A pesar que el bolso te pesa al hombro no querés esperar ni un minuto más y te dirigís a la estación para tomar el tren que te lleva a Venecia. Pocos minutos después te bajás en la estación de Santa Lucía y cruzás el Ponte degli Scalzi. Hordas de turistas se sacan selfies. Cientos de locales, uno al lado de otro, atiborrados de máscaras venecianas, payasos en cristal de murano, camisetas con rayas azules horizontales como las que usan los gondolieri o el personaje Tadzio en Muerte en Venecia, de Luchino Visconti. La cantidad de turistas parece engrosarse a cada paso. Parejas de coreanos en su luna de miel que llevan su propio fotógrafo personal para hacerles books de fotos. Mochileros estadounidenses preguntando dónde hay un Strarbucks. Contingentes de franceses malhumorados por la lluvia. La industria del turismo te marea y te sentís un poco asfixiado al tratar de cruzar entre la muchedumbre. Te detenés en un puesto a comer una porción XL de pizza por 2 euros mientras recuperás tu subjetividad. Para esquivar la aglomeración de personas podrías entrar a ver alguna muestra: Se te ocurre ir al museo de la Punta della Dogana, o quizás visitar la colección de Peggy Guggenheim…

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