Te decidís por visitar el Palazzo Grassi: se trata de uno de los dos museos que posee en Venecia François Pinault, empresario dueño de una de las mayores fortunas del mundo (recientemente anunció la donación de dos millones de euros para la reconstrucción de Notre-Dame). Es un imponente edificio de mármol blanco de cuatro pisos, con salas que balconean a un patio central. En este museo, hace dos años, Damien Hirst se despachó con una ostentación de opulencia y vanidad en una mega muestra de esculturas de oro, bronce y acero que simulaban piezas rescatadas de un presunto naufragio. Mientras ingresás te sentís un poco abrumado por el lujo pero avanzás hacia la recepción, donde venden los tickets. La empleada podría ser una modelo de Gucci y habla un inglés fluido con la pareja de turistas que está delante tuyo. La entrada está salada: 16 euros, así que titubeando sacás tu carnet de periodista que photoshopeaste, imprimiste y plastificaste en un cyber café justo antes de venir. Es un carnet de la revista Ramona, una plantilla que circula entre amigos (no recordás si te la pasó Ariel Cusnir o Irina Kirchuk) Te estás preguntando porqué no imprimiste una de El Flasherito cuando te toca pasar: la empleada revisa el barato laminado de la credencial, duda unos instantes de la veracidad del documento y te mira de reojo pero finalmente te deja pasar ¡lo hiciste!
Subís las escalinatas fastuosas para encontrarte con las brumosas pinturas de Luc Tuymans, artista belga considerado uno de los pintores más influyentes de esta época. Tuymans ocupa un lugar central en una generación que retornó a la figuración, con temas heterogéneos que pendulan entre eventos históricos y la cotidianidad más banal (difusas naturalezas muertas, paisajes, interiores de departamentos, patrones de empapelados). Es una retrospectiva enorme, de más de cien obras. La austeridad de las pinturas choca violentamente con la suntuosidad faraónica del palazzo y un detalle te deja perplejo; el piso del patio central reproduce en un gigantesco mosaico de pequeñas piezas de mármol una de las pinturas más conocidas de Tuymans: un sencillo bosque de pinos que evoca un dibujo del sobreviviente del Holocausto Alfred Kantor. Un texto informa que los pinos habían sido dispuestos en los alrededores del campo de concentración de Schwarzheide, para ocultarlo de la vista del público. Lo que parece una grosera contradicción es una hábil paradoja moral, especialidad de Tuymans.
Salís del Palazzo Grassi y te sentás en una escalinata frente al gran canal. Los gondolieri pasean a los turistas, remando con parsimonia. Podrías visitar la muestra del museo de la Punta della Dogana, a pocos minutos de caminata. Por otro lado, te sentís un poco agobiado de la pompa y la riqueza de los museos.

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