Ingresás al sector del Arsenale, antigua base naval de la ciudad, un inmenso predio cubierto de aspecto fabril. La entrada está flanqueada por Double Elvis, una enorme pintura de George Condo; A continuación Old food, del inglés Ed Atkins: una video-instalación en un espacio iluminado teatralmente donde se disponen vestidores con cientos de trajes de época, como los que se usan en las películas históricas. Varias pantallas reproducen en loop animaciones en los que avatares humanos viven escenas dantescas, intercaladas con poesía impresa o hablada. Atkins compra los avatares preconstruidos y luego los anima con un software de reconocimiento facial, resultando en relatos perversos y divertidísimos: sobre un fondo blanco se deposita un pan de hamburguesa. Inmediatamente caen del cielo unas hojas de lechuga, rodajas de tomate, docenas de cuerpos de bebés, luego un chorro de mayonesa, neumáticos, una pila de libros, un chorro de mostaza, la bandera británica, un huevo frito y luego otro pan, completando el combo. El video es larguísimo y ensaya múltiples variantes, todas disparatadas.
Otra imperdible pieza en video que se extiende en varios sectores de la Bienal es BLKNWS, de Kahlil Joseph: un canal ficticio de noticias que borra cualquier frontera entre periodismo, arte, los discursos motivacionales y la comedia stand-up en una sobresaturada sopa primordial.
Primeras impresiones: si bien es una bienal politizada (temáticas de crisis, inmigración, problemáticas raciales y diversas formas de violencia) se agradece la ausencia de textos redundantes, de data dura sobre-explicativa y pontificante. Es una muestra retiniana: las obras son de gran impacto visual, hay materialidad y objetos. Pintura, escultura (estupendas cabezas en bronce/fuentes de feng shui de Nicole Eisenman), animación 3D (Jon Rafman, en un largometraje demencial), video-instalación (Hito Steyerl, con una «predicción sobre el futuro de la humanidad»), obras en realidad virtual (Dominique Gonzalez-Foerster), piezas de gran despliegue tecnológico (el inmenso brazo robótico de Sun Yuan y Peng Yuetc que pinta con sangre en una cabina de plexiglás).
Finalizando el recorrido por el Arsenale podrías cruzarte al pabellón argentino, o ir hacia los Giradini para ver la segunda parte de la muestra colectiva.

Si deseas cruzar al pabellón argentino, haz clic aquí
Si preferís dirigirte hacia el pabellón central, en los Giardini, haz clic aquí

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