Yukimatsu y los orgasmos sonoros

por Pepo Scioli


El sábado pasado fuimos con mi compañero Tom al festival de música experimental más imponente de Berlín; Berlin Atonal, que se realiza en una ex usina eléctrica inmensa a la que -para que no queden dudas de su pasado- la llaman Kraftwerk. Se construyó a mediados de siglo XX, dejó de funcionar en 1996 y ahora se usa para realizar eventos multitudinarios de artes electrónicas . Tanto en el primer piso como en el segundo se arman stages con (me animo a decir) las mejores precisiones tecnológicas en cuanto a luz y sonido que puede haber; también hay espacios más pequeños como salas de máquinas donde se proyectan películas o instalaciones. Un soundsystem compuesto por monumentales murallas de parlantes blancos Funktion One, telas inmensas donde se proyectaba el poderío del imaginario digital (hacer «lo que quieras») y luces que se disparaban como bombas y metralletas y armaban la sensación de estar en una nave espacial. El mundo después del mundo. 

Antes de seguir quiero dejar en claro que esto no es una oda a la superproducción, ni a la última tecnología primer mundista, ni tampoco festejar su servida en bandeja para el consumo de les muchaches priviligiades. Se trata mas bien de inspirar una actitud positiva al cuestionamiento no de la técnica, sino con la técnica. Más allá de la utilidad, un intento de pensar cómo hoy en la época conservadora que vivimos, donde es común ser incomprendidos, desoídos, difamados, podemos componer campos de fuerzas que nos suspendan estos afectos, las preocupaciones; que suspendan la idea de que todo está dado y permitan la sorpresa de nuevos sentires. 

A eso de las tres de la mañana tuvimos el placer de escuchar a Yousuke Yukimatsu. Una leyenda japonesa que se propuso realizar un «DJ set beyond a DJ set». Si tuviera que encasillar lo que escuchamos en un género musical, estaría mutilando la experiencia. En el viaje nos encontramos: conversaciones de monstruos, criaturas nunca vistas, Thom Yorke, pianos, medievalismo, noise, reggaeton, footwork y mucho más. Las cuatro consolas y su mixer armaban una gran mesa de operación para la deconstrucción de los tracks. Tuvimos enfrente nuestro a un chamán-samurai. Su posición frente a las consolas me hacía recordar a la pose del caballo, la base del Kung-Fu. Los límites entre Yousuke Yukimatsu y sus máquinas eran difusos, sus manos entraban como cuchillas. 

La disposición de los cuerpos en la pista se fue torciendo. Se empezaron a escuchar en el festival los primeros gritos deslocados, los primeros atravesamiento, las primeras expresiones de que algo estaba pasando. Miles de cuerpos sintiendo algo. No se puede establecer un origen de este sentimiento compartido, solo hacer foco en ese momento, en ese encuentro que a fin de cuentas, nadie sabe de lo que es capaz. Una vez entrado en el trance, el devenir del baile me condujo a algo que denominamos más tarde como un orgasmo sonoro. Una posesión dónde la piel, los músculos, las vísceras, los huesos convivían atravesados por una misma energía. Las partes estaban en relación con las partículas movidas en el aire por la luz, los sonidos, lxs químiqxs, los calores de lxs cuerpxs. Eso que es de todxs y al mismo tiempo de nadie. 

Entonces me vuelvo a preguntar: ¿Qué pasa cuando un orgasmo se despliega por todo un cuerpo y trasciende los límites del mismo? No sé. Todo se mueve un poco. Hay una alteración química, un cuestionamiento, una confianza, un des-creer; hay una no-decisión. Se destapa la olla y lo que habitamos es un fondo no estructurado. Se descubre que el cuerpo de uno no termina en los límites de la piel, de que esta es mas bien una zona porosa, de intercambios. De que las cuerdas vocales se conectaron con los sonidos que salían del soundsystem, de que máquinas, carnes, vísceras y fluídos armaron un ritmo-discontinuo, disparando eso que no se ve pero que se siente. De que un compartimiento de información no tiene origen ni destino. 

Después de la ola, las huellas quedaron en la pista, en los cuerpos y se derramaron hacia vaya saber uno dónde. Hoy invito a dejarse infectar por estas hermosas criaturas que se disponen a mediar entre fuerzas y estructuras, entre máquinas y seres vivos, entre mundos distantes que se emiten señales.

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