Locomotora soñante

por Leopoldo Estol

¿Cómo sería un mundo sin combustibles fósiles? ¿Podés pensar tus derivas diarias sin utilizar algún transporte que se mueva gracias a un motor a explosión? Podrías medir el esfuerzo que te lleva moverte de un lugar a otro, ¿cómo? ¿Caminando o en bicicleta? ¡Tan lejos! No, ¡pará!. Muchas preguntas se abren después de visitar Geonnitus. El lunes pasado fuimos con un grupo de estudiantes de Artes Electrónicas a vivir en carne propia esta obra colectiva que por unos días más se puede visitar en Investigaciones del Futuro, a 10 minutos (a pie) del cruce entre General Paz y Avenida San Martín.

Nos recibieron un amigo y profesor de la carrera, Leonello Zambon, junto a Flor Curci como parte de un equipo más amplio que incluye también a otros artistas, a periodistas y arquitectos. Leonello nos contó de un viaje al yacimiento de Vaca Muerta, viaje acontecido a comienzos de año donde el equipo de artistas fue a hacerse una idea de lo que implica extraer el combustible del suelo a través de la técnica fracking. Un procedimiento del que venimos escuchando hablar sin poder generarnos una idea. Quizás por eso la aventura que propone Geonnitus sea tan convocante.

Y siendo quien escribe estas líneas una persona que ya lleva muchas primaveras dando vueltas uno puede intuir el tipo de estímulo que una nueva película de Julián D’angiolillo nos ofrecerá así como las fascinantes y entreveradas incursiones mecánicas de Rodolfo Marqués o la capacidad de Carlos Lescano para llevar la programación de una placa de arduino a lugares super flasheros. También algo del extraño espectro sonoro que frecuentan los músicxs Flor Curci, Javier Areal Vélez o Cecilia Castro. Ahora, lo que sucede con el cruce de todas sus poéticas es un prodigio para nuestro querido y castigado 2024. La invitación por parte de los periodistas Marina Aizen y Pablo Schanton a pensar y conocer uno de los yacimientos más encumbrados de nuestro tiempo actuó como aglutinante y catalizador para lxs artistas. Imagino en Leonello a quién conozco por su manija creadora (y con quien hemos trabajado en clases y otras conspiraciones) una capacidad integradora grande por algo está adelante, hablándonos de los pozos del camino y la poca iluminación de las huellas vehiculares. Porque Vaca Muerta en su relato, una suerte de antesala de la obra, pareciera un campo marciano, una tierra fuera de la Tierra que incluye vagones de subte abandonados, avistajes nocturnos y por supuesto, miradas indiscretas.¡Eso! ¿Cómo hicieron para llegar hasta ahí? Camuflados en una camioneta como las que suelen usar operarios e ingenieros, lxs artistas constituyen una compañía experimental que examina las marcas que va dejando el proceso extractivo y vuelven algunas semanas después a la urbe con sonidos, fotos, anotaciones, algunos videos y la sensación de que es urgente hablar de ese aparato gigante que penetra, rompe y absorbe a 3 kilómetros de profundidad. 

Entonces, en el municipio de San Martín, en el espacio conocido como IF, otra estructura de caños se conecta con una plataforma de madera donde la gente llega, el público esta vez son compañeres que van encontrando su lugar. Los estudiantes tocan el timbre y entran mirando una cosa que se expande por el galpón, una cosa de la cual es difícil decir dónde empieza y dónde termina. La intriga se sostiene expectante en la multitud de detalles. Dos pantallas conectadas a través de una retícula caprichosa de metal, tubos atornillados entre sí, tubos agujereados como flautas abrazan piletas pelopincho y una hidrolavadora apunta augurando… ¡acción!. 

Y la máquina comienza con un sonido rústico que va creciendo, resuenan en mi mente las palabras de mi amigo y colega, la idea del agua a presión, de la arena como un material que rompe la estructura de la piedra. El sonido es abstracto, no habla de nada pero igual resuena y me pone la piel de gallina. Desde las pantallas se despliega un atento registro territorial que filmó D’angiolillo, cercano en estética a lo que un James Benning patagónico haría. El ritmo de las imágenes se empata con el sonido y nos transporta más allá. Geonnitus tiene algo de los hermanos Lumiere en el sentido de que nos desafía de una forma rara, una forma para la que no estamos del todo listxs. Se sienten golpes en los caños, en las maderas que hacen de asiento. De alguna manera es noticia, no será Miguel Galuccio en el 2013 en la revista National Geographic diciendo que vamos rumbo a la soberanía energética pero también se trata de eso, que una obra que investiga el fracking se presente con forma de anfiteatro vivo. Así las personas y la máquina se funden por un instante. Tal vez esta nueva máquina que hacemos, este cyborg colectivo pueda ayudarnos a comprender de qué se trata extraer algo que está metido en la tierra hace tanto tiempo. Así, Geonnitus empieza con un viaje, sigue en una experiencia y es en última instancia la posibilidad de sentir, de pensar en voz alta y reflexionar entre todes.

Geonnitus
sabado 21 (18hs) y domingo 22 de septiembre (17hs) en el IF (@investigacionesdelfuturo)
Boers 937, Villa Lynch
con entrada libre y gratuita