El secreto de ser una silla

Por Ana Inciarte

Dibujo por Andrés Aizicovich

– Buen día, bienvenida, querida joven. Sentite como en tu casa, porque esta es la casa de todos, la tuya, la mía. No lo dudes ni por un instante. Jamás dudes.

– Muchas gracias por la bienvenida, viajé millones de segundos durante miles de horas para llegar hasta acá y me siento muy feliz de ser parte de este centro barrial de influencia interplanetaria.

– Nadie te preguntó cómo te sentís, así que solo sonreí. Necesito verte simpática y disponible en todo momento.

– Para eso me ubicaré en lugares estratégicos.

– Bien. Estas personas que me sirven los más exquisitos manjares y limpian todo a mi alrededor a cada instante son tus nuevos amigos. Saludalos siempre amablemente sin que escuchen tu voz.

– Me interesa nutrirme de lxs que me rodean para crecer humanamente.

– ¿Ensayaste en tu casa tu postura servicial? Es momento de ponerla en práctica, ahí vienen mis amigos y les compré mucho vino, así que lo más probable es que se enojen con facilidad si no te transformás en una silla.

– Oh, pero ¡no sé cómo hacerlo! He leído mucho sobre transmutación y alquimia, pero jamás lo he puesto en práctica.

– Grandes conceptos artísticos que llevamos en lo más profundo del corazón. Convertirte en silla o en cualquier objeto insignificante es muy fácil. Y lo mejor es que no depende de ti sino de nuestros contactos en toda la galaxia y sus alrededores.

– Cuando le cuente a mis amigas y a mi familia, que soñó con verme triunfar, que la democratización de la cultura guarda el secreto de ser una silla van a emocionarse tanto, tantísimo.

– Así es, querida. Lo más maravilloso es que no sos cualquier silla. Sos una silla blanca, pulcra, impoluta que combina a la perfección con las paredes.

– ¡Ahhhh y me blaquearé aún más si permanezco muchas horas sin ver la luz del sol! Cumpliré con todos los requisitos sin siquiera proponérmelo, cuánta dicha.

– Me encanta tu actitud.

– Perdón.

– ¡Y culposa, qué maravilla!

– ¡Soy feliz! Feliz soy.

– Ahora, para ser aún más feliz tendrás que cumplir con todas las tareas que te asigne telepáticamente y las harás desde tu teléfono celular.

– ¿Y eso lo haré siendo una silla?

– Qué joven tan inteligente, no hay necesidad de explicarte mucho.

– Jamás pensé que podría vivir algo así. Somos tantas las personas que deseamos esto, y ¡poco a poco voy conociendo el secreto! Soy única, soy única.

– Sabés hablar inglés y manejás amplios conocimientos en todos los campos existentes e inexistentes, ¿cierto?

– Así es, oh, gran tesoro. Y lo que no sé lo aprenderé en mis noches de insomnio.

– Convertite en columna patrimonial en 3, 2, 1…

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