Por un mundo lleno de deseos personales
Una de las contradicciones comunes en el lenguaje del neoliberalismo y del arte es la premisa: “no es personal”. Esto es seguido por la imposición de jurarle fidelidad al trabajo de unx como si fuera su vida, y por la obligación de no irrumpir en un ataque de llanto ante el rechazo o el despido.
Liv Schulman vindica un «arte personal» que se embadurne en el bochorno y patetismo de ser unx misme como acto de liberación. Leer más