¿Stalin o tetera?

por Fran Stella

dibujo por Lino Divas

Esta idea de que las muestras que suceden en simultáneo (y también las que ocurren dentro de un cierto periodo de tiempo) son estrellas de una misma constelación siempre está dando vueltas por mi cabeza. ¿Qué dibujos forman vistas desde lejos? ¿Qué mitos se desprenden de ellas? me preguntaba en la nota en la que escribí sobre “Presencias”, “Las lunas siamesas iluminaron la noche” y “Ajenjo”, de Gal y Mar, Amparo Viau y Belén Boeris respectivamente. 

Me formé en astrología y me entreno en ese lenguaje hace 9 años. Parte de la formación se nutre de muchas ideas de la Psicología Junguiana. Además, soy fan de la Magia en todas sus formas -desde Harry Potter a las plantas sagradas-. 

Lo que nombro sincera el ángulo del que surgen las ideas del primer párrafo. También podría expresarse de la siguiente manera: “durante cierto período de tiempo -a veces en simultáneo- suceden muestras que comparten temáticas”. Voy a ubicar ese hecho “objetivo” en el centro y alrededor de él trazaré un círculo imaginario. Este témenos será la arena del juego donde poner a prueba las ideas e hipótesis. 

Sé que si me paro en el punto de la circunferencia que se reconoce en la astrología y en la psicología junguiana – cierta tradición esotérica – es fácil pensar en el sustrato arquetípico que se actualiza una y otra vez cada vez que alguien lo trae a la superficie. El hecho de que haya un denominador común entre muestras puede entenderse como la necesidad de, al menos un grupo social, elaborar ciertos temas.

Pero como soy una geminiana empedernida y no me basta con quedarme quieto en un solo lugar, voy a caminar la distancia que separa este punto de vista de al menos otro.

Porque también nos escucho y nos encuentro hablando de tendencias. Cosas que suceden durante algún tiempo en muchos focos pero que, desde el ángulo que lo nombra de esa manera, pareciera provenir del mundo del mercado y de la publicidad. Si me paro en este punto del círculo, ya no es la necesidad de elaborar ciertos temas humanos actualizándolos lo que produce que varias muestras compartan temáticas, sino la presión que ejerce el sistema capitalístico / el mercado / las tendencias / la mesa chica de coca cola que decide a quién poner a cantar por veinte minutos para triplicar las ganancias envenenandonos.

Lo exagero porque creo que acá adentro, en el pecho-panza de quien escribe, terminan configurándose dos lugares muy clichés que son irreconciliables: la mente racional que percibe en términos de poder descree de lo misterioso, la inocente mente mágica no percibe los hilos de poder que ponen en funcionamiento el mundo. 

¡Y otra vez se me armó una disyuntiva! Casi que transformé al círculo, en raya. Una raya de coca si quiero construir una teoría conspiranoica, una raya de keta si quiero contactar con dios a través de una sustancia sintética. Pero de caminar alrededor de un centro para experimentar los distintos puntos de vista me olvidé. 

Es gracioso porque, al menos yo, me encuentro muchas veces haciendo fuerza para hacer llegar al mundo (es decir, convencerme de ello) que existe una realidad no binaria. Y sin embargo, tan solo pensando en muestras, termino en una encrucijada donde solo parece haber dos caminos posibles. 

Hace poco, sin embargo, fui a visitar Ensayo de Convergencia. Una muestra de Tobías Mao, Álvaro y Juan Martín Solari en LAR. A partir de la similitud de la molécula de clorofila y del hierro, Tobi escribió un texto que sirvió de piedra cimental para construir la instalación inmersiva en la planta alta de Local de Artes Recientes. 

Un texto, una idea, siendo el sol alrededor del cual este sistema compuesto por tres artistas se organizó. En una primera capa, la convergencia es la de sus tres mundos: como un meme ocultista del 2022, los círculos Tobi-Álvaro-Juan se interseccionan y cobijan en esa pequeña forma triangular pero curva  una molécula. 

Esa molécula es, para la medicina con plantas, la llave que abre las puertas a un mundo entrelazado con la naturaleza. Donna Haraway lo llamaría cyborg, dentro de un temazcal sonaría “soy el tejido soy el tejedor”. Se toman plantas para ingerir clorofila, la clorofila y el hierro se acoplan, nuestros cuerpos se vuelven receptores de la luz solar. La llevan no a las entrañas de la tierra sino a la propia panza sombría, ese útero/tumba donde nuestra vida se enraiza para volvernos canal de algo mayor.

¡Eureka! Creo haber descubierto otra capa más sutil de convergencia. Se miran frente a frente la maestra que me guió en mi rueda de plantas con Donna Haraway y a través de sus ojos occidente y las tradiciones pre hispánicas se hacen un mimo (insuficiente, por cierto, como reparación histórica).

Ahora pienso en la muestra como una cebolla. Me dispongo a pelar las capas con cuidado a ver hasta dónde puedo llegar ¿Qué ocultará en el centro? ¿Es acaso la cebolla el laberinto del que Tobi habla en el texto? Según dice, un laberinto no puede tener un solo camino correcto, si no las marcas del desgaste servirían de guía para cualquiera que lo recorriese.

Dani Leber me mostró una vez, sin embargo, un diseño de laberinto con un solo camino posible. En inglés, esta es la diferencia entre labyrinth y maze. cuando  no hay caminos a elegir, el objetivo del laberinto es servir como procesión transicional, acompasar el movimiento en la tierra con un dibujo en el cielo, acercar progresivamente al centro, en espiral, es un movimiento virginiano: conectar con otro orden. 

Esto es lo que tobi capta cuando descubre que las moléculas de clorofila y hemoglobina son similares. Un orden que contiene las dos. Creo que el paso siguiente es ver que en realidad, decir hemoglobina y clorofila es nombrar los dos extremos de un vínculo. Un vínculo entre lo que es receptivo (la clorofila) y lo que es activo (hemoglobina). En astrología, por ejemplo, el verde se lo asocia a venus y el rojo a marte. 

Vuelvo a las marcas de los pasillos del laberinto, gastadas de tanto haber sido elegidas. Esas marcas, creo, son una palabra clave para descubrir otra capa de piel aún más fina. Otra palabra podría ser surco. Eugenio Carutti describe, en Inteligencia Planetaria, las dos tendencias de la mente que como humanidad venimos construyendo o mejor dicho, los dos surcos que venimos recorriendo en relación a la mente. La que prioriza la información interna o “subjetiva” -mente visionaria-. Alcanza su máxima expresión en las tradiciones meditativas orientales.La que se concentra en el “el mundo objetivo” y las “cosas”, estableciendo un nexo entre cerebro y mano mediante el cual es posible manipular el mundo exterior hasta hacerlo parecer a una imagen interna. Esta última alcanza su máxima expresión en la ciencia occidental. 

Cuando subo la escalera del lugar, entro a un recibidor. ¿Parece o es? la sala de espera de un consultorio. Me siento en mi salsa, obras enigmáticas decoran las paredes, fuentes de frutas vidriadas que parecen gemas iluminan desde abajo y las lecturas son deliciosas. Este consultorio es un triturador de símbolos silencioso y acogedor. 

Cuando atravieso la puerta que lleva a la otra habitación I’m in Jurassic Park bitch. Mi terapeuta de los sueños resultó ser también unx científicx locx que experimenta con mutaciones genéticas en plantas, alquimista del siglo XXI que cansado de tener que elegir, trata a sus orquídeas como pacientes, las alimenta con almíbar junguiano y junta el vapor que se acumula en torno a ellas para destilar medicamentos homeopáticos que sirve en cálices cristianos. Además, recubre sus paredes con imágenes de El Mago. 

Sospecho que su cuerpo ha sido tomado por el arquetipo de Mercurio. ¿Acaso este ser tiene mercurio en XII? No lo sé, espero conocerlo algún día. Ha logrado hacer una proeza: conectar, a través de una cortina de carnicería, dos tradiciones en conflicto. 

Me da esperanza que lo que separa los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro sea solo una cortina plástica. Es casi como decir que es una ilusión. Se corre fácilmente, se ve a través de ella y está muy cerca nuestro. Me hace acordar a las notas que Andi Gorzicky escribió en las que comparaba el arte contemporáneo con una heladera.

Ahora sospecho que a la hipótesis de que las muestras que suceden cerca temporalmente son estrellas de una misma constelación tan sólo la separa una cortina de carnicería de la idea de que son tendencias que el mercado impone como moda. Volviendo al libro de Carutti, el paso siguiente sería ver que lo existe en realidad es un vínculo. Una cortina de carnicería que en realidad es la profunda relación entre lo que se nos aparece como irreconciliable. 

Y ahí me interesa quedarme sintiendo. No quiero ser trosko, no quiero ser new age. o mejor dicho, no quiero ser sólo uno de lxs dos. Deseo poder sentir al mismo tiempo ambas cosas: que cuando miro hacia adentro conozco el mundo y cuando me muevo entre las cosas me conozco a mi mismx. Solo que eso, otra vez, no alcanza. 

¿Qué necesito para volver a trazar el círculo?

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