Pescado y papas

Por Santiago DePaoli

Dibujo por Lux Lindner

Informe viaje Islas Malvinas
En relación a mi obra, con este viaje buscaba explorar posibles significados de mi práctica como artista, lejos, en un terreno desconocido, físicamente ubicado en un borde de la sociedad. Como idea inicial, pensé en exponer pinturas al aire libre, con el paisaje de fondo, en un lugar remoto: sin horario, ni invitaciones. Luego, en el marco de la Beca de Viaje de la Fundación Oxenford, surgió la posibilidad de viajar a las Islas Malvinas para realizar la exposición.

Antes de viajar
Ya unos meses antes del viaje había empezado a pintar. También miraba películas y leía sobre la historia de las islas. El documental “Nuestras Islas Malvinas” de Raymundo Gleyzer lo vi por primera vez en el museo de Malvinas que está sobre Av. Libertador. Me interesaba conocer un lugar en el mundo a través de mi práctica como artista, buscando relaciones nuevas con unas islas a las que sólo había oído nombrar en el contexto de la guerra de 1982. Una de las cosas que más me llamó la atención en el momento de leerlo, fue sobre el conglomerado británico Falkland Islands Ho-ldings (FIH). Este grupo de inversionistas enfocado en la prestación de servicios y logística en las Malvinas, que maneja todo lo que es transporte de bienes materiales y alimentos, construcción, explotación de gas y petróleo, etc., es además dueño de MOMART, una empresa con base en Londres que presta servicios de transporte, almacenamiento y manejo de obras de arte a galerías, museos, artistas y coleccionistas del mundo. Esta y otras extrañezas más, como ver fotos en internet de soldados argentinos jugando con pingüinos, o aprender que BACTEC, la empresa que tiene la licitación para desarmar las minas activas que todavía se encuentran en las islas, forma sus equipos de campo con gente de Zimbabwe, alimentaban mi imaginación en preparación para el viaje.

Pescado y Papas
Estuve siete días en Stanley, al norte en la isla del este. Durante los primeros días caminé por los alrededores del pueblo. Todo me resultaba extraño. Las primeras personas de la isla que vi en el supermercado eran una pareja de un hombre y una mujer de mediana edad con un niño. Afuera hacía mucho frio y en combinación con el viento y la constante lluvia/llovizna directo del mar, el clima se volvió el factor común de cualquier pensamiento que tuve en esa semana. Al tercer día de estar en la isla el clima mejoró, y salí con los cuadros en la mochila a buscar un lugar donde instalar la exposición. “…Me desperté y llovía mucho. Bajé al bar, y desayuné café con una tostada con manteca, dos pedazos de tomate, dos pedazos de tocino, dos salchichas, dos huevos y porotos horneados. Salí a caminar por Stanley, llovía un poco. A las 2 horas regresé al hotel y me iba a poner a leer cuando vi por la ventana de mi habitación que el viento había cambiado y el cielo se iba despejando. Me preparé y salí caminando para el lado de “MoodyBrook“. Ya había salido el sol y no había mucho viento. A la altura del campo de golf me crucé con un batallón de soldados ingleses que iban marchando hacia Stanley. Seguí caminando, crucé un puente, subí una lomada importante, y en la cima me desvié del camino hacia la derecha. Caminé derecho hasta encontrar un lugar donde realizar la exposición que tenía pensado montar directamente sobre el paisaje. Preparé las obras, y ahí, en el campo de batalla de Wireless Ridge pasé el resto de la tarde, junto a “Pescado y Papas“, mi primera exposición de pinturas en las Islas Malvinas… En un momento, a lo lejos vi un auto que se acercaba, se detuvo, y luego siguió su camino entre las montañas.

Sociales
La noche del sábado que llegué a Stanley, fui a bailar. En la calle hacía mucho frio y llovía; yo venía siguiendo a dos personas que entraron a un bar. Me metí adentro con ellos y pedí una cerveza en la barra. Cuando fui a tomar un trago, la botella se me resbaló de la mano y volqué un charco en la barra. Al barman no le gustó, pero los dos chicos que estaban jugando dados y tomando jack & coke, se rieron y me invitaron a jugar con ellos. Uno de ellos se llamaba John y el otro Jason, tenían 27 y 28 años, eran de las islas, y se dedicaban a la esquirla de oveja y la pesca de calamar. Esa noche habían salido a romperla, porque al día siguiente, a eso de las 6 de la mañana entraban a la cámara frigorífica del barco pesquero en el que trabajaban turnos de entre10 y 12 horas corridas. El bar se empezó a llenar de gente, y a nuestro grupo se unieron tres chicas también de las islas. Yo, que estaba totalmente confundido por la situación, me reía todo el tiempo. Estuvimos un rato ahí, y después cinco de nosotros (John se quedó) fuimos caminando a otro bar donde se podía bailar. Por la calle llovía y hacía frio y viento. Llegamos al otro lugar, y yo no lo podía creer…adentro de un bar, con todas las luces apagadas y música muy fuerte, un montón de gente bailaba y tomaba alcohol. Enseguida pedimos cervezas, y nos unimos al ritmo del lugar. Todo pasó muy rápido; llegué al aeropuerto militar de las Malvinas a las 5 de la tarde del sábado, y a eso de las 11 esa misma noche me encontraba bailando y compartiendo el momento con un grupo de isleños. Este fue un momento máximo del viaje en cuanto a interacción social con gente del lugar.

Los últimos tres días
Los últimos 3 días salí poco. Prefería quedarme en la habitación dibujando y leyendo, excepto al atardecer, cuando salía a caminar y el clima era tremendo, y el viento empapado me volaba al mar. Mayormente, cuando me quedaba en la habitación realizaba pequeños dibujos de cielos nublados con temática más bien climática. Sin duda la fuerza natural del clima me impactó a toda hora. También inspirado por el clima, tomé un video en el hotel donde me alojaba y realicé una película de aprox. 8 min.

Desea lo justo
En Stanley nadie supo de “Pescado y Papas”, excepto John y Jason a quienes algo había contado. Mi proyecto de exposición no cumplió ningún rol dentro de la sociedad local. Unos cuadros colgados de una piedra en un risco lejos de donde pasa la gente no significan nada.

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