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Por Carlos Gutierrez
dibujo por Jordi Casanueva
En 2017, el río Whanganui en Nueva Zelanda fue reconocido legalmente como sujeto de derechos, lo que implica que debe ser protegido y tratado como cualquier persona que viva en el país. Los habitantes del pueblo homónimo reconocen su propio bienestar directamente vinculado al bienestar del río, por lo tanto, suena lógico que exista una legislación de este tipo. Si hay algo curioso en este dato es el hecho de que sólo algunos ríos a nivel global gocen de tal categoría, como si el bienestar entero de las especies que habitamos el planeta no dependiera de eso. Emerge aquí una punta para pensar la muestra de Renata Molinari, Huevo Telépata, en la galería NN. Ya en el título se vaticina una forma de comunicación misteriosa e inusitada: una forma intangible y carente de vocablo, que se apoya en la transferencia de algo (información, energía, estímulos, etc.) que se podría dar entre alguien o algo y un huevo. Dicho así, son infinitas las combinaciones que podrían darse y resulta útil esclarecer ahora mismo el por qué esto es importante: alterar las jerarquías que ritman las relaciones entre los ecosistemas y los humanos es necesario para poder acceder a sensibilidades desconocidas, capaces de reconfigurar nuestra experiencia del mundo hasta hoy.
En Huevo Telépata, nos encontramos con una serie de esculturas realizadas con pipetas, tubos de ensayos, erlenmeyers y cabello humano. Estas torres de instrumental de laboratorio que surgen desde huevos perlados y ariscos, crías de un ovíparo extraño y maquínico, consuman la distancia analítica y monstruosa con la que la tierra se puebla por el pensamiento humano extractivista. Que Molinari utilice cabello para producir estas esculturas ya no tiene que ver con la no disponibilidad de otros recursos con tal dureza, ni con un órden espiritual y/o instrumental como en el caso de algunas culturas andinas que usaban cabello humano para producir textiles y herramientas, tampoco tiene que ver con el orden espiritual o litúrgico, como en el caso de los relicarios y joyería de luto del siglo XIX. La artista explora materialidades provenientes del cuerpo y así reinserta a los humanos dentro del ecosistema general de vida. Se aprovecha de los modos de pensamiento empleados por modelos de explotación de recursos naturales para construir obras que atraen y simultáneamente repelen al espectador, mientras lo ubican en una interfaz extraña, en una sala violeta de suelo a techo.
Finalmente, un grupo de pinturas de perímetro hexagonal extrapolan distintas visiones atravesadas por gradaciones hápticas y sensibles que definen un panorama complejo donde las imágenes conjugan registros que lindan con la ciencia ficción: paisajes vistos por algún animal capaz de detectar diferencias de temperaturas o sustancias específicas; apariciones fantásticas u oníricas; acercamientos macro al interior de un organismo o a la externalidad total de algo inconmensurable. Como un bicho que puede estar dentro y fuera de su cuerpo al mismo tiempo, Molinari despliega visiones de una cercanía furra con cientos de ojos, de una especie que ha decidido quedarse en este planeta, para cuidarlo y crecer con él.
* Renata Molinari, Huevo Telépata, curaduría de NN y acompañamiento de Alejandra Aguado, Galería NN, La Plata, 26 de agosto de 2023 – 08 de octubre de 2023