Las tres desgracias del arte actual

por Pablo Rosales

En un artículo anterior en El Flasherito intenté abordar la categoría estético eufemística de Lo Interesante. El título al que me refiero anunciaba en forma concluyente (y quizás apresurada) “Lo interesante soy yo”. Ahora me gustaría completar aquella tarea con otro lugar común complementario. Me refiero por supuesto a la cuestión de Lo Divertido. Aunque Lo Divertido pareciera estar perdiendo relevancia en estos interesantes tiempos que vivimos, creo que merece su consideración para comprender cómo hemos llegado aquí.

Lo Divertido tiene un acento de clase, es un término distinguido porque es utilizado casi exclusivamente por coleccionistas o funcionarios culturales de alta jerarquía y origen social.

Así como Lo Interesante aparece con el giro a la fealdad del arte moderno, y anuncia el fin de la búsqueda de la Belleza que justificó los esfuerzos artísticos durante siglos, Lo divertido se expresa bajo el supuesto de que lo Bello sigue siendo un valor constante y sonante. Lo Interesante se expande mientras el arte se profesionaliza imitando el modo de la carrera de “investigador científico”, aspirando a becas y subsidios; Lo Divertido resiste en la subsistencia de un arte como bien de cambio, y su escenario de pronunciación por excelencia es la galería de arte o la feria de arte contemporáneo.

La feria de arte podría pensarse como un territorio en disputa donde las fuerzas de Lo Divertido y Lo Interesante se enfrentan sin cuartel. En el caso de ArteBA (nuestra feria de arte local) tenemos por un lado a los curadores y proyectos como Dixit, el espacio de ediciones y la sala de conferencias luchando por imponer su interesantés, y por otro lado tenemos el barrio joven, los coleccionistas, art dealers, fiestas y zonas VIP apostando al diversionismo.

Lo Divertido es también una puerta de entrada a Lo Interesante. “¡Qué divertido!” es una expresión que quiere demostrar un interés evitando un compromiso total con la obra de arte a la que se encuentra expuesto. Es una demanda por conocer más, parece decir: “Por favor, mantenme interesado”.

Si bien dije que Lo Interesante es complementario de Lo Divertido, no se me escapa que el antónimo de Lo Divertido es terriblemente Lo Aburrido. Lo Aburrido es lo innombrado, la negatividad pura, es un abismarse en el ininterés. En gran medida debido al salto tecnológico más reciente, Lo Divertido y Lo Aburrido son producidos en masa y repartidos por el entretenimiento, el espectáculo y los grandes administradores del tiempo moderno cuya característica principal son, como sabemos, la aceleración (del tiempo mismo) y la escasez de atención. Por ello el arte va siendo paulatinamente enajenado de su diversión, que se ha vuelto sospechosa de espectáculo o publicidad y se aferra cada vez más a Lo Interesante. Si Lo Interesante concentra la atención volviendo el tiempo más “productivo”, Lo Divertido se sabe restringido en su duración, lo divertido es un pasar. Convertir al sujeto divertido en interesado, parece ser la tarea del arte de hoy.

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