Nuevas joyas mexicanas

por Elisa Palacio

“Techotitlán” le llaman a la terraza que recibe a poetas y artistas en pequeños cuartos luminosos con pisos de madera y ventanas de vidrio repartido en la Roma Sur, colonia elegante de la Ciudad de México. También están los livings de hierro y goma bajo el cielo, la cocina abierta con vista al cerro y a la puesta de sol, los baños comunitarios.

Debajo del techo-residencia hay un edificio típico mexicano, con patio interno, inquilinos con perros, bicicletas y sogas para colgar la ropa que se entrecruzan. En el segundo piso del edificio vive Francisco Fenton poeta, editor y anfitrión. Dueño de todo el espacio y coordinador loco de la residencia, poseedor también de una biblioteca singular y frondosa como pocas.

En la planta baja, Fenton montó su imprenta y la librería. La imprenta es la sede de tipos móviles donde, junto con Eugenio, arman los libros de Juan Mala Suerte Editores, su delicado proyecto editorial.

La librería está justo en la esquina de Bajío y Coatepec. Se llama Escandalar, da a la calle, y es un ángulo recto muy pequeño que tiene una vidriera con joyitas, sobre todo de poesía latinoamericana: ediciones independientes contemporáneas, primeras ediciones inconseguibles y libros traídos de distintos rincones. Como, por ejemplo, ediciones cubanas antiguas, o unos tomos de poesía del Fondo Editorial Pequeña Venecia, venezolana de los ‘90, que Paco había conseguido recientemente y muchas veces regalaba o trocaba por ediciones caseras u otros libros viajeros.

La librería es sede también de presentaciones de libros, lecturas de poesía y tertulias. En mi estadía de cinco meses en Techotitlán conocí escritorxs de distintas partes del mundo, como suecos traductores de Zafo y Pizarnik, poetas que recitan en lenguas lejanas, yankis amantes de Katchadjian, chicanos en búsqueda de sus raíces, chilenxs viajerxs, peruanxs multitasking, mexicanxs fans de la poesía argentina, argentinxs ciclistas editores.


Una de las cosas que pensaba conociendo la CDMX es en la mezcla de ser parte de una América Latina diversa y desigual pero situada en América del Norte. Por momentos sentía que estaba en el Cono Sur, y por otros, entendía que estaba muy lejos geográficamente, al lado de EEUU, con todo lo que eso conlleva, y en un país gigante lleno de gente y que también tiene mucho dinero, aunque mal distribuido. Quizás esta extrañeza tenga que ver con mi nula experiencia en América Central, y con la potencia de esa frontera con el imperio, pero entendí también que México es más accesible al resto del mundo que Argentina. Basta con mirar un mapa de tráfico aéreo del globo y ver la cantidad de aviones que por allí pasan y la triste realidad de que hasta acá abajo llegan pocos. Eso sentí con la poesía también. No solo porque por Escandalar pasaron poetas y curiosos de distintos lugares de América y del mundo, sino porque creo que la poesía latinoamericana se lee más allá y eso disparó mi vieja, trillada, soñada y estudiada necesidad de pensarla como unidad. Probablemente, esa biblioteca del segundo piso de Bajío también influyó.

La esquina de Bajío y Coatepec queda muy cerca del metro Centro Médico, donde pasan dos líneas de subte y es muy accesible para llegar a distintas partes del monstruo maravilloso que es la ciudad. Caminando podía llegar también a distintos lugares interesantes, como por ejemplo, a Bikini Wax, laboratorio independiente de arte contemporáneo con sede itinerante pero que en ese entonces estaba entre la Colonia Buenos Aires y la Colonia Obrera, cerca de la Roma Sur. Ahí me uní los sábados a un grupo que se juntaba a leer y discutir sobre metafísica crítica. Como resultado se dió una comunidad de gente manija que, con karaoke de Shakira y chelas, hizo una publicación en papel basada en Tiqqun, Carrington, la brujería, Leonor Silvestri y Agamben, entre otrxs. Hubo presentación con baile, performance, muestra y continuó a distancia México-Argentina con radio y clases.

En Techotitlán conocí a Kit -Kit Schluter- poeta, traductor, pintor, plomero y residente permanente de Bajío. Kit, además de arreglar las viejas cañerías del edificio, escribe cuentos tiernos y absurdos con humor y sensibilidad. Gracias a él conocí otro lugar imperdible de la ciudad: Aeromoto. Aeromoto es una biblioteca pública especializada en libros de arte y en ediciones independientes, pero es más que eso porque ahí suceden cosas importantes para el arte, la poesía y el under mexicanos. Por ejemplo el ciclo que organiza Kit -Salón de Belleza- que busca estimular el diálogo complejo entre México y EEUU en la poesía y el  arte. Kit invita gente del norte, y en cada fecha también, amigxs poetas y artistas latinos, y con traducciones especiales para la ocasión y lecturas en distintos idiomas genera encuentros alusivos y evocadores.

Un día, en los comienzos de mi estadía, le pregunté a Fenton por más gente que escriba en CDMX para invitar al ciclo Todos Los Bares Del Mundo que venía realizando en la Ciudad de Buenos Aires junto a Jacqueline Golbert y que planificaba replicar en esa otra ciudad. Me nombró a Karen Plata, joven poeta chilanga a quien le escribí y de una me dijo de vernos para tomar una cerveza y así nos hicimos amigas. Karen es escritora, ahora también de cine, y ganó el premio Nacional de poesía Joven en 2015 con su hermoso e intrigante libro Retratos de familia.


En México hay mucho más dinero para los poetas que en Argentina: hay premios, becas, más premios y concursos. Con frecuencia me veía imbuida en conversaciones largas con poetas sobre los premios, sobre las cosas buenas y las cosas malas que traían, sobre el peligro de trabajar los textos sólo para que entren en tal o cual concurso. Yo un poco me reía por dentro, de envidia y de extrañeza, y les contaba que acá prácticamente no hay nada de eso, hay pero muy poco. A veces en chiste yo decía que acá somos más libres, otras veces me los decían ellxs y ahí aprovechaba para contraatacar.

Gracias a Karen conocí a José Pulido, poeta fan de Viel Temperley y del Tigre, y gracias a Paco a conocí a Mariana Rodríguez, mexicana de Chiapas y feminista que estudió un tiempo en Bahía Blanca. Sus poemas son sensibles, inteligentes, con humor y políticos. ¡Atentxs editores argentinxs!

Tilsa Otta es también una amiga de Bajío. Vive mitad en Lima y mitad en CDMX, en Techotitlán. Es poeta y cineasta, autora predilecta de Juan Mala Suerte Editores. Con ella compartí solo unos días en la residencia pero bastaron para querernos y repetir en Buenos Aires lo que nos gusta hacer. Tan es así que tanto ella como Kit y Paco viajaron hasta acá en diciembre al  Festival Rural de Poesía de Lobos.

Una mañana pasó por Bajío Inti García Santamaría y fuimos a desayunar a La Habana, un café mítico donde se juntaban Fidel y el Che, por un lado, y escritores como Bolaño y amigxs, por otro, quien en Los detectives salvajes lo representó como el “Café Quito”. Estando allá Inti publicó su último libro, Evelyn, que fue un éxito de venta en las librerías y que, puedo decir, te atrapa, te deja pensando, perpleja, y genera tanta empatía que te hace reír. Un libro muy corto y potente.

La mayoría de lxs poetas mexicanos que conocí -y lo mejor de todo que además son mis preferidxs- vivieron también, en algún momento de sus vidas, en Bajío 53, el edificio de la residencia. El nexo siempre fue, por supuesto, el poeta y editor, amante de la naturaleza, Francisco Fenton, y la amistad entre ellxs de cada momento. De lxs poetas que nombré hasta ahora tanto Inti, como Pepe y Karen, todxs mexicanos, vivieron ahí. Kit y Tilsa lo hacen actualmente.

Una misión que sentí cuando pensaba en volver a Buenos Aires era que se conozcan acá estxs poetas inspiradores. Como resultado surge un proyecto editorial con Karen y Pepe y esta nota que, humildemente, intenta mostrar un poco la escena de la poesía contemporánea de allá con una muestra de sus referentes.

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 Mariana Rodríguez

De manera accidental

De manera accidental
igual que un resbalón que no termina de ejecutarse

parecido a la vez que te astillaste el pie con un pedacito de vidrio por andar sin zapatos

después de romper un vaso

o como cuando le dijiste en la clase a la maestra: “mamá” y todos se rieron

parecida a tu confusión de la sal por la azúcar arruinando todo el guisado

Así

de esa manera tan torpe

tan tonta

Así

pasó:

Sin querer

Se me fue un like

A una foto suya del 2014

El daño estaba hecho

Irreversiblemente se daría cuenta

De mi paseo por su pasado

Turismo morboso y obstinado

Cerré los ojos

Quise tener poderes mágicos para borrar ese error de su red social

Pero en la web se escribe el destino con sangre

No es tan grave, no pasa nada

 

Me decía a mí misma

Desesperada

Aventé el celular al otro lado de la habitación con la esperanza de abrir un portal a otra

dimensión

Pero obvio que no sucedió

 

Afuera el sol golpeaba con fuerza

Perfecto y fiel

La vecina derramaba un poco de sopa sobre la estufa

Un muchachito se caía de su patineta

El vigilante pisaba mierda de perro fresca

Más allá una paloma caga sobre el auto recién lavado

 

Así

de manera accidental

pasa la vida

sobre las cosas.

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Inti García Santamaría

Hace algunos años, durante un festival de poesía en el puerto de Acapulco, otros dos escritores y yo fuimos llevados a un albergue para personas que habían perdido sus casas por las lluvias. El conductor de la camioneta de la Secretaría de Cultura estatal nos dejó enfrente de las canchas de basquetbol, acondicionadas como refugio, y se marchó. Nadie más nos acompañaba.  Acto número uno: el hostil interrogatorio de los marinos que custodiaban la entrada y no sabían que iríamos a leer. Acto número dos: la sensación de absoluta impertinencia al llegar ante la gente que descansaba semidormida en las gradas para decirles que íbamos a compartir algunos poemas con ellos. Más allá de la falta de logística que desencadenó todo esto, viví una especie de desengaño hacia mi propia escritura, como si todos los juegos de palabras y los temas que había elegido hasta entonces funcionaran sólo bajo condiciones favorables, y fueran incapaces de mantenerse a pie lejos de su zona de confort.

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Karen Plata

Tomé una gallina del cuello y empecé a dar vueltas, la gallina se echó a correr y me dejó su cabeza, cabecita que no sabe a nada, casi sin carne, espíritu de mi abuela que sigue corriendo, yegua perdida. Una mosca rondaba sus labios, quería soplarle pero se enterró en su boca. Un hombre cubrió su cabeza y le alzó un poco el vestido. Tomó un trapo y lo pasó entre sus piernas. Afuera, los perros encontraron mi gallina. Ellos estaban felices. Recuerdo casi verlos sonreír con las plumas entre los dientes.

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José Pulido

Transfiguraciones

Decir casa como quien realmente dice casa y, de veras, no otra cosa bien diferente de la palabra casa. Decir concreto como quien realmente dice concreto y, de veras, no otra cosa bien diferente de la palabra concreto. Si digo abstracto hablo un lenguaje que no existe y, de veras, si no existe en lo liminal de la escritura, entonces y, de veras, digo otra cosa bien diferente de la palabra abstracto. Nosotros como decir nosotros y, de veras, no otra cosa bien diferente de la palabra imposible. Si dices ven, hablas en un idioma fuera de sitio, pero si dices sitio como queriendo decirlo y, de veras, entonces dices vamos. Otra cosa bien diferente de la palabra separación hay que decir. Construir tiempo con otra lengua fuera de tiempo, como queriendo erigir y, de veras, levantando otro lugar en este espacio para decir es y no: ha sido. Escribir sombra como queriendo decirlo y, de veras, decirlo como queriendo escribir sombra para decir, verdaderamente, hueco y construir un lugar diciendo casa como quien realmente dice casa.

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Tilsa Otta

Caribe

Todos los días extraño a mi novia

Cuando murieron sus perritas me contó por chat y me puse a llorar

Quería estar con ella y consolarla

Darle besos mientras le quito la ropa y resuelvo todo

Quisiera tener un perrito

Parecido a un hogar

Debo conseguir una mínima estabilidad

Caminar sobre la tierra para comenzar

Adivina en qué estoy pensando

Pienso en establecerme

Pienso en el Caribe

Un perrito a contraluz sacudiéndose fuerte

Salpicando en un milagro el mar transparente

Mi novia en la orilla leyendo teoría del arte en bikini

Con gafas oscuras y muy pensativa

Sería un comercial de tv sin motivo

Una vida tan perfecta como un anuncio publicitario

Censurado y jamás emitido

No puedo creer estar enferma

Preferiría estar muy drogada

Penetrando los misterios del universo

O con los chicos de tinder

Moisés, Antonio, Javier

Comiendo helado de baobab

Extrañándola

Pensando dónde establecernos

Cómo será el rostro de nuestro perro

Si todavía querrá ser mi novia en el Caribe

Después de todo esto

 

 

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