Alrededor de la capocha de Goliat
por Marcos Perearnau
Este libro es un moco.
Que intenta unir pensamiento y acción. Por eso es difícil de leer, porque lo conurbano no es una sustancia, identidad o sujeto, sino una adherencia, una viscosidad, un aglomerante, en todo caso, para Sebastián, una práctica y vivencia.
Por eso el libro se presenta como un programa de acción, que realiza consecuentemente consigo mismo. ¿Cómo es ese programa? Es un programa de acción vitalista, latinoamericano (antropofágico, neobarroco), sur realista utópico, re-teórico: que en el fondo tiene como objetivo “conurbanizar las prácticas”.
Conurbanizar, es decir, llevar al verbo el sujeto o sustancia, a la acción.
Y ¿para qué conurbanizar las prácticas? Para vivir con/junto a las cosas, las personas, los signos. Sebas busca un habitar, un estar, arraigar, “hallarse” en un lugar, “hallarse” eso es popularmente una investigación a través de las intuiciones del cuerpo. No me hallo. Hallazgos de la promesa en la vivencia, es el rasgo de lo utópico en Sebas. Un más allá en el más acá, no algo que te captura, un lugar del que no te podes salir, sino encontrar un lugar en el estar que te saca, por el que podes fugarte. Fugarse siempre es del individualismo hacia un nosotros, al pueblo, lo sentido y los sentidos. Se trata de un “re-busque” concepto hallazgo que vincula nuestra existencia y rexistencia como docentes, re buscándonosla para vivir,
re-existir. El rebusque como forma de investigación permite ligar, pegar con moco, a la existencia de cualquier persona que se la rebusca para sobrevivir. Es un concepto popular de investigación que devuelve conciencia de trabajador a quien investiga y da clases. El que se las rebusca busca enganchar una cosa con otra, el alargue del alargue del alargue. En la lengua de Sebas diríamos “conurbaniza”.
Hablemos de esa práctica, ¿Cómo lo hace? ¿cómo conurbaniza?
Bueno, en este libro, como una práctica de escritura sobre la lengua. Es un apriete conceptual a las palabras, extraerle la acción, se retuercen las palabras en conceptos, y se hace menjunje, salsa, barro, guiso, en ese retorcer, revolver. Es una escritura performática, que se vuelve una práctica, en el caso de Sebas, mañera, arisca, advertida, difícil de atrapar porque se zafa del lugar común, está en constante observación y revisión del flujo de las palabras, para no pisar el palito de decir lo mismo. Pareciera que va pasando por las palabras viendo a cuáles les chorrea algo y con el cuchillo les acomoda el dulce de leche. Las torsiones y
revueltas de la lengua se parecen también a las vueltas del territorio conurbano, que no va derecho porque sino se come la curva. Es una escritura que tiene algo de tren, y de caminata, las conexiones urbanas en el conurbano como señala Adrian gorelick salen de la grilla. Y tiene algo de despeje, de hacer lugar, escarbar, para que lo otro de lo instituido, mediatizado, pueda hablar a través de su voz. La voz de Seba es una que fue tomada o está en la garganta del Conurbano, del otro.
Obviamente en ese andar va desdibujando las fronteras entre mito y ciencia, acción y pensamiento, ver y decir, vivos y muertos, presente pasado y futuro proponiendo otra distribución de lo sensible.
Uno de los desafíos del programa de acción es ¿cómo desontologizar o sacar al conurbano de la Metafísica de la identidad y del sujeto?
En primer lugar, Rompiendo su unidad, no hay 1 conurbano, hay conurbanos. Hay pluralidad de teorías, hay diversidad de voces e imágenes, diseminación, semillas Por aquí y por allá.
En segundo lugar, Si hay pluralidad, hay que reunirla, editarla, articularla, montarla, se solicita un arte montajista para organizar su aparecer diverso, mutante.
En tercer lugar, componer un nosotres, una comunidad, un hacer con-junto, menjunje, moco, gel aglomerante. Es un desafío porque las partes están dolidas, dañadas, no está todo bien. Y eso hacen las universidades: “la universidad pública es donde la transformación cultural de una comunidad puede acontecer”. Y eso es lo que se performativiza en la escritura de Sebas. Un docente artista/gestor, performer y perforador del saber, el que lo agujerea y lo saca del aula, lo disemina, desparrama. Escritura en banda la de Sebas, colectiva, confabulada, si no, nos hacemos moco.
Y la pregunta que recorre todo el libro es una pregunta por la universidad conurbana, no tanto qué es, su identidad, sino cómo se hace, yo diría, moco, y su relación con lo no universitario, lo que está afuera de ella, quienes quedan afuera de ella. Seba incluye en el texto las voces y escrituras de otros, sus estudiantes. Así se hace moco.
Si tuviéramos que explicitar ese programa de acción, podríamos decir que los pasos a seguir serían:
Salir de tu lugar, un viaje hacia lo otro
Componerse, alterarse
Una vivencia, dejarse atravesar
Ejercitar Modos de ver, decir y actuar
Tener una práctica
Se entrena mirando los enunciados y visualidades
Armar grupo: un nosotros
Articular con el afuera de la universidad, el museo histórico al lado de la UNPAZ
Publicar
Volver algo público
Presentable
Pensaba, en relación a ese programa de acción, devolverle con un gesto o gesta de la autogestión y autodigestión: una acción sencilla, que es censurada cuando somos pequeñxs: comerse los mocos. Ese elemento aglutinante, pegajoso, que ocultamos debajo de los bancos, al costado de sillas. Una materialidad siempre oculta, que realiza su función de protección, desapercibida.
El ejercicio sería: sacar la lengua rollinga, y autoenvolverla, plegarla hacia sí, para llevar el afuera adentro y alimentarse de sí misma, vinculándola con su hambre.
El barro es agua y tierra, el moco es agua 95% con sales, lípidos y proteínas, la proteína mucina que genera la viscosidad y adherencia. Lo producen unas células para proteger a nuestros órganos, sobre todo los respiratorios y digestivos del arrastre del afuera. El moco es un resto, pero del cual es difícil de deshacerse. Lo tiras al piso y se pega en la suela.
El otro día, en los principios del laísmo decíamos que:
Está todo pegado con moco (enunciado referido a la totalidad)
Hechos moco estamos (enunciado ontologico, nuestro ser)
Es un pibe moco (enunciado sujeto referido al particular)
No te comas los mocos (enunciado digestivo)
Mandarse un moco
No es moco de pavo
Para cerrar, quisiera imaginar con ustedes una escultura. Una escultura hecha de mocos, ubicada en la entrada de la escuela, donde cada quién puede pegar su moco, y un moco, sobre otro moco adherido, van componiendo una masa aglomerante, leudante, que da asco tocar, como lo sagrado, pero que al entrar en contacto con nuestro dedo en cuya punta hay un moco propio, se pega al del resto, y se vuelve un mocomún.
PIBXS MOCO. Una propuesta participativa para abordar con jóvenes y docentes las fallas de los dispositivos educativos. Vamos a poner sobre la mesa a este personaje monstruoso y poco deseado en el aula, que suele vivir pegado debajo de las tablas de los bancos.
Descargar el libro de Sebastian Russo Bautista: https://edunpaz.unpaz.edu.ar/OMP/index.php/edunpaz/catalog/book/113