Fragmento de un diario en una residencia en zona árida
dibujo por Lino Divas
Barda del desierto, marzo 2023
Miércoles 8 de marzo:
Cuando Herni (Kacew) me despidió a las 8 de la mañana en el departamento de su abuela en el centro de Bariloche, volcó un vaso con agua apenas salí al pallier. Me dijo que era una costumbre de su familia, que eso trae buena suerte para los viajes.
Llegué a Cipoletti y me recibió el cambio de clima: calor, polvo y Gloria, nuestra anfitriona de La Posada del Arroyón.
En los bordes de la ruta había pilas de duraznos y alfalfa, ayer hubo un choque de camiones y quedó todo tirado a un costado del camino. Me impresionaron las variaciones de colores en el paisaje, un paisaje partido por la presencia de un canal. Atravesamos el pequeño pueblo de Cordero, el cementerio, la barda blanca, amarronada y el basural, cuando vi un molino destartalado Gloria me dijo que esa es la indicación para doblar a la izquierda. Un poco más allá llegamos a los álamos que rodean las chacras -en esta zona de Patagonia los álamos se usan como barreras contra el viento, se los suele plantar en una fila muy prolija- y nuevamente apareció el verde que anuncia la cercanía de una fuente de agua.
Llegué medio zombie y me recibieron mis compañeras: Mariu Cordero, anfitriona del proyecto desde hace ya casi 10 años, M. Carla Romero de El Bolsón y Paula Guersenzvaig, de Bs As. Les avisé que esa que estaban conociendo no era yo, que quizás mañana vuelva a serlo, luego de dormir una buena cantidad de horas.
Viernes 10 de marzo:
Me estoy aclimatando. Hoy pude leer un texto que tenía pendiente hace rato: “Sobre la naturaleza de las abejas” de Rudolf Steiner.
Inmediatamente me dieron ganas de hacer un cuadro sinóptico y dibujar, más bien copiar los dibujo de su conferencias: la estructura hexagonal de las celdas de las abejas obreras, la forma de bolsa de la casa de la reina, el vuelo nupcial, que debe ser alto y soleado, donde los zánganos y las obreras engendran nuevos integrantes para la colmena.
Finalmente conocí la barda, con sus muchos tipos de tierras, piedras, fallas y polvos. También su museo a cielo abierto, con cuatro salas curatoriales, salas a la intemperie, vale aclarar, que están pensadas desde un eje conceptual: Ficciones, Tiempo, Mapa y la Sala temporal donde me pude encontrar con mi obra Instrucciones para levantar una piedra. En las 7 hectáreas del museo hay diecinueve obras de artistas que vinieron a las residencias entre 2014 y 2019. Me encandilaron los cristales de yeso que emergían brillantes entre el barro, me obsesioné un poco con ellos, con sus estratificaciones y observando como filtraban la luz solar.
Al atardecer la luz fue cambiando. Fue impresionante ver desde lo alto la división que genera el canal: de un lado verde riego de frutal, del otro la barda árida. Mariu me contó que fue una de las obras hídricas más importantes del país. Parece que en la residencia de 2017 Federico Gloriani hizo una obra titulada Projecto Ricaldoni con un submarino que atravesaba el canal relevando su fisonomía con un sonar. El resultado sonoro se transmitía por un canal de radio (FM 88.3 MHz) que emite el mismo submarino.
Este canal es un desvío del río Neuquén y es el que marca la identidad del famoso «Alto valle rionegrino». Un valle artificial de cultivo de peras y manzanas. Más allá se veía el lago Pellegrini, que también es artificial.
Cuando estábamos volviendo vimos un zorrito y una culebra moteada, estaba tan quieta que parecía muerta, parece que es su estrategia de supervivencia.
Sábado 11 de marzo:
Me despierto y voy afuera a buscar hojitas de cedrón para un té. Ayer merendé yogurt casero con ciruelas de la chacra, mientras intentaba filmar las abejas que zumbaban en el parral. Caminé por los frutales buscando peras y encontré membrillos, reconocí un nogal y recordé que la forma de la nuez se parece al cerebro humane.
Hoy llegó Flavia Visconte desde Buenos Aires, ¡ya estamos todas! Ella va a trabajar con los libros de la Biblioteca Popular, activando el dispositivo “4 + 1 = artefacto”.
Ayer tomamos otro camino en la barda y nos perdimos. Si bien Pau llevaba el googlemaps en mano, el camino no aparecía. Tuvimos que atravesar arbustos pinchudos y huellas de aguas.
Fuimos con la vecina, Nati, que sabe mucho de plantas y nos iba contando: la jarilla de río mira al norte, sus hojas son un indicador del punto cardinal, una brújula. El alpataco vivió en la época de los dinosaurios, saca sus espinas sólo en ciertos momentos del año, para defenderse de ser devorado. La zampa -o lampa- es una planta salada, que se puede usar para salar comidas.
Cuando finalmente llegamos a la zona bautizada “anfiteatro”, ayudamos a Carla a probar los dispositivos para la voz del coro de su futura ópera Vértigo fantasma. Primero probamos con un cono de papel y luego un megáfono. Para nuestra desilusión funcionó mejor el megáfono.
Domingo 12 de marzo:
Hoy fue un domingo con todas las letras: comimos pescado frito en un puesto en la ruta llamado Nada, tomamos helado y nos tiramos en el canal. Eso consiste en dejarse llevar por la corriente, es más bien un flotar.
Había un grupo de pibes ahí nadando y escuchando música. Vinieron a pedirnos un cable para cargar el parlantito y nos contaron que eran trabajadores golondrina de Concepción, Entre Ríos y que estaban acá porque es la temporada de la cosecha.
A la noche hicimos cine en el jardín bajo la parra, vimos Sister with transistors. ¡Me encantó volver a verla! Terminé feliz bailando sobre la proyección de los créditos con la canción Synthesize Me de The space lady.
Viernes 16 de marzo:
El miércoles fue mi día preferido de la residencia. Tuvimos las Jornadas de Arte, Ciencia y Territorio organizadas por Ingrid y Mariano del proyecto Enjambre. Vinieron científicos del Museo Patagónico de Ciencias Naturales y nos contaron sobre la formación geológica Aysén de 70 millones de años de antigüedad.
Aprendí sobre la simbiosis entre hormigas, un hongo y la serpiente cascabel, que usa las bajas temperaturas de los hormigueros para poner sus huevos.
Hacía un calor inmenso, yo intentaba filmar, hacer foco, a pesar del sol del mediodía y también grabar algo de sonido. Me imaginé un futuro video, una especie de ciencia ficción precaria con los científicos deambulando por el desierto. Aunque Pablo Chafrat, el director del museo, nos contó que los desiertos propiamente dichos no existen en Argentina.
Busco entre mis archivos de sonido y desgrabo su voz del nro FR0000_0952: “Acá estamos lejos de ser un desierto. Los desiertos son lugares donde no existe vegetación, donde el agua que cae al año es menor a los 60 mm. Esto es una zona árida o semiárida, dentro de la clasificación ecológica de los ambientes. La vegetación, aunque no lo parezca, es exuberante, hay una diversidad muy alta”.
Avanzamos muy lentamente, ¡había tanto para ver y charlar a cada paso! Jerónimo, un futuro paleontólogo estaba obsesionado con desenterrar cosas: piedras, maderas petrificadas, posibles huesos de dinosaurios. Otros dos estaban concentrados en encontrar arañas, especialmente la araña Lobo. Todos vestían una ropa técnica color caqui, yo los observaba y me sentía en una especie de Jurassic Park (en el pueblo hay una panadería que se llama ¡Jurassic Pan!).
Volvimos para almorzar en la chacra e hicimos una puesta en común pensando en los posibles vínculos entre artes y ciencias. Luego de esa jornada intensa decidí irme un par de días al pavimento de Fiske Menuco, a filmar el museo donde trabajan los científicos que nos visitaron hoy. Me interesa pensar/problematizar la traducción de este territorio a la sala de museo.
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Acá terminan mis notas. Se ve que los últimos días fueron al trote y al galope. El resumen que sigue a continuación no le hace honor a la experiencia de los intensos días finales.
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Posdata:
Recuerdo el entusiasmo al filmar el museo, especialmente la sala de Juan Carlos Salgado, un científico amateur que coleccionaba piezas geológicas y paleontológicas. La donación de su colección dio origen al museo y su sala conserva el orden curatorial que él tenía en su casa (con sus etiquetas hechas a máquina de escribir y sus piezas artesanales de orfebrería para sostener las piedras).
También el último fin de semana hubo toda una vorágine de presentación de tres libros: Voy a escribir sobre una pared, con textos de artistas y gestores de distintas Patagonias, que publicó la editorial Astra de Comodoro Rivadavia; el libro académico Estallar el borde. Estudios situados sobre poéticas artísticas contemporáneas del grupo de investigación coordinado por María José Melendo y publicado por la editorial de la Universidad de Río Negro; y la tercera presentación/proyección de mi libro-video Diario de exploración al territorio del color.
También estuvieron los trabajos “finales” o más bien trabajos en estado de borradores: primero el de Flavia, que hizo un Mapeo Psicogeográfico tipo cuadro sinóptico/collage en el pizarrón de la biblioteca, después pasamos la tarde en la barda e interactuamos con una instalación sonora de Paula que se llamó Lleno desierto, con sonidos que salían de las piedras y videos filmados en el basural. Y por último la ópera Vértigo fantasma de Carla que terminó con un brindis con vermú de la zona mientras sonaba la playlist de italo disco que nos acompañó todos los días que bailamos en la residencia.