Viaje al corazón de las tinieblas del dengue

Por Mónica Heller

Dibujo por Alix Cobelo

Lo primero que creo es que el dengue es una enfermedad muy fuerte de la cual conocemos (o conocía) practicamente nada salvo que había que dar vuelta los tachitos en la terraza para que no se acumulara el agua y los mosquitos, el vector de la enfermedad encargado de esparcirla a través de su picadura, no nacieran.

Ahora escribo esto tras haber estado diez días en cama bajo los efectos de altas fiebres, mucho dolor del cuerpo (articulaciones, huesos y músculos) y en la cabeza, principalmente en las zonas de alrededor de los ojos y en la base del cráneo. Mi cabeza latía intensamente y los ojos hipersensibles a la luz hacían que mirar cualquier pantalla o dispositivo electrónico fuese una tortura. 

Luego de decir esto lo segundo que creo es que el dengue es una enfermedad alucinógena, o al menos así se me presentó en forma de sueños y alucinaciones febriles y prolíficas. Las altas temperaturas y el cansancio extremo (y por supuesto la recomendación médica) y única manera de pasar el dengue es en la cama. Dormir es lo mejor que me podía pasar entonces cerraba los ojos y buscaba imágenes en mi cabeza que aparecían sin demasiado esfuerzo, allí lo encontré por primera vez a Cremita-cremosa. Así bauticé a este color-textura-sensación. Si los colores nos rodean, este color me abrazaba, me acunaba en un sueño placentero pese a la incómoda situación que el resto de mi cuerpo estaba transitando. Ese color aparecía en mi cabeza como una textura, una pintura que recordaba en sensación a la contemplación de un Rothko pero más cargado de materia. Y si bien el recuerdo visual es más bien áspero la sensación que transmitía esta imagen-color era de una paz y tranquilidad envolvente, en todo caso este fue mi primer sueño abstracto y el inicio a una serie de eventos del orden alucinógeno que fui experimentando durante el transcurso de la enfermedad.

Como el Cremita-cremosa, aparecieron otros colores-textura-sensación, el Gris Esponjoso, fue otro de mis aliados en los momentos de encontrar las puertas al sueño. Dormía todo el día interrumpida por los ciclos de transpiración de cuando la fiebre bajaba y el frío tembloroso de cuando la fiebre subía. Acompañada por una tos flemosa que si bien no es un atributo del dengue apareció por si me faltaba algún condimento más a esta situación incómoda e inquietante que es sentir el cuerpo enfermo.


En la cama con la persiana semi baja, los ojos semi cerrados, las luces de la noche se filtraban entre las rendijas, proyectándo sombras en el techo y paredes de la habitación. Las sombras negras lejos de ser aterradoras se movían estilizadas y graciosas, siluetas sutiles, elegantes pelitos y patitas se desesperezaban en las paredes mientras mis ojos disfrutaban el espectáculo animado. El conjunto recordaba a una pintura tropical barroca de formas sintéticas con aires modernistas. Las imágenes evocaban a una Tarsila monocromática o a las siluetas de Wilfredo Lam que aparecían en forma de follaje geometrizado, ojos almendrados y elementos de la fisionomía mosquito. Y… claro! pensaba algo en esa picadura de la cual nunca me enteré de cuando había ocurrido, había entrado a mi cuerpo y ahora circulaba ofreciéndome estas visiones tropicales.

Estas micropartículas de sustancia de virus inoculada por el Aedes aegypti, originario de África, llegó al hemisferio Occidental al principio de las exploraciones, el tráfico esclavo y de materias durante la colonización y explotación de América. Ahora esa acumulación de pasados estaban circulando por mi torrente sanguíneo, reproduciéndose, el virus se paseaba entre mi corazón y mis neuronas poseyéndome cómo un espíritu de un trópico lejano en tiempo y espacio. 


Este virus que había pasado de generación en generación a través de un mosquito es una enfermedad que acompaña la humanidad desde hace siglos. El registro más arcaico de esta enfermedad se encuentra en una enciclopedia china de los Síntomas de Enfermedad y los Remedios, publicada por primera vez durante la Dinastía Jin (265 a 420 DC). Los chinos la llamaban agua venenosa”: pensaban que, de algún modo, estaba conectada con insectos voladores asociados al agua.

Las primeras epidemias compatibles con el dengue en Latinoamérica y el Caribe ocurrieron en las Antillas Francesas en 1635 y en Panamá en 1699. Sin embargo, los primeros reportes clínicos en la literatura médica atribuidos a esta enfermedad corresponden al año 1779 en la isla de Java, Indonesia, en el sudeste asiático, y a 1780 en Filadelfia, Estados Unidos. En las primeras décadas del siglo XX, los brotes fueron más comunes en Estados Unidos, con importantes epidemias en Florida en 1934 y en Nueva Orleans en 1945. 

Volviendo a la cama

El paracetamol, la jarra de agua, las frutas a medio comer, el balde rojo, el trapo de piso, el rollo de papel higiénico, la vitamina C y vasos se iban acumulando a orillas de la cama homenajeando a Tracy Emin. Es muy difícil comer cuando tenés dengue, apenas un poco de alimento es suficiente para sentirse satisfecha sumado a que a excepción de la pera que sacude el gusto con sus tañinos todo lo demás sabe genéricamente horrible. Lo que sí es una constante es la sed, una sed infinita que debe ser atendida porque una de las cosas que provoca el dengue es deshidratación.

Ya al final de la fase febril o más bien en su cúspide llegó el Gran Sueño, una visión en forma de película mental, autobiografíca surrealista reciente acompañada por una verosimilitud alucinante.

Cerré los ojos y se encendió una proyección mental, era el living de la casa de mis abuelos, donde me crié. Yo observadora, en la pared una proyección de unas imágenes borrosas hacían referencia a mi infancia. Sonaba fuerte la intro de lo que creo era Ghost rider de Suicide. 

A la derecha al fondo, en el hueco de una puerta iluminada por una luz amarilla estaba mi mamá ya viejita en silla de ruedas, con sus pelos blancos iluminados, semi desnuda en pañales, en la panza tenía un dispositivo conectado. La silla de ruedas avanza veloz en dirección oblicua a mí y entra en un hueco en forma de entrada cavernosa. Inmediatamente una segunda silla de ruedas con mi mamá en ella, idéntica situación se sucede. Miro mi panza y ese mismo dispositivo de tubos conectado a mis intestinos lo tengo ahora yo, cómo una réplica de látex, ahora soy yo la que está en la silla de ruedas que se dispara como carro de tren fantasma y entra a la caverna de paredes rosadas supurantes de líquido blancuzco. Pruebo el líquido y llego a balbucear “perfecto pero le falta azúcar”. Creo que se lo decía a mi mamá como si ella fuera la autora de la instalación. Atravieso el tunel cavernoso y unos muppets me vienen a buscar, moviendo sus cabezas exitados para que les acompañe a ver la muestra. Yo les sigo, atravesamos unas salas, en una sala había un grupo de amigos, unos amigos de hace mucho tiempo, de otra vida, sentados arrinconados en unas sillas de respaldos altos de madera oscura y pesada. Uno de ellos hace un gesto como levantándose y mueve la mano llamándome para que me una al corral de sillas en el que se encontraban sentados. Yo les sonrío y los saludo de lejos y sigo a los muppets. Entoces llego a un patio bastante amplio, lleno de artistas muy jóvenes, creo identificar rostros familiares en sus pieles suaves y tersas pero inespecíficas. Están bebiendo yo me mezclo entre elles, estoy cómoda, a nadie llama la atención que esté en camiseta y descalza. Les digo entonces maravillada por la verosimilitud de la situación y el entorno, les miro a los ojos en busca de revelarles una VERDAD…. saben, ustedes están en mi sueño.  Elles me miran, se miran siguen hablando cómo si nada. El viaje continua, las piezas se desvanecen en mi memoria. Recuerdo que todo estaba perfectamente conectado, cada sala se desencadenaba de la anterior en forma y contenido como una especie de plano secuencia de sentido.

Tuve un par de visiones de objetos flotantes en la Plaza San Marco en Venecia, corrí por calles angostas de ladrillos y barro donde se me atoró la pantorrilla en un hueco del piso. Trato de sacar la pierna pero no puedo. Pasa corriendo alguien a quien pido ayuda y me responde que no puede ayudarme que tengo que esperar al inspector! ¡¡¿¿¿Cómo?!!! Sí, él es el único que puede autorizar el ingreso y egreso al adobe. Me dice. Y se va. 

¡¡¡¿¿¿¿Cómo?????!!! Miro alrededor y me percato que entre los ladrillos llenos de barro hay más gente viva atrapada como parte de la pared y el suelo de ladrillos. Entonces le pregunto a uno cuanto tiempo hace que estaba ahí. Me responde que hace diez años y estaba esperando sustituto.
Entonces con todas mis fuerzas tiré de mi pierna que logré zafar, en el fondo del hueco del piso se veían más manos atrapadas que querían agarrar mi pie. Salí corriendo y me fui.

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Información a cerca de las fases y síntomas del Dengue
https://youtu.be/0UeytAV3SNs

  1. Fuentes:

Organización Mundial de la Salud (OMS); Organización Panamericana de la Salud (OPS); Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud, Ministerio de Salud de la Nación; Fundación io, especializada en Enfermedades Infecciosas, Medicina Tropical y del Viajero. Revista de la Asociación Médica Argentina (AMA). 

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