendaran nuevos temas de gestión y pasé por el laboratorio, que está ahí mismo en Tecnópolis, a ver a mi equipo de alumnxs de investigación, repasamos tarjetas de trello y un circuito electrónico para chequear que todo esté bien. De ahí me fui a Avenida Libertador, a un edificio muy corporativo a ver un cliente de USA, me quedé 20 minutos mirando un hongo que creció de una planta de un jardín vertical que cubría todas las paredes. Quería que pase rápido el tiempo y llegar al sábado, a mis amigxs de nuevo y a la muestra de Nico.
Algo que siempre detesté de las muestras es que no te podes sentar a ver. Estar parada mucho tiempo. A mí las obras me dejan pensando, capaz necesito estar 30 minutos ahí, parada es horrible, siempre pienso que soy la única a la que le duele la cintura en ese momento. Preguntando me enteré que nos duele a todxs. Otra cosa que no me gusta es el individualismo, la soledad de la experiencia estética. Para mí el arte es con algo de orgía y de transmisión colectiva.
Cuando entré y los ví a todxs sentaditos charlando lo primero que sentí es “llegué”, con mis amis nos escurrimos de inmediato entre las cosas y la gente y nos desparramamos en los bancos. Quería hablar mil temas, con todo el mundo, me sentía en una fiesta socialista. Escuché de refilón a una pretenciosa que le molestaba que no fuera pretenciosa la obra. Cuántas boludeces que tiene el arte contemporáneo, ¿no? Cuando estaba ahí sentada empecé a distinguir todos los detalles de la obra.
La obra
Se trata de una serie de objetos que toman la forma de banquetas y bancos de diferentes tamaños, hasta algunos absurdos. En la tabla superior tienen una intervención en un metal que pienso que es bronce, no lo sé. Son líneas incrustadas, que, siempre rectas, conectan puntos formando una suerte de constelación. Además uno de los puntos en cada constelación es el punto de conexión por el que Nicolás decidió juntar cada uno de esos bancos a diferentes objetos de la vida cotidiana. Desde una playera que se junta por el manubrio y por debajo, hasta un tejido con agujas a medio hacer.
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Así que busqué en internet el nombre de esta muestra y encontré un libro argentino del 98 que se llama igual. Con todo, me salió esta cita bien arriba como resultado de la búsqueda.
Recuerdo charlar de aceleracionismo con Nicolás, aunque el aceleracionismo tiene su base teórica en el desarrollo de la tecnología, si lo pensamos en términos generales, es hermoso cuando todo se acelera como pasó con la pandemia. Porque parece que finalmente se va a ir todo a la mierda y aunque todo se fue a la mierda hace un montón, también se instituye el orden (paternalista) en todas las cosas, es desesperante. Recuerdo hablar del trasfondo liberal del aceleracionismo y las contradicciones de las ideologías, pensando en el aceleracionismo de izquierda que ve al desarrollo tecnológico como una estrategia de superación del sistema capitalista, casi parado sobre la ideología marxista que reclama ese desarrollo como potencial emancipador de la humanidad, de las tareas alienantes que implica el trabajo.
Es muy de época estar siempre pensando en esa tensión, el desarrollo técnico terriblemente desigual y clasista y el desarrollo técnico que realmente nos libera de una serie de tareas.
Y, qué hay de la aceleración que sentimos todxs, desde cada lugar que nos toca, cuando decidimos poner en valor las cosas que andan sueltas, a punto de ir a un cementerio de basura del capitalismo avanzado, ese lugar hermoso, ese espejo donde no quedan excusas ni argumentos para justificar la obsolescencia, el mal uso de recursos y la desigualdad. Justo ahí, antes, agarrar los objetos y ponerlos en valor. Qué hay de esa sensación de aceleración que debe haber sentido esa manguera, cuando estaba a punto de ser contada por él, por su ayudante Jero, ahora por mí, y por quién sea.
Walter Benjamin proponía que, cuando hay una toma de conciencia sobre el sistema capitalista hay que tener un momento de aceptación, en lugar de saltar al activismo inmediatamente y ser devorado por la máquina que todo lo convierte en proyecto, marca y producto. Aceptar. Quizás hay algo que emerge de esta y de tantas otras obras: aceptar y poner en valor, detener las cosas y llamarnos a mirarlas en su verdad no pretenciosa. Un gesto heróico que me derrite el corazón y por esto: gracias. Creo que requiere mucho temple hacer muchos banquitos que promueven el encuentro, la charla, la no-distancia social, con tremendo nivel de amor por los detalles y con ese acabado noble que le dio a cada pieza. Y, si yo tuviera que definir temple diría que es atención en el tiempo, que es lenta. Qué dulzura.
Último
Social no es popular.
Al lado de la galería, a unas 3 casas, ocurría un evento en una casa pintada y adornada con temática Boca Juniors, porque estábamos a unas pocas cuadras de la bombonera. Ese lugar rebalsaba de gente y desde la ventana de la casona nos pidieron que nos bajáramos en silencio del auto cuando estacionamos. Estaba repleto y hablaban de a uno, tratando temas de carácter asambleísta quizás. La Boca es un barrio popular, tiene una cultura de barrio que entremezcla fenómenos históricos y sociales propios de haber sido un barrio portuario, futbolero y tanguero.
Me pregunto qué son esas constelaciones en esos banquitos, esos puntos alejados que logran encontrarse por la acción de trazar una línea, una obra que reúne objetos y que me llevó a reunir territorios, culturas, comunidades. La muestra no es popular, pero es social. Pienso que está en un punto intermedio, entre la élite y la 12. Qué posición inteligente pensé, a esto lo llamo cintura. Y se la deseo a quien sea que me esté leyendo.
* La muestra se puede visitar hasta el sábado 21 de Mayo en la Galería Sendros, cierre musical de la mano de Club del Gamelan a las 18 hs.