¿Qué vino primero?
Dibujo por Lino Divas
1/ La vida dormida es la historia de una familia en medio del país, atravesada por el peronismo. Nos propone que pensemos si el peronismo no es en realidad un conjunto de conflictos, anhelos, ganas de justicia, crímenes y voces de mando que se presentan por todos lados. En un acto proselitista y en una cocina. En Punta del Este, en un asado criollo y en la Panamericana. En un set de televisión, en una sesión de tarot y en las sierras de Córdoba. Un dirigente y filósofo peronista de nombre John William Cooke dijo una vez que “el peronismo es el hecho maldito del país burgués”. Nos podemos preguntar entre las escenas: ¿Lo normal es la familia y lo maldito el peronismo? ¿O es al revés? ¿O incluso lo maldito es cómo se cuenta una historia, cómo se filma y cómo se compagina?
2/ Me parece que Natalia Labaké, la directora, retoma la Historia entendida como algo concreto. Como un objeto que se presenta todo junto, en bloque. De lo que se trata es de distinguir lo abigarrado a través del montaje. Trata de preguntarse (silbando y llorando a la vez) qué significa lo que pasó antes que nosotrxs, cuando no habíamos nacido. Lo que pasa es que después nos muestra que la vida pasada, lo anterior a su vida, llega hasta la suya. Se hace cargo de los tiempos superpuestos que forman una comunidad o un grupo familiar o un sistema ideológico. Logra ser contemporánea de su abuelo peronista de derecha, de su abuela etnógrafa elegante cámara en mano, de su tía errante sola en su cabeza, de sus hermanas, de su madre, de su padre (que está por omisión casi), de Isabel Martínez de Perón, de la militancia social que hace lo que puede, de unos perros, de la parentela cantando la marchita, de la condición sorpresiva de vivir en este tiempo rarísimo… Esto es parte de lo abigarrado.
3/ Es un documental sin voces en off, las voces son de lxs que están ahí viviendo. Es una filología artesanal, llena de influencias y de experimentos, que pretende rascar el archivo familiar con una perspectiva colectiva, para pensar algo más que su familia. Ese algo más puede ser el peronismo o la política emancipada de los vicios patriarcales, pero puede ser también los lazos parentales sin más, como una antropóloga que rastrea normas y mitos, es decir repeticiones.
4/ La película reagrupa las discusiones sobre formas de vida, mandamientos, jerarquías y peronismo en la sociedad argentina. Se me ocurre que puede integrar dos modelos dicotómicos, dos maneras arquetípicas de aspectos o gestos que se representaron muy bien en la pintura argentina de los cuarenta, y que aparecen en lxs protagonistas de la película. Por un lado el modelo de lxs personajes de Norah Borges, que suelen aparecer tranquilxs. Tienen el cuerpo afincado a donde están. Comprenden un poco lo que pasa y parecen más atentxs a comprender lo que les pasa, como una preocupación existencial donde prima más su estado de ánimo que los ruidos del tranvía o el traqueteo de platos y cucharitas del bar de la esquina. Hay algo transparente en esa forma de ser, que sin dejar de ser aguerrida tiene un aire de convencimiento sin necesidad de remarcar nada. Por otro lado están lxs personajes de Enrique de Larrañaga, a veces tristonxs, a veces extasiadxs, pero siempre en medio de algún fervor o vereda. Siempre con la ropa arrugada o el semblante en pose teatral, actuando vivir para entender cómo vivir. Los escenarios de Larrañaga son más bien litúrgicos, recargados de colores y con una carga dramática propia de las luchas plebeyas o los calvarios laborales. Norah Borges estuvo varias semanas presa durante el primer gobierno peronista por cantar el himno junto a su madre en medio de la calle Florida, una actitud que para entonces era vista como una provocación típica de lxs antiperonistas. Pintó durante ese tiempo retratos de presas “comunes” de las que se hizo amiga. Larrañaga murió en 1956, cuenta la historia que de tristeza, en medio de su adicción a la morfina, debido al derrocamiento de Perón un año antes. Había llegado a retratarlo. Había sido un agitador cultural del peronismo y organizado paseos de estudiantes de arte a Mar del Plata, que pintaban el mar y hacían bailes de disfraces. Son dos artistas con ideas políticas contrarias, que provocan una tensión que me resulta probable para entender mejor los matices, las paradojas y los pormenores de esta película .
5/ Decía: avanza como si se preguntara qué fue primero, la familia o el peronismo. ¿El peronismo estructuró a su familia? ¿O la idea de familia invade como una mancha siniestra y amorosa al peronismo? ¿El peronismo es la cosa que acumula todas las pasiones? ¿El peronismo es la organización del orden y la crisis de las jerarquías a la vez, siempre chocando?
6/ Pone en tela de juicio las emociones públicas y ciertas costumbres asociadas a la política varonil del honor y el duelo retórico. Quizá viene a decir que no caigamos en la trampa de esa plasticidad que todo y nada lo puede: el peronismo, que sigue llevando el nombre del líder estratega y mandón, pragmático y ladino. Ahí está el engendro que en la película se junta en un solo retrato: el que malforman Perón, Menem y su abuelo. La película es sobre la cultura política patriarcal, pero no solo. Es sobre las mujeres del peronismo y/o de la familia, las que lo transforman, lo integran y lo sufren.
7/ Pero quizá esté diciendo que sería un error sacarnos al peronismo de encima tan rápido. Incluso que sería algo difícil de hacer. Que hay vida porque hay esa complicación, que es también una chance, la única forma de vivir para adelante, la única promesa de felicidad. Un riesgo y un impulso. Algo más parecido a una religión territorial con todas sus mitologías caóticas y superpuestas. De ahí la frase de una dirigenta de la que no sabemos el nombre ni el cargo, que dice en medio de un acto de una facción interna del Partido Justicialista, hacia finales de los años ochenta: “porque acá, en la lista verde y azul, están las mujeres que tienen el exacto misticismo que necesitamos”. Cuando dice eso está presente Perón como padre imaginario, como coordinador, porque es un acto del peronismo, valga la redundancia. Pero al advertir lo que ellas tienen está pensando también en Evita, combativa y riesgosa, el complemento del peronismo como ambigüedad. Es el momento donde se amontonan todos los aspectos de la película. Porque está el discurso justicialista y lxs familiares: abuelo y abuela escoltando a la oradora; y tía mirando de frente en primera fila. Hay un misticismo exacto en la escena, además. Hacer una película pasa a tener algo de místico. Ya conjeturaba en los años treinta un filósofo suicida bastante místico, sobre la relación entre templo y sala de cine, con sus claroscuros entre la gente y su aura proyectada en la pantalla de acceso popular.
8/ Si miramos con atención La vida dormida, nuestra imaginación política y nuestras fraternidades en crisis, bien siglo XXI, se van a dar vuelta para quejarse, para advertir sus propias crisis o para decir algo sobre ellas mismas. Algo que sea otra cosa que lo que venimos diciendo desde que supimos que teníamos un yo.
9/ Toda la película está acompañada del misticismo que junta vivencias propias con leyendas sociales. Ese método a esta altura parece ser la punta del hilo para entender el fondo existencial de la política y la memoria personal, el lugar donde vuelven a empezar para ser otras.
*La vida dormida, de Natalia Labaké, puede verse todos los viernes de octubre a las 19 hs. en el MALBA