A pesar que te parece glamouroso llegar a Venecia en taxi junto a una afamada curadora, te parece más conveniente hallar el hostel, dejar tu bolso y comenzar la recorrida más liviano. Bajo la lluvia torrencial volvés a la vía Giovanni Querini, donde encontrás nuevamente el local vacío… ¿a qué se refiere Carlo con «ventitré avanti»? Cuando estás por darte por vencido te chiflan desde la vereda de enfrente. Un hombre corpulento peinado a la gomina, vistiendo una remera de la Fórmula 1 te hace señas ¡Es Carlo! Mientras ingresan al edificio numerado con el 24 te explica como si fuera algo obvio: el 24 es «il ventitreesimo in avanti», es decir, el 23… ¡adelante! Al ingresar creés entender que todo es una treta que emplea Carlo para alquilar por airbnb habitaciones en su departamento cuando posiblemente esté prohibido en su edificio. No queda claro porqué al comunicarse por teléfono no dice directamente 24, pero tampoco te parece un muchacho con muchas luces. Como odiás el conflicto y nunca podrías confrontarlo, preferís cambiarte las medias ensopadas en agua y prepararte para cruzar a Venecia. Llegás a la estación de Mestre y desde ahí un breve tren de quince minutos te deja en Santa Lucía, ingreso de Venecia. Es una ciudad ensortijada y atravesada por canales conectados por puentes. Si bien la Bienal es el acontecimiento central, la oferta de evento satelitales es abrumadora. ¿A dónde ir primero? Hay una retrospectiva de George Baselitz, uno de tus pintores favoritos en la Gallerie dell’Accademia, pero preferís guardarla para otro día. Podrías comenzar tu recorrido con una visita a la muestra de la colección Pinault en la Punta Della Dogana o dirigirte al Museo Peggy Guggenheim.
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