Tres poemas para El Flasherito

Por más que vaya el cántaro a cien fuentes…

 

Portador de un gran tintero,

para acechar la pluma,

y mojarla luego,

de nuevo,

un Jampti Danti (Fucó de utilería)

dibuja sobre su frente un mapa.

Sobre esa forma de un color blancuzco,

convexa chata,

oxímoron visual que no lo espanta ni percute

en la nube del espejo su reflejo.

Tendido un dedo hacia esta escena,

la suya, la tuya, lector,

recita sus recetas:

Que la virtud no perjudique al talento de los parias.

El menos infame de todos los encopetados es el que dice

Seamos virtuosos para ganar

mucho más dinero que los pobres,

que son viciosos.

 

 

Por más que vaya el cántaro a una o cien fuentes

En el país del copetín

brama el gato

y la gata rebuzna.

Copa tras copa,

nada copada,

el cloroformo priva al condenado a muerte de su grandeza,

el Paraíso.

Del despilfarro a la caridad

la caridad despilfarrada.

¡Que curioso!

En el país del copetín

los decapitados nunca dicen

puedes rascar tu cabeza, pero no la mía.

 

 

El sueño del curioso Sr. Cifuentes

 

Conoces como yo el sabroso dolor y de ti hacer decir: ¡Qué hombre más extraño!

Adiós, mundazo. En mi quietud me quedo,

sueño.

Anoche, por ejemplo, soñé

que el Príncipe de Gales me calzaba

delicados zapatitos de tortura,

de un cuero tan liviano como un hueso de jilguero,

empero,

el dolor ladrón, al caminar,

ciñó mis pies como un amor enfermizo.

Abadía de Westminster, velas y velones ardían sin cuidado.

Arrastrado hacia arriba,

como hacia alguien que ha muerto,

bebí, al despertar, una ráfaga de incienso.

 

 

El metro del Sr. Cifuentes

 

La babosa es un calendario vivo de los días

que la cigarra cuenta mejor que los relojes.

En mi jardín una hormiga puede ser espectáculo de la rabia,

temor de la rosa, de los nomeolvides y los pensamientos.

Noche de lluvia bajo las estrellas.

Como Téophile,

Yo pongo la ortografía en manos del verdugo:

cuanto más el hombre cultiva la ortografía, menos coge.

 

 x Alfredo Prior

Villa Allende, 2017