Panfleto político automático sobre la guerra y el Capital
por Soledad Manrique
dibujo por Lino Divas
Hace mucho que necesito usar palabras para hablar de la Guerra.
Del ecocidio.
Del genocidio.
Del fascismo.
Y del fin del mundo.
Hace rato quiero hablar de cosas para las que no hay palabras:
La guerra no es un concepto.
La guerra no es un lugar.
La guerra no es un estado.
Hace rato necesito hablar.
Del fin del mundo?
Del fin de algo,
quiero hablar.
Desde finales del 2018.
En esa época escuchaba todos los días divino maravilloso de Gal Costa y planeaba acciones artísticas antifascistas en la calle.
Todavía pensaba con imágenes.
Era artista, al menos mis amigxs lo eran y me decían que yo también,
así que ya me había convencido.
Aunque quien dice, así nomas, hola, soy artista sin explicar nada?
Que desparpajo, que privilegio,
que bendición,
en este mundo.
Mi refugio en la vida, y mi libertad, mis amigxs artistas.
Entonces.
2018,
días furiosos bailando en la calle con nuestros pañuelos verdes,
noches en vela pensando como vencer al el fascismo.
Bolsonaro y Ele Nao.
Y en esos días, me enamore,
un poco.
Se llamaba Bilinç que en turco significa conciencia.
Su papa fue marxista,
como yo.
Un día compartimos un birra y un porro en agronomía,
y tuve una epifanía mientras el me hablaba y yo miraba las hormigas.
Fue una visión aunque había lejanas voces mudas
El mundo se terminaba, y algo nuevo nacería.
O no.
Las células van a despertar,
y siempre, siempre,
todas las respuestas están en el presente.
Solo hay que escuchar las voces de las estrellas,
me decían las hormigas extraterrestres.
El tiempo no existe y el presente es estar suspendida.
Solo suspendida es posible avanzar y escuchar.
Nada esta perdido y. nada esta ganado.
Y el trotskismo sigue siendo importante, no lo olvides!
Eso también me decían las voces imágenes.
Lo juro.
Me asuste mucho mientras estaba suspendida en el espacio sin tiempo.
Pero mi amor turco me mantenía cerca con sus palabras todo el camino a casa,
y dormimos abrazadxs en el sillón.
Un mal viaje creía el.
Al día siguiente me beso con su barba espesa,
que me hacia acordar a la de mi papa,
antes de ir a trabajar.
Fue la tercera y ultima vez,
casi,
que dormimos juntos.
La revelación, la caída del velo, fue tal, al día siguiente me olvide de el.
Comencé a investigar la catástrofe civilizatoria anunciada.
Mi mente son imágenes que nunca paran y las imágenes ahora son de destrucción.
No hay vuelta atrás.
Focalicé toda mi atención en el trabajo por hacer.
Ya no había nada mas por hacer, salvo el trabajo.
Deje mi vida personal, y deje el arte también.
Dicen que cuando suenan la trompeta de la guerra,
las musas,
callan.
Deje el arte, o el arte me dejo a mi,
y mi foco de atención ahora estaba libre,
y es intenso.
Puedo sostenerlo días enteros,
sin comer y a veces sin tomar nada,
Aunque me siento mal, ni siquiera me doy cuenta.
Puedo sumergirme en la cosa, mas y mas y mas.
Me puse a escribir.
También le saque citas a todas las personas que me importaban en la vida,
para hablar del tema muchas horas,
hasta poder llegar a conclusiones y planes.
Tenia que protegerles a todxs. También a sus hijxs.
A mis amigxs artistas los cite uno a uno, para ver como nos levantábamos,
de manera coordinada esta vez,
desde el arte por la vida.
Somos artistas, y algo tenemos que hacer.
Esta bien, no hablemos de vanguardia que entramos en cortocircuito,
hay palabras malditas,
pero algo todavía nos queda por hacer.
Arte y vida, no pueden ser palabras nada mas,
y una performance a la orilla del abismo,
nunca es suficiente.
Vida
Arte
Guerra
Muerte
Vida
Arte
Mis amigxs artistas decidieron que soy loca, ahora si,
pero ya un poco demasiado.
Mi Partido revolucionario llego a la misma conclusión,
y me manda al psiquiatra.
Estoy sola.
En abril del 2019 me autoexilie.
Si soy loca, ninguna novedad, pero si estoy sola, mas fácil loca en Berlin.
Capaz desde Berlin el espíritu de Rosa me hable.
La Rosa Roja.
Mi misión me llevo a parar antes por Georgia, el Pais no el estado de EEUU,
donde nacieron Stalin y Maiakovski
y donde adoran a una reina perdida llamada Tamar.
Quería entender que paso con la revolución.
Porque el opuesto de Stalin no es Trotsky,
sino Maiakovski.
Y a la guerra no se opone la paz,
sino la revolución.
Siempre quise a Maiakovski.
Siempre fue uno de mis mas queridos guías y camaradas.
Antes que Mekas incluso.
Pero no soy poeta como ellos, soy fotógrafa,
y hago lo que puedo.
Tampoco soy Rosa.
Es lo que hay.
Peregrine, rendí mis respetos, hice mis sacrificios,
y seguí trabajando.
Después de 4 meses, mi escrito final se titulaba:
La Catástrofe capitalista climática:
Revolución o extinción
y tenia como encabezado:
Atenção
Tudo é perigoso
Tudo é divino maravilhoso
Atenção para o refrão
É preciso estar atento e forte
Não temos tempo de temer a morte
También, estaba lleno de palabras como:
Catastrofe
Capitalismo,
Colapso civilizatorio
Incendios
Pandemia
Guerra
Fascismo
Muerte y destrucción
Lo mande como minuta para el debate al congreso nacional de mi ex partido revolucionario,
el que me había echado por loca.
Loca, sí, pero perseverante.
También se lo mande a todos mis amigxs,
artistas y no.
Pero a pesar de mis ofrendas,
no logre salvar al mundo.
No encontré palabras para salvar nada,
ni al mundo,
ni a mi.
Long story short,
finalmente volví a Argentina,
y cuando estallaba la pandemia,
justo después que se quemase medio mundo,
mi mamá llamaba a un patrullero para internarme en un psiquiátrico.
Comienzos de abril del 2020 y me escoltaban 7 policías al hospital alemán.
Yo gritaba el nombre de Florencia Morales,
y gritaba ASESINOS.
No me quisieron admitir, y me diagnosticaron ahí en 20 minutos,
un psiquiatra joven y lindo lleno de tedio:
¿Sabes que sos TLP no?
Un diagnóstico mas de una lista larga,
esta vez despachado en 20 minutos.
Te voy a comer entero y te voy a escupir hueso por hueso,
mediquito lindo canchero que me dice qué soy en 20 minutos de su tiempo.
Te voy a tragar y nada quedara de vos.
Volví a casa, aunque no al departamento del piso alto porque me da miedo,
No tirarme, sino simplemente caerme,
que no es lo mismo,
pero en resultados concretos quizás si.
No me quiero morir.
Así que viví, pero deje de habitar el mundo de las palabras,
que no es mi primer mundo.
No lo sabia, se lo lei a Temple Grandin:
No todas las mentes son iguales.
Algunas escuchan más un discurso interno,
mentes envueltas en voces y discursos.
Mentes narrativas.
Otras ven más patrones,
estas mentes tendrían facilidad en música y matemática.
Y otras mentes, como la mia, ven imágenes.
Mi mente es así, visual, pero no como una cámara de alta resolución HD.
No, mas bien es como una vieja sala de cine,
oscura y silenciosa, al fondo se proyectan imágenes,
quietas o en movimiento.
No hay detalles, pero si sombras y colores muy fuertes.
Como los del cielo estrellado de Van Gogh.
Como un super 8.
Y silencio.
Siempre silencio.
No es que sea sorda, pero apemas escucho una voz del exterior, la de mi mama que me habla por ejemplo, la reconozco,
pero enseguida se convierte en un eco sordo absorbido por la oscuridad.
Y yo, cuando pienso en palabras, pienso leyendo.
Como si mi mente tuviese subtítulos.
Quizás por eso no puedo cantar nada, y por eso
necesité clases de música particulares desde chica,
y odié la música hasta los 33 años.
Irrumpía en la calma de mi mente sorda.
Así que abandone mi mundo aprendido de las palabras,
y volví al menos lineal de las imágenes.
Unos meses de aislamiento total,
y en Agosto del 2020 me mude a un pueblo rural alejado,
y deje de salir de la casa,
deje de hablar con todxs, familia incluida.
Me hablan y no entiendo.
Miro las caras y no entiendo.
Me volvi No Verbal.
Paso dias y semanas casi sin hablar.
Las viejas del pueblo también están desesperadas por entenderme.
Que hagan fila.
Sin palabras,
volví al presente eterno de las imágenes, y estuve suspendida un año.
Un presente que podía ser alternativamente un paraíso,
alternativamente un infierno.
Ese año vivi miles de mundos en mi cabeza,
mundos con infinitas posibilidades,
casi como finales de la serie Elige tu mi propia aventura,
siempre buscando una salida.
Estoy ni viva ni muerta y ni aquí ni allá.
Lloro descontroladamente,
pero también suelo estar simplemente extasiada con la luz,
en las hojas de los ciruelos del jardín.
Extasiada con la luz de un árbol que va desaparecer.
Todo va a desaparecer.
Empiezo a recordar rituales para vivir.
Rituales antiguos que me invente de muy chiquita,
como mirar el sol con los ojos cerrados y ver las luces bailar.
Mirarme las lineas de mis manos chiquitas y arrugadas,
y lamerme la sal de las palmas.
Elegir una palabra y repetirla una y otra vez,
mientras me balanceo suavemente y escucho donde la palabra,
lleva la electricidad.
Hay días que no puedo cocinar,
no puedo bañarme, no puedo limpiar la casa
con suerte atino a mandar algún audio llorando.
Tres amigos no me han dejado: Caro, Anita y Juan.
Gracias por siempre.
A Paquita, mi gata, gracias por siempre.
Hay días donde mi cuerpo se prende fuego,
y cada célula arde hasta que decido detener el dolor.
Al principio solo se me ocurría cortarme,
o golpearme la cabeza con piñas y cachetadas que me doy a mi misma.
No me corto mucho, no me quiero lastimar,
solo salir de la suspensión espiralada,
y volver a mi cuerpo abandonado donde si trasciendo el dolor,
me espera algo parecido a la calma.
Encontré un tratamiento para pacientes como yo.
Los más difíciles, parece, más que los esquizofrénicos.
Los de mayor riesgo de suicidio.
Me enseñan habilidades para escapar al espiral.
Por ejemplo frenar un meltdown con una ducha helada,
o mejor todavía,
sumergir en hielo la frente y debajo de los ojos,
para cambiar la circulación en la corteza frontal.
Mas de 1 minuto cada vez.
Otra opción,
levantarme y gritar bailar y patear cuando sube el fuego.
A algunos les sirve masticar pimienta sino.
A mi no.
Lady Gaga también usa el mismo sistema, se llama DBT.
El tratamiento me ayudó y me armé una rutina diaria que si cumplo,
se que llego al día siguiente.
Es así:
Obligarme a exponerme al sol todos los días,
la mayor cantidad de tiempo posible.
Horas al sol al mediodía, transpirando y llorando,
hasta que toda emoción,
por absoluta que sea,
se derrita.
Después, ducha o bañera helada.
Con la aplicación de Wim hof tomo el tiempo.
En Huanguelen estamos casi en el desierto pampeano,
y hace frio.
Pero el frio me baja a la tierra,
y en la tierra hay vida.
En la tierra puedo intentar dar sentido a lo que siento,
que suele ser abrasador,
cambiante,
y extremadamente impreciso.
No se que siento, pero siento algo
y me puede matar.
Me obligo a tomar agua.
Tomo agua con Marina Abramovich que me hace demorar 20 minutos
en tomar un solo vaso.
Hago stimming topos los dias.
Stimming refiere a un comportamiento autoestimulante y repetitivo.
Se trata de un mecanismo de autorregulación
caracterizado por la repetición de movimientos, palabras o sonidos.
Aunque es común entre niñxs autistas,
cualquier persona puede realizarla.
Me invento muchos movimientos nuevos, con mi cuerpo,
que se despierta moviendose.
Aprendo a manipular mi estado emocional con música especialmente elegida.
La cumbia vieja me salva muchas veces
y la escucho muchas horas por día.
Si te quiero.
Me obligo a tocar la tierra, porque junto con el sol,
simplemente funciona.
En pos de salvarme, termino teniendo una huerta.
Sigo aislada, sigo sola, sigo sin poder comunicarme,
pero en mis ensoñaciones de horas y horas y horas,
escucho la voz imagen que me dice,
si siembras, vendrán.
No me hablan las hormigas pero las abejas se me enredan en el pelo
ya no les tengo miedo.
Si siembras, vendran.
Me hablan en neutro,
si.
Yo siembro.
Intento aprender a dirigir, expandir o contraer,
el ángulo de concentración de la atención, para no desvanecerme en la cosa.
O hacerlo al menos a voluntad.
Decido intentar volver al arte, y a la revolución
pero cuidando no despersonalizarme
y olvidarme de nuevo como vivir.
Un año y medio despues,
estoy mejor y ya se que toda la pila de diagnósticos no explicaban nada.
Soy una persona neurodivergente y autista.
Ya no soy la yo de antes y quien yo era se murió, pero estoy viva.
Conocete a ti misma,
Bueno, esta bien.
Ahora puedo bailar todo lo que quiera.
Vuelvo a ganar más palabras cada día.
Pero todavía no puedo escribir.
Me acuerdo que la poesía capaz puede ayudarme de nuevo.
Porque la poesía no esta en ningún lado, como yo.
Aparece mi ex de la nada en mi vida,
sufro un montón como siempre,
pero me insiste con un taller de poesía.
Insiste porque sabe que no confío en nadie,
pero todavía confío un poco en él.
No debería confiar, pero gracias igual,
por el taller de poesia.
Lo único lindo que lograste hacer por mi en años, al final.
Si leo algún día en voz alta, todo bien, pero por favor no vengas.
Mañana es la última clase del taller y esta es la tarea:
Un poema automático sobre el capital financiero,
que sea un manifiesto politico,
escrito alrededor de mis rituales.
Ya me bañe helado, ya trabaje en la huerta y ya me desnude al sol,
hice zoom con mi mama y me mande audios con un amigo nuevo.
Ya baile sola con el café y el porro de la mañana,
aunque no tome mucha agua.
Ahora, el poema:
Ya subió el precio de los commoditties
Alimentos
Gas
petróleo
Soja
Festejan las bolsas del mundo.
¡Subió el petróleo!
¡Se reactiva la economia mundial!
¡Viva!
Larga vida a la guerra,
gritan en las torres del Capital Financiero,
donde todo es frio y plateado y hay silencio,
y la gente hace mucho se devoro a si misma.
La guerra es la única potencia creativa que le queda,
a la maquina de aniquilación del Imperio.
Dron dron dron
Swap swap swap
Money money money
Oil oil oil
War war war
Oil
War
Dron.
Una serpiente que se come la cola,
hasta el fin de los tiempos.
Ocultan la realidad con palabras,
pero ninguna palabra puede tapar al sol.
Las palabras no pueden hablar de la guerra.
Porque la guerra no es un concepto,
y la muerte, y el amor, no pueden imaginarse.
Ucrania
Siria
Iran,
Irak,
Yemen,
Somalia,
Haiti,
Colombia,
Chile cuando matan mapuches,
Y solo del otro lado,
muy cerquita,
cuando reprimen en Chubut,
para pasar la zonificación minera.
La guerra esta en todos lados.
En Palestina todos los días.
También,
la guerra en mi cuerpo,
y la guerra en mi cabeza.
Tengo un violador en mi cabeza.
¿Cómo hablar de la guerra?
Nada puede decirse.
Nada por decir, ningún lugar a donde ir.
Solo hacer, todo por hacer.
¿Hacer qué?
La guerra a la guerra.
El opuesto a la guerra no es la paz,
es la revolución.
¿Y qué es la Revolución?
Ya no sé.
Lo opuesto a guerra.
Quemar.
Fuego.
Fuego, y un beso.
¿Gritar? ¿Gritar un poema?
Bailar en la oscuridad.
¿Una olla popular?
¿Una asamblea?
¿Un sindicato?
Pan
Paz
¿Trabajo?
¿Dónde y cómo? En todos lados, al mismo tiempo y juntxs,
es la única manera.
¿Cuando? Ahora, claro.
Ahora y ya.
¿Y cómo nos vamos a reconocer, sino podemos hablar?
Todavía vivimos.
Podemos volver a mirarnos.
Final del poema.
Cuando termine finalmente de escribir, marzo del 2019, me fui a ver a Bilinc.
Georgia limita con Turquía y eran, en tren, solo tres días de viaje.
Y yo, como buen cliché, siempre ame los trenes.
Estaba sola, en un pueblito turco en la frontera Norte con Georgia.
Una zona muy conservadora y musulmana.
Todos los días los tipos intentan levantarme, aunque también me ayudan y me es imposible gastar en comida, por la hospitalidad árabe que me envuelve.
Me quieren coger, y también quieren que este segura, alimentada y me sienta bienvenida.
No es contradictorio.
Las mujeres mucho no me hablan, ni me miran.
Salvo en alguna situación aislada, que si estamos sola, alguna chica joven,
me pregunta como es que no tengo hijos y que se siente estar sola y viajar.
No siento envidia ni reproche. Asombro quizás.
Una tarde, vuelvo sola a la casa del flaco de couch surfing,
ni Hostel existe acá,
ya cayo el sol y acaba de largarse a llover.
Por primera vez,
en una esquina de ese pueblo de calles de tierra,
me siento sola, me siento no observada y la lluvia me empapa,
y llega el éxtasis de la felicidad que ya conozco.
Empiezo a saltar y a hacer ruiditos.
No estoy sola, una mujer me mira desde la oscuridad.
Su burka negra la cubre entera, y la vuelve invisible.
Nunca me encontré con una mujer con burka sola.
Cuando me las cruzo acompañadas, a la luz del día, no las miro directamente.
No decido no mirarlas, simplemente no lo hago.
Obedezco.
Pero la mujer, grande, me mira. Me mira a los ojos, y a través de la red,
veo que igual que yo, se esta riendo, conmigo, de verme saltar en la lluvia.
Nos miramos, y fue la primera vez que no me sentí sola en muchísimo tiempo.
Ser una mujer loca occidental, pienso,
es estar bajo una burka.
Acá estamos.