Un espejo que se desplaza a lo largo del camino

por Guadalupe Arriegue

dibujo por Lino Divas

Anibal Jarkowski, en sus clases sobre Juan José Saer, señala que si bien hoy en día nadie pensaría que la relación entre el referente y la cosa representada sea de pura correspondencia −ya que en el lenguaje nada es transparente−, hay una virtud en quienes insisten en ir hasta donde más se pueda en el problema del objetivismo. Reconocer la imposibilidad, y aún así ver hasta dónde se puede llegar con lo que podríamos considerar “realismo”, es un acto de valentía, compartido por Julia Levstein en su exposición Unlugarenorme. Cabe preguntarnos por la capacidad del lenguaje de acercarse lo máximo posible a las aguas turbulentas de lo real: las orillas del Río Paraná o las aguas subterráneas bajo el Popocatépetl.

La poesía argentina de finales de siglo xx tiene mucho de ese gesto de desconfiar de lo literario grandilocuente y habitar la incertidumbre. Pienso en, por ejemplo, la generación de poetas de los ’80 y ’90 en Rosario. Daniel Helder dice que muchos de los rasgos de su poesía tienen que ver con un salto de lo universal a lo municipal. Las obras de Julia Levstein también se inscriben en ese impulso. En sus dibujos, copia veredas que transita en las ciudades en las que vive: Rosario y Ciudad de México.

Entre orillas, se revelan prácticas distintas. En Rosario, saca el escritorio a la vereda para calcarla −en una suerte de frottage− y luego pintarla. Y en Ciudad de México, en cambio, utiliza técnicas protésicas −como la cámara de celular− para dibujar fotos con pinturas en un block de hojas. La práctica deambulante es un rasgo de la poesía. Rosados y lilas tiñen las baldosas y las tardes rosarinas, donde existen las ochavas, bien distintas del estridentismo mexicano, visible en la señalética y sus glifos. Dos ciudades, muy latinas, y bien diversas.

Tanto el libro gigante litoraleño, como el gran mural mexicano son cartografías que nos devuelven, de cabeza, a la pregunta por el mapa en términos de “mundo en un pañuelo”1. Una cosa chiquita que tiene el cosmos. En la pieza editorial gigante, Julia nos convierte en Pulgarcita. Pero, al mismo tiempo, la imagen en el libro está a escala humana, 1:1. Entonces, las dimensiones se confunden y perdemos la referencia. Escalas, adentro/afuera, el mundo como escenario, el libro como escena. La platea de cemento2, que sostiene a la pieza editorial enorme, es la calle pero también la base para una casa o una película. “Todo el mundo es un escenario” dice en la puerta el teatro El Globo. Acá, el escenario es la vereda: ese entremedio por donde pasa de todo. Fragmento espacial poroso y colectivo entre la casa y la calle. En ese camino se escribe el poema, y es una obra. Las llaves que la artista retuerce para producir grafías −como las plastigrafías de Xul Solar− dicen algo que Julia sabrá traducir.

Quien puede practicar en el siglo xxi un trabajo que se proponga en términos realistas tiene mucho para hablar de lo desconocido. Esa tensión del lenguaje, y la pregunta por la lectura, es una de las claves que trae la exposición. ¿Dónde acontece la literatura? ¿Adentro-afuera del poema? El poema es una casa, el libro un tránsito, el mural un mensaje. Entre el policial inglés y el objetivismo poético, nos habla de lo que pareciera no importar, y al mismo tiempo guarda lo más secreto. El lector. Y su capacidad transformadora de la realidad.

El mensaje oculto de la poesía visual se cuela en los espacios de tránsito. Está en los silencios, lo no escrito y el espacio libre. Entre el gris de la pared, de la calle, asfalto y dibujo. Hay mil colores adentro de un color y mil ciudades adentro de una ciudad. El universo es biblioteca, bosque y jardín de símbolos. La poeta camina por ahí, en busca de verdad que es igual a imaginación. Y resulta que es bastante gris, sórdida y un lugar enorme. Como la poesía y la ciudad.

1- Le debo a Silvia Gurfein la etimología de la palabra, la cual abre lecturas en relación a las materialidades, visualidades y tecnologías.

2- Esta lectura surgió de una práctica dialógica colectiva, en el marco de la materia Imágenes y literatura, de la Escuela de Arte y Patrimonio (UNSAM) durante la visita a la exposición.