Acá, allá, en todas partes
por Constanza Chiappini
dibujo por Muriel Bellini
Hay un dicho que advierte: los sueños se cuentan después de desayunar, nunca antes. Es para que no se cumplan en caso de ser una pesadilla, o porque no serán reales si son alegres.
Una vez soñé que Luis Miguel me daba un autógrafo y al día siguiente lo busqué en el cajón de las bombachas donde recordaba haberlo guardado. No estoy segura si eso fue parte del sueño o sucedió de verdad, fue hace más de 20 años.
En fin, tener encuentros oníricos con gente “famosa” es una de las fantasías más inocentes de la inconsciencia, por divertida, porque parece que saltamos la valla al encuentro de alguien o algo, en una situación X y que es plausible de que con ese mismo envión salgamos en la tele de colados.
Pero ahora que la tele somos todes, no hace falta codearse, o contar y descontar al otro día por superstición. Tampoco es necesario tener cable para enterarse de lo que pasa alrededor del mundo, o en la región y ni hablar de acá nomás.
Voy a empezar comentando que en estos últimos años la travesía de les artistas habituados a hacer residencias y formaciones interprovinciales se vio un poco entorpecida. En parte porque en la temporada pasada nos golpeó la pobreza del subsidio y la falta de credibilidad en todo aquello que no comerciara con el puerto. Así fue que nos quedamos un rato quietos y circulamos poco y nada entre las ferias.
Ahora que se cerraron las fronteras efectivamente, sucedió que volvimos a mirar hacia adentro sin movernos, hacia donde las cosas perduran un poco más en el aire ya que se disipan con otra lentitud. Este es un periodo en que el tiempo se adjudicó una presencia tangible y a veces ardorosa. En el que también resurgieron una serie de relatos y registros que abrevan en la construcción de una historia del arte contemporáneo que rara vez pasa o pasará por los museos hiperventilados.
En este andar fronterizo aparece el documental Creer o Reventar de Julia Rossetti, que estuvo en circulación durante junio a través del canal de Intemperie. Julia dispone, desde la voz de sus propios hacedores, las historias que construyen un logos particular pero no individual, donde el hilo conductor es la experiencia de la artista recorriendo diversas locaciones en el mapa, participando en residencias, tramando encuentros, ensamblando una cosmogonía que reúne y salva las distancias. O mejor dicho, nos salva a nosotres a través de estas operaciones afectivas. Para ello Alejandra Mizrahi escribió un hermoso texto de presentación del primero de los “vivos” que se hicieron al lanzar el Capítulo I de Creer o Reventar. Entre la crónica y la reflexión cuenta el momento en que se conocieron con Julia, allá por 2015 en Tucumán y arma un bosquejo de esta red de trabajo que se viene construyendo entre artistas desde hace años.
Hay algo de los proyectos autogestionados que simula un paso de postas a lo largo del tiempo, a otra velocidad y de forma descentralizada. Parece ser más acorde a este momento de ralentización del cuerpo y del pensamiento. Parece también, que la escena federal es una especie de hidra, cada vez que le cortan una cabeza salen 2 y que en todo esto, sumando refranes, el diablo sabe más por viejo que por diablo. La obra de Julia es parte de este movimiento, ahora que orbitamos sin poder tocarnos, ahora que vemos un poco más allá de las luces apagadas de la ciudad que supuestamente nunca duerme.
Trabajar con Julia y Ale en la propuesta reforzó el panorama de encabalgamiento de proyectos, tocar uno hace que se abra un abanico de lo que se viene elaborando desde hace años. Es algo que ya sabíamos, que está en nuestro statement. Pero da la sensación de que recién ahora lo vemos en las teles personales de forma pseudo masiva. Lo escuchamos en entrevistas, diversas notas y reconocimientos. No sé qué tan tardíos serán, si durarán más que este momento de excepción, si los archivos que se están acumulando revisarán en algún momento una labor tan ardua como gestionar en el propio territorio.
Pienso también en el ejercicio de llorar la carta, o el drama catártico y que me aburren soberanamente. Pero por sobre todas las cosas pienso en la sustentabilidad, económica y emocional, para que no derive solamente en el recambio generacional para cuando une se canse. Aprendimos el concepto de resiliencia y nos abrazamos a él como a una bolsa de agua caliente porque nos definió, por un rato.
Creo que es el pesimismo de los 15 minutos de fama y de la frustración del buen sueño que ni contándolo en ayunas se hará cierto. Es ver caras amigas en videos y tomarse el tiempo para volver a recorrer la historia cotidiana del exilio de les artistas, de quienes se quedan resistiendo y proyectando, levantando casas y barricadas sin ninguna seguridad de “éxito” por más efímero que sea. Se puede elevar una crítica más ácida y recalcitrante a lo vicioso de lo antropológico en algunas miradas, a la extrañeza y a la proeza. Al supuesto feedback y la burbuja comercial, al derecho de piso, a ser digno de sostener la espada, a los privilegios y sobretodo a la falta de. Nombrar la procedencia no es exotizar ni arrojar un manto bucólico para tapar desigualdades. Tampoco es un reproche a quienes están trabajando por la divulgación de lo ya hecho y son conscientes del esfuerzo. Es quizás que a veces veo una autopista al frente y me imagino a todes nosotres yéndonos, ahora que no podemos.
Escribo esto el 17 de Junio de 2020, día del paso a la inmortalidad del Gral. Martín Miguel de Güemes, un caudillo.
A Intemperie lo coordinamos con Gonzalo Maggi. Es una proyecto de difusión, circulación y amor de procesos, obras y artistas de las provincias. Integran el staff: Julia Rossetti (Corrientes), Alejandra Mizrahi (Tucumán), Gisella Scotta (Córdoba), Malcon D’Stefano (Santa Fe), Camila Carella (CABA), Francisco Vazquez Murillo (Santa Fe), Gonzalo Maggi (CABA) y quien les escribe, Constanza Chiappini (Chubut y Córdoba).
Acá van los links del video y el texto.
http://www.enlaintemperie.com/
https://www.youtube.com/watch?v=BZIPI07Iy4w&list=PLkLYxh2ZzOgySODArNXDj07hTUkMte-lW
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Creer o Reventar
Mecanismos para templar la espiritualidad
por Alejandra Mizrahi
Luna llena. Mi madre me llama para decirme que solo a las personas que tienen los pies en la tierra, la tierra no las llamará hoy. Me cuenta que hoy bailó con la luna, que la luna de mayo es la más especial, la luna taurina. Acompaña su relato con mensajes de WhatsApp que explican el porqué y el cómo este astro tiene hoy una importancia inédita. Hace como un mes que no veo a mi madre. Miento. Las dos estamos encuarentenadas como muchxs de ustedes, pero ella se escapa de su paraíso de yunga tucumana para traerme cualquier cosa que encuentra al microcentro. Como si esa “cualquier cosa” fuera el permiso que necesita para pasar a verme. Me gusta pensar que la detiene la policía y no tiene ningún papel habilitador para transitar, sino un prendedor de flores -que ella dice que es mío y lo olvidé en su casa, lo cual yo no recuerdo-. Así, ese prendedor de flores es el permiso para que llegue a la puerta del edificio, yo baje, la quiera abrazar, ella me extienda el codo, nos miremos con complicidad, y sin importarnos nada, nos abracemos. No sé de dónde salió ese prendedor, pero de repente es mío y siempre lo fue. Gracias mamá por traérmelo y por evadir ese absurdo codo. Creemos y reventamos, reventamos creyendo. La luna está hermosa, entra por una ventanita del cuarto del lavadero. Prendo el palo santo y agradezco que la tierra no me haya llamado hoy.
Abajo del depto venden panchuques. El vendedor puede vestir remera naranja o azul. Para saber si va a ser un buen día o no, intento adivinar, antes de levantar la persiana, que color lleva hoy: azul o naranja. Vengo acertando bastante, a veces especulo con cual tenía puesta ayer, y repito, porque el panchuquero no se cambia todos los días de remera, puede repetir la naranja varios días seguidos. Hoy dije azul y lleva puesta la naranja.
Ni idea que está pasando. Ya probé todas las teorías conspirativas, todas parecen conspirar entre sí o contra mí. Ya leí a todxs lxs popes contemporánexs, pero no me terminan de convencer, a veces si, otras no. Vamos y venimos, ¡qué me importa China! Creo que lo más certero que encontré en estos días es la luna de mayo, la remera del panchuquero y “Creer o Reventar”. La razón no encuentra verdad. Por fin experimento la inexistencia de La Verdad, aunque también las verdades han caído en un terreno sinuoso. A una prefiero millones, y de las millones de verdades siempre me inclino por la de lxs artistas. En esta coyuntura intuyo que hay una serie de artistas que hace rato vienen trabajando, investigando y viviendo de un modo que puede echar luz a toda esta oscuridad. Mi intuición tiene un nombre y apellido: Julia Rossetti, quien durante algún tiempo se concentró en investigar, bucear, entrevistar y meterse en la casa de varixs artistas de distintas provincias que producen y habitan el arte como medio que, a veces, toma la forma de autoconocimiento, otras de espiritualidad y hasta de religiosidad. Julia lxs puso en unos maravillosos videos que hoy tenemos oportunidad de ver uno tras otro en la web.
Una de las hipótesis que puedo arriesgar a partir de sus discursos y producciones, es que lxs artistas de “Creer o Reventar” conciben la práctica artística como mecanismo para templar su espiritualidad. De más sabemos que en las provincias existe un fuerte arraigo a diversas tradiciones tanto religiosas como identitarias, desde el catolicismo hasta las distintas manifestaciones del arte popular. Lxs artistas que Julia presenta parecen mediums que nos conectan como espectadores/participantes con otras realidades. Lo místico, lo espiritual, lo ritual, las creencias, el autoconocimiento, parecen ser aquí la materia misma de lo artístico.
El escritor santiagueño Bernardo Canal Feijóo, estudioso de la cultura popular de su tierra, escribe sobre las maravillosas sobrecamas tejidas en telar que se realizan tradicionalmente en muchos pueblos de Santiago. En relación a como tejen entre tramas y urdimbres un paisaje ausente, nos describe una situación monte adentro: “Y si viera mi cama. Mi cama es un jardín […] Pues que lo había dicho, no necesitaba ya ver su cama. En la espesa penumbra del rancho ocluso estaría reverberando de alguna sobrecama palpitante, de colores tan vivos que parecen entrar en movimiento, animarse a la existencia biológica.” Recordé esta cita de Canal Feijóo viendo los videos de “Creer o Reventar”, porque algo de eso que hacen las teleras parece estar latente en la producción de estxs artistas. Como el paisaje carece de colorido, como los ranchos se asientan sobre un suelo infértil, es allí y tal vez por esa misma razón, que las teleras reponen todo aquel paisaje fecundo en sus sobrecamas. Como el mundo ha perdido conexión espiritual, como la gente no cultiva ya la religiosidad, es allí y tal vez por esa misma razón, que lxs artistas de “Creer o Reventar” reponen la dimensión espiritual a través de sus obras.
Leo y releo un texto que me encanta de Dora García a propósito de las investigaciones artísticas: “Más mística que racionalista, alcanza verdades que la lógica no puede alcanzar”, veo a Julia como marca de agua flotando a través del texto. A Julia me gustaría ponerle este nombre como epígrafe. Recuerdo cuando la conocí en 2015, venía a presentar este proyecto en Rusia galería, un proyecto de gestión independiente de tucumán, en el que trabajamos varios años con muchxs colegas artistas. Julia traía para presentar artistas de Corrientes, relato al que se iban a sumar artistas tucumanxs, luego marplatenses, salteñxs, misionerxs, cordobesxs, neuquinxs y así, casi hasta completar el mapa federal.
Nos juntó el arte, nos conectó la provincianidad, quiero decir: la provincia y la vecindad. La vecindad tiene sus rituales, sus maneras de aproximarse, sus formas cordiales de tratarse, hasta que entramos. Y entramos porque de vecindad en vecindad nos fuimos conociendo. Curadora, Rusia, La Cripta, Limbo, Barda, Casa 13, Manta y hoy, Intemperie, barrios que nos fueron acercando, no solo a nosotras dos sino a un montón de artistas con lxs que constelamos en la provincianidad. En estos distintos sitios hemos construido nuestras ideas del arte, de cómo hacerlo, de cómo y con quienes compartirlo. En estas vecindades hemos aprendido que las prácticas artísticas son complejas, y que cada territorio suma su especificidad al mapa federal. Los relatos de lxs artistas que presenta Julia en “Creer o Reventar”, nos llevan a las distintas provincias, nos hacen entrar en sus casas, talleres y altares, y a través de sus tonadas, nos reconectamos con el ejercicio que enciende la mística del arte.
Descripción Proyecto
CREER O REVENTAR fue gestado en el marco de la Residencia Curadora para artistas gestores en marzo de 2015 en San José del Rincón, Santa Fe. En julio de ese año a partir de la Residencia para curadores independientes organizada por Espacio Cripta en San Javier, Tucumán y gracias al impulso del encuentro con otros curadores y gestores, se realizaron los primeros registros en Corrientes. Los artistas participantes fueron sugeridos por sus pares en cada destino. Con ellos se conversó sin guión previo sobre alguna obra determinada, el imaginario y la simbología propia y apropiada en ella operados, el sentido que dan a su práctica, sus pequeñas devociones, sus rituales y ceremonias. El primer destino de Creer o reventar fue Rusia/Galería de San Miguel de Tucumán en agosto de 2015, ocasión en la cual se registraron los encuentros con Blanca Machuca, Sandro Pereira y Natalia Lipovetzky. En octubre del mismo año los testimonios correntinos y tucumanos fueron compartidos en Casa 13 y con el apoyo de Unidad Básica en Córdoba Capital y tuvieron lugar los encuentros con Julia Tamagnini, Cuqui y Christian Román. En mayo de 2016 el proyecto viajó a Casa Yakuzi en Mar del Plata, visitando a Juan José Souto y Sergio Colavita Lacoste. En marzo de 2017 pasó, en el marco de Proyecto Trenza, por La Arte en Salta, donde se llevaron a cabo los registros junto a Amatista, Matías de la Guerra y Ana Benedetti. En octubre de ese año gracias a la Beca Línea Movilidad del Ministerio de Cultura de la Nación aterrizó en Manta – Taller Residencia en San Martín de los Andes, Neuquén, sumando la participación de Sasa Mai, Francisco Amoroso, Carolina Arias y Lulu Bonato. El último destino de Creer o Reventar fue Contralmirante Cordero, Río Negro, en el marco de la quinta edición de la Residencia Barda del Desierto donde Marina Cisneros, Mauro Rosas / Fabián Urban y Tapunumã Pataxó fueron entrevistados en enero de 2018. Creer o Reventar, propone otro recorrido de la escena nacional: un itinerario federal, emotivo, construido a través de los vínculos interpersonales, la sincronía y el flujo de energía que hace que nos encontremos. Abrazando el azar y la deriva y haciendo carne de las redes afectivas para impulsar una mirada rizomática y múltiple. Tomando conciencia del artista como un productor de símbolos, un operador de connotaciones y no sólo un fiel devoto; un posicionamiento en el límite entre las prácticas populares y la apropiación individual. Pensando las resignificaciones con fines estéticos, intelectuales o emocionales como operaciones de sincretismo que activan sentires colectivos. En esta línea de pensamiento se inscribe también la producción de Julia y por ello mediante esta polifonía confiesa, se interroga y da respuesta a sus propias y más íntimas inquietudes.