Quiénes son lxs enemigxs

Por Cecilia Estalles

dibujo por Lino Divas

Quizás ustedes eran muy jóvenes…

Por allá entre 2001 y 2002 y un poquito más adelante también, en plena crisis y una completa desolación emocional, comenzaron a emerger diferentes proyectos colectivos vinculados al arte como herramienta para el cambio social. 

En el verano del 2004, yo tenía 22 años recién cumplidos, vivía en Carapachay y estudiaba fotografía (analógica) en Olivos.  Una tarde pasé por una inmobiliaria y agarré una revista de esas de distribución gratuita que tenía como nota central, una entrevista a la Fundación Ph15. Al otro día, creo que sin hablar con nadie y sin pensar demasiado, agarré el teléfono fijo, y llamé al número ese que figuraba en la nota. Me atendió un señor (Martín Rosenthal), me dijo que me esperaba tal día a las 10 am en su casa para charlar. Me acuerdo que caí  a su casa de Palermo, me pregunta mi edad para confirmar que era la más chica del grupo, y acto seguido me dice: ¿y qué te gustaría hacer acá? Yo sabía que mi destino ahí iba a estar relacionado con lo que responda, y le dije: Lo que haga falta. Parece que cayó bien la respuesta y me quedé ese día trabajando. Estuve 7 años en Ph15, primero como laboratorista y luego como docente, aprendí muchísimo. Conocí en esos años muchos colectivos que recién arrancaban como; Brandon, Yo No Fui, Ojo de Pez, SubCoop, Belleza y Felicidad y mil más. Casi todxs teníamos bastantes cosas en común además del trabajo artístico, social y cultural. Estábamos plantando una bandera de resistencia y proponiendo un horizonte más amigable para esas personas que ya no tenían ni una cuota de esperanza. ¿Qué enemigxs teníamos? Ya casi nadie, se habían ido en Helicóptero, y la ciudad estaba saqueada. La misión era tratar de recomponer todo ese entramado cultural y social que había sido devastado por completo. 

Yo no participaba en la gestión del proyecto, pero estaba al tanto de los movimientos, y si bien casi todo eran decisiones grupales, yo hacía más trabajo de campo, cada unx a su rollo. Por el año 2011 y con mucho dolor, decidí retirarme, pero al toque junto a otrxs colegas fundamos MAFIA, está vez en reacción al avance de la derecha neoliberal. Con MAFIA fue una experiencia muy hermosa, con un enemigo muy en concreto; La derecha de Macri, cuando a Macri aún lo creían incapaz de ser presidente.  

Nos reuníamos una vez por semana para delinear lo que íbamos a cubrir o los eventos que teníamos, éramos amigues, nos peleábamos, llorábamos de risa y de lágrimas, fue toda una locura de emociones. Tomábamos buenas y no muy buenas decisiones, alguien nos hacía entrar en razón, casi siempre Lina que era la voz de la coherencia… fue bello, nos repartíamos tareas según habilidades… En esa etapa la gestión fue 100% colectiva y decidimos armar una cooperativa. 

Fines del 2014, conozco a María Belén Correa que había comenzado con su proyecto “Archivo de la Memoria Trans”, en ese entonces era una página de fb, como muchísimos otros proyectos que comenzaron en las redes sociales y luego también salieron de la virtualidad. En el 2015 decido irme de MAFIA, y le propongo a Belén digitalizar las fotografías de las compañeras que ella me vaya diciendo. Belén vive en Alemania, por lo tanto, se le hacía muy difícil poder hacerlo ella. No quiero extenderme mucho en qué es el Archivo, porque pueden googlear, o como lo fuimos armando, pero para el año 2018 ya no éramos 2 personas si no alrededor de 8, armamos una asociación civil y ahora somos 12 personas en CABA, 4 en Neuquén y 3 en Córdoba. 

¿De qué viven?

En cada proyecto colectivo que conocí y/o en los que trabajé, el eje jamás estuvo puesto en los ingresos económicos, plata casi nunca tuvimos y miedos siempre un montón.  

Pero también nunca un proyecto sin ningún tipo de ingresos funcionó; … a no ser que seas millonario y tengas una fundación para lavar impuestos, como hay muchassss relacionadas con el arte y con las ferias de arte. 

Generalmente, y es una re generalidad lo que digo, un proyecto colectivo tarda entre 3 y 5 años en poder tener algún tipo de financiamiento, público o privado. En todo ese tiempo, unx invierte absolutamente todo lo poco que tiene, porque, además, tiene que trabajar de una segunda o tercera cosa para poder vivir. Capital económico, físico, psíquico, emocional, se apuesta casi todo en plan corte evangelista; vengo a cumplir una misión en el mundo. 

Ese trabajo casi nunca se ve, porque cuando el proyecto ya es socialmente visible, pasaron mínimo 2 o 3 años. 

Al archivo lo comenzaron a conocer casi todxs ustedes a fines de 2017 y recién para fines de 2018 obtuvimos un primer financiamiento del exterior para comprar equipamiento para trabajar y capacitarnos. 

Un proyecto colectivo/cooperativo social es principalmente lo que nos da sentido a nuestra existencia. Es construir junto con los que compartimos una visión del mundo parecida, un plan de vida, un refugio, un escape ante el peligro, una familia. Es una responsabilidad enorme.  La gestión es una tarea muchas veces insoportable. No hubo un sólo año en el que no diga, es el último año que yo trabajo acá. Casi siempre, si todo marcha más o menos estable, y si se quiere ir por ahí, le sigue la etapa de constituirse como persona jurídica, que es el inicio de una etapa no muy feliz, ya que esa energía primaria hermosa empieza a llenarse de burocracia. Si bien formar una asociación o cooperativa o lo que sea, nos posibilita llegar a tener más recursos económicos, o poder trabajar como grupo, hay que estar muy segurx de cruzar esa línea. Todo empieza a ponerse más serio. Abogadxs, contadorxs, IGJ, papeletas para todo, balances, actas, ya casi que te olvidás que eras artista o tu misión. 

Los proyectos que logran mantenerse en el tiempo, dependen en igual medida de una gestión piola (no hablo de recursos económicos únicamente) que de la profundidad de los vínculos que se puedan construir en él. Una cosa sin la otra no funciona. Podes tener la mejor entre todes, pero sin un plan concreto de hacia donde vamos, no hacemos nada. Ó podés tener brillantes ideas, pero si te llevas como el orto con tus compañerxs tampoco vas a ningún lugar (Nos pasó A y B). Es un aprendizaje diario y una negociación permanente entre todo el equipo y con el afuera. Nosotras recién en el 2020 pudimos empezar a tener algunos honorarios por trabajar. Esto fue, 6 años después de haber empezado a trabajar. Cuando llega ese momento, es una felicidad muy grande. Tengo un recuerdo en relación a esto de mucha frustración; En el 2020 Carla Pericles (una compañera) estaba internada, un día antes de morir la llamé por tel y milagrosamente me atendió, estábamos en cuarentena estricta, no la podía ver y casi no atendía los llamados debido a su grave estado de salud. Le dije; ponete bien amiga, que parece que ganamos un financiamiento, vamos a poder tener algo de bishu cada una, y la escuché realmente feliz. Carla hacía casi 3 años que trabajaba en el archivo… Pero Carla no llegó. 

Entre todos los proyectos colectivos en los que trabajé, sumo alrededor de 14 años sin retribución económica. Si sacamos los sábados y domingos el año tiene alrededor de 260 días, y si hacemos un promedio de 8 horas diarias de lunes a viernes, tengo alrededor de 29.120 horas trabajadas gratis, muchas más horas que las que tengo de aportes jubilatorios. Aún al día de hoy, que trabajo full time en el Archivo, no vivo de eso, tengo un segundo trabajo, amaría poder hacerlo, pero not. Igual tengo que dar explicaciones al afuera como si fuera una empresaria millonaria. No está bien visto que les vaya relativamente bien a quienes históricamente el mundo se encargó de que les vaya mal. Que te vaya mal es lo esperable, no hay drama con eso.

Cuando nuestrxs proyectos comienzan a ser más “masivos” (es una palabra que al circuito en el que nos movemos le queda grande) empiezan las opiniones de afuera generalmente sobre los recursos económicos, una supuesta mala administración o que se deberían manejar de diferente forma.  ¿De qué viven? ¿Cómo hacen? ¿Qué hacen con la plata? Etc etc… hay un desconocimiento total sobre los procesos de trabajo, sobre el grupo humano detrás de ese nombre que elegimos y que nos identifica, sobre todo el afecto y vida puesta en nuestros proyectos, sobre lo que dejamos y lo que nos deja en el camino, sobre cómo se pueden distribuir o no los recursos según normativas externas, sobre lo complicado que es ganar una beca, un subsidio, sobre lo difícil que es el día a día en un grupo… y mil cosas más. Las opiniones, acusaciones, la mala onda son desestabilizadoras, afectan emocionalmente un montón, duelen, y se empieza una bola de desconfianza que es muy difícil contrarrestar.

Todos los proyectos se gestionan de formas diferentes y ninguno le roba algo a alguien o a otros.  Si creemos que un proyecto independiente de inicio autogestivo nos está robando algo que nos pertenecía y por eso ahí canalizamos nuestro reclamo, yo creo que es momento de armar un nuevo espacio con tu grupo y ofrecer eso que evidentemente está faltando. Los proyectos más interesantes surgen desde la falta.

 Si hay un enemigx en este contexto actual no creo que sea una asociación civil que casi siempre está liderada por grupos o personas vulneradas y que vienen a brindar posibilidades, siempre dan mucho más de lo que reciben a cambio. 

Creo que en esta Argentina de hoy que sufre de una crisis total de representación política y ya no se sabe a quién odiar más, y no sabemos cómo hacer para salir de esta precarización extrema, es posible que, si no estamos pillxs, nos terminemos cagando a piñas entre nosotrxs.

Espero que nosotrxs podamos construir vínculos más piolas, y que en vez de decirnos qué tenemos que hacer, y traumarnos entre nosotrxs, nos tomemos el tiempo para conocernos que seguramente estamos todxs casi igual de rotxs tratando de sobrevivir sin ninguna buena noticia a futuro. 

Puede quizás que el desafío que tengamos hoy y que es absolutamente de esta coyuntura en particular (y que fue tan claro en el pasado), sea el de poder diferenciar a lxs enemigxs, teniendo en cuenta que no todxs somxs amigxs, pero hay un abismo de diferencia entre unxs y otrxs.