Decidís quedarte un rato más en la fiesta ¿quién sabe? puede ser tu día de suerte y conocer a un curador que te catapulte a la fama. Sin embargo, al pasar las horas la expectativa da paso al hastío. Perdés la cuenta de cuántas copas de prosecco tomaste. Mozos pasan ofreciendo bandejas de tiramisú pero tu estómago se revuelve de tanto alcohol. Mareado, caminás hacia la salida con la mala suerte de pisar a Ralph Rugoff, curador de la Bienal, quien suelta su copa que se estrella contra el suelo. Muchos de los presentes se dan vuelta para mirar la escena, frunciendo el ceño. Un guardia de seguridad sugiere escoltarte a la salida. Tambaleando, caminás por los pasillos de Venecia y cuando estás cruzando el Ponte del Purgatorio te resbalás y caés en el canal. Chapoteando, tratás de mantenerte a flote pero un vaporetto cargando turistas japoneses te golpea en la nuca. Mientras perdés el conocimiento y te hundís a lo profundo del canal pensás que es una pena que no hayas llegado a conocer la Bienal.
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