Diario sobre mirar sin miedo
por Sofía Ungar
dibujo por Flor Sánchez Elia
Día 1
Todo lo que pido estos días es que hablemos de fotografía. Me excita lo que tengo por delante: fotos, videos, las mesas, hasta un disco de música. Estoy enamorada y acabo de ver la mejor muestra de los últimos 10 años. No es necesario explicar tanto la pasión. ¡Pero qué lindo escuchar cuando alguien lo intenta!
Tengo enfrente mío a Wolfgang Tillmans y no sé qué decirle. No puedo escuchar mis pensamientos. ¿Tu trabajo me cambió la vida? ¿Cuando estaba muy triste y no podía levantarme miraba tus fotos y me devolvían la fe?
Si no me hubiera roto el pie probablemente no hubiera vuelto a la fotografía.
Quien se anima a amar vive mañana, leo la traducción del alemán, en una fotocopia pegada a una pared del MoMA.
Día 2
Desde el capitoné en el que escribo llega una música electrónica. Proviene de una sala oscura, en ella se reproduce un video: unas luces robóticas de boliche se mueven. “Don’t be light (the hacker remix)” llega distorsionado, casi inaudible. Hay que hacer un esfuerzo para escucharlo. Tiene el efecto de recordatorio, la noche en esta pulcritud blanca esteril que es la sala del museo. Aunque las fotos están pegadas con cinta scotch a la pared todo se ve… sin fisuras.
El video es hipnótico. Puedo imaginar el fuera de campo. La fiesta bajo las luces robóticas. Los cuerpos transpirados, sexuales, vivos, que aparecen fotografiados y cuelgan ahora en la sala blanca bien iluminada del MoMA.
Día 3
En la sala 2 una señora toca la foto de la nieve, y le dice a su amiga, yo podría haber sacado esta foto. La amiga se emociona y la arenga, “¡Si, si, si!” Quizás es el optimismo del día que lejos de pensar “Pero no la sacaste”, sonrío y digo en voz alta ojalá que ahora cuando salgan vayan a sacar fotos.
Día 4
Hoy solo tengo preguntas. Es domingo, llueve y estoy de nuevo acá. La sala está llena¡La fotografía no ha muerto!¡¡¡ A la gente sí le interesa la fotografía!!! A las fotos les empiezan a pasar cosas, se ondulan, respiran. Por eso las fotos se enmarcan. Para cuidarlas del tiempo, del daño, para señalar que eso es una obra. Las fotos se pueden imprimir una y mil veces
¿Quién no leyó a Walter Benjamin?
El crítico neoyorkino de arte Jerry Saltz sube una foto cualquiera a instagram y dice: “Esta podría ser de Tillmans. Ahora todas las fotos parecen Tillmans.” Dice que cuando vio su muestra en el 94 no reconoció que lo que estaba haciendo WT fuera fotografía o arte. Y que ahora todo se parece a Tillmans. Yo le respondo Yes but… Sí, pero esa foto no parece sacada por Tillmans. Y alguien, me pregunta ¿por qué es obvio? No sé. Es como reconocer una pincelada. ¿Importa? Entiendo que no es el punto. Lo que quiere decir Jerry es que su momento no lo reconoció como arte. Y que ahora es parte de nuestro idioma.
Diane Arbus cambió no solo la fotografía sino cómo miramos el mundo. Nos olvidamos porque nos acostumbramos. Porque se volvió parte de nuestro lenguaje. Pero hubo una época en la que nadie podía imaginar una foto de Arbus. Eso me destruye.
La fotografía es muy difícil. ¿Qué es? O mejor ¿qué no es?
Me canso cuando veo a alguien intentando un pase de magia para hacer más contemporánea la fotografía. Llenandola de artefactos. Cuando los veo sacando una paloma o algo así, digo. Como si fuera necesario justificar su existencia.
Algunas fotos, las más conocidas, como la del ratoncito que es tapa del libro, acá es una de las más pequeñas, pegada a la pared con cinta transparente mide solo 10×15. La reproducción parece una copia de trabajo. Otras que no conocía, como un paisaje de un árbol desde una ventana abierta mide 3 metros. Eso pasa con las escalas. Y la disposición en la pared.
Como si hubiera un ritmo secreto, tomado prestado de las partituras o el montaje cinematográfico. Nada es azaroso, Wolfgang construye unas maquetas, casi del tamaño humano, donde ensaya el montaje de toda la exhibición. Y los blancos que se recortan en las paredes me hacen pensar en Aby Warburg y su atlas. Eso y las mesas. Y los recortes de diarios con fotos de soldados eróticos pegados a la pared.
Alcanza con mirar y mostrar lo que llama la atención, me digo.
Último día
Luego de unos meses regreso por la dosis final. Son las últimas horas antes del cierre. Me despido como de un amigx, de un amor. Estoy triste porque me hacía bien que existiera este lugar al que volver. La duración de la muestra coincide casi por completo con el tiempo de mi estadía en la ciudad.
Lo primero que pienso cuando entro es que movieron las fotos, las cambiaron de lugar. Se que eso no es posible. Aunque vine ya 5 veces esa foto no la vi. La experiencia es siempre nueva. Estoy enamorada de la fotografía pero creo que es la primera vez que siento esto. Pero ¿no es siempre así el amor? Pensas que no te va a volver a pasar y Pum! Te atraviesa.
¿Cómo lo haces? Quiero preguntarle.
Que alguien te regale la experiencia de volver a ver el mundo. Como si fuera la primera vez. Y poder volver y volver a ver… cuando lo necesites. ¿Así se siente no tener miedo? Para mi esto es encontrar la espiritualidad en el arte. Imaginate. Una muestra que te devuelva la fe, y no te pida nada a cambio. Fa. Quizás estoy en trance, presa de un delirio místico, creo que esta es una experiencia compartida. Que todes en esta sala estamos sintiendo más o menos lo mismo. Siempre estoy buscando eso. En una fiesta, en un partido de fútbol, en un viaje religioso. Siempre es un destello.
El registro no es justo. Por eso quiero contar. En el registro se ven todas las fotos, al mismo tiempo, planas. Muy planas. Contra la pared.
Las fotos son objetos y WT lo sabe. Y cuando entras lo sabes con él.Hablo de la experiencia en el espacio. Es lindo saber algo con alguien, con unx artista, sin que te lo cancheree. Como un saber generoso y horizontal. Por ejemplo esa foto chiquiiita pegada con cinta ahí arriba que no alcanzo a ver bien. Y esa, esa es nueva te juro que nunca la vi. Para llevar agua a mi molino, digo “Es una defensa de la fotografía” Ven ven! ¡Esto no está agotado! La fotografía aún tiene algo para darnos! Teníamos razón!
Me gustaría dormirme entre los espejos y despertar para presenciar cuando mueven las fotos.