Sobre Desvelo
Por Bruno Mendonça
Dibujo por Lino Divas
No es casualidad que la actual exposición individual de la artista Ginevra Landini se titule «Desvelo». Este estado parece ser lo que Gini ha entendido en los últimos años como parte fundamental de su proceso creativo. Un acto o efecto que se transfiere, se materializa visualmente en las obras. El carácter fantasmal, espectral, a veces oscuro o etéreo, erótico y primitivo proviene de esto.
Como la obra parte de este estado, podríamos decir que los dibujos, pinturas, objetos, esculturas e instalaciones creadas por la artista son como símbolos de una corporeidad expandida.
Es sobre habitar esta zona liminal entre la vigilia y el sueño: ese instante ambiguo en el que los párpados pesan, pero el pensamiento insiste. Es en ese umbral hipnagógico – donde las sensaciones se agudizan y las imágenes mentales se materializan con intensidad involuntaria.
Este lugar seco y húmedo del desvelo coloca al soñador (en este caso la artista) como una figura activa: que produce la realidad y que imagina futuros posibles, es decir, está lejos de una pasividad del sueño.
Estos futuros posibles, o mejor dicho, tal vez, este presente posible que se encuentra en la poética de Gini, me hace recurrir al texto de Eduardo Mielo sobre la obra literaria de la poeta argentina Susana Villalba – a quien podríamos ubicar como una especie de figura en un posible árbol genealógico artístico donde habita la artista Ginevra Landini.
En su texto, Mielo aborda el título de una serie de poemas de Susana Villalba llamado “Oficiante de Sombras”, un término/expresión que para mí conecta estrechamente con la obra de Landini.
A partir de conversaciones con Villalba, Mielo va a escribir: El arte es el encargado de crear otro mundo, distinto del que vivimos, pero inmerso en él, un mundo donde se pueda vivir. La noche, lugar del sueño, se presenta como el lugar de la visión totalizadora y, por tanto, de la revelación. De noche pasan las sombras de todo lo que fue. La noche es pasado, presente y futuro. La noche es polvo. Vendrá del polvo el otro mundo. El polvo volverá a tener sentido, será otra palabra y creará otro mundo. Para eso es necesario unir los separados. ¿Qué abismo personal, qué sima del sentido, es necesario cruzar?
Por lo tanto, frente a una realidad agotada por el cansancio, desvelo elige sostener lo frágil, imaginar lo improbable y construir, desde ese borde tenue entre lo visible y lo invisible, una política del hacer.
Esta política del hacer, o esta política del gesto, que recurre a prácticas más abstractas, propone pensar otros mundos posibles desde la presencia en el mundo per se, optando por abrazar el fracaso del lenguaje – que es algo que a menudo cuesta a la palabra misma, a la figuración y a otras prácticas artísticas, solo para provocar un poco.
El artista lidia con las fallas y trampas de “poder hablar, comentar o representar el mundo”, y como señalará Susana Villalba – de alguna manera es fundamental o “mejor” pensar el artista como ese “oficiante de sombras”, o sea, una figura que usa la intuición como generadora de conocimiento.
Este conocimiento no es epistemológico, teórico ni se trata de verbos imperativos; es de un orden diferente. Es una forma de intentar escapar de lo que la filósofa Suely Rolnik llama «imagosfera», un sistema contemporáneo en el que estamos inmersos y que abarca la vida por completo. Para Rolnik, la imagosfera se refiere a la capa continua de imágenes que se interponen como un filtro entre el mundo y nuestros ojos, cegándonos ante la vibración de la vida.
Esa ceguera, como señala Rolnik, que combina la identificación acrítica con esas imágenes, es lo que prepara y condiciona una desubjetivación, permitiendo así que todas nuestras fuerzas vitales sean atraídas hacia esta hipermáquina del lenguaje, en la que no hay espacio para las imágenes del inconsciente y su nanopolítica.
Es precisamente esta complejidad y captura del lenguaje y su desubjetivación lo que desencadena las reflexiones de Susana Villalba sobre la creación poética. Este lugar de sombras, estos símbolos de una corporalidad expandida, esa materialización del desvelo no es asociación libre y si lo que emerge de una coreografía de tensiones.
Ciertas prácticas artísticas usan la abstracción como forma crítica, donde la forma no es neutra ni decorativa y si es un vehículo para tensionar lo real, lo político, filtrándose como un microgesto, o sea, una forma de pensar el presente.
Muchas artistas presentes en este “hipotético árbol genealógico” donde está Ginevra Landini, tienen modus operandi, inquietudes y reflexiones similares y materializan este fallo del lenguaje, muchas veces a través del mínimo, de esta poiesis.
Esto genera una extrañeza en la obra porque más allá de estar situada en un momento histórico y conectada con distintos movimientos o corrientes artísticas, parece estar más centrada en profundizar este oficio con las sombras.
Cuando comencé a escribir sobre la obra de Ginevra, más allá de Susana Villalba, me venía también a la mente, constantemente, la artista colombiana Lucrecia Dalt y su poema «No Era Sólida».
En «No Era Sólida», Dalt escribe: ¿Puede la parálisis transformar a una persona en cosa? Siento que estoy cerca de manantiales, cascadas, estanques negros. Avanzo y retrocedo dentro de mis fronteras, detrás de una tímida fachada. Veo la luminosidad como un reflejo sin historia, sin hechos. Alcanzo la simplicidad con gran esfuerzo, como también hago un gran esfuerzo para no tener los peores de los sentimientos: ¡Que nada vale la pena! Un día decidí mirar hacia arriba y mi cuello se rompió como se rompe el mármol de trillones de granos de arena que sólo se pueden ver de noche. Delimitada, esbozada, inmersa en una bolsa negra de plasma. La oscuridad encantada, mi caldo cultural que tú aún intentas comprender…
un día por abajo de una jaqueta fofa plush, así canchera, medio pibe, Gini escondía una blusa de seda con una manga medio medieval… me intrigó mucho como era esta otra capa de ropa, pero solamente veía el detalle, por el frío quedé sin saber toda la noche…
* Desvelo puede visitarse hasta este sábado 9 de agosto en Valeries Factory (Vera 1350, CABA)