Una marca de agua
Por Laura Crespi
Otro experimento que nos dejara el giro tecnológico, y especialmente estos dos últimos años, tras la pandemia, es el mapa mental de música, poemas e imágenes que organizó Matías Heer con algunas coordenadas del plano de la ciudad. Una cartografía múltiple que se abre en ese punto blanco (de aura blanca) titilando en el telefonito sobre google maps. Ese latido (guía) rebotando sobre sí, y a cierto ritmo, representa quizá, si nos dejamos llevar por estos juegos textuales, una discordia ante “la marca de agua” a través de la cual, dice Heer, experimentamos la virtualidad. Y lo hace atravesando distintas superficies plásticas y discursivas. ¿Cuál es la experiencia que propone Heer? Desde el poema #1 hasta la coda luego del poema #11, pasando por los videos intercalados en un par de “hacé click acá”, ubicados en dos ejes de la página, van desarrollándose esas “cadenas de mapas”, o como él mismo señala, “una cadena autorreflexiva”. Cuadrícula, foto aérea, líneas diferentes y en distintos planos describen una circulación visual (poema concreto, color y línea, rima y métrica), y una auditiva (lúdica de synthes varios, rhodes y distorsión y efectos de voces), generando las derivas que estos poemas (mapas-tracks) alternan desde las perspectivas que un observador de la ciudad, y en simultáneo, de ese punto blanco palpitando sobre la pantalla de su celular, visualiza ante distintos escorzos de la realidad. DATUM, dice Heer, “cualquier cosa dada, asumida, automática”. Y sigue en otro poema-track la línea mcLuhaniana: “El medio es el masaje. Hay que subrayar la marca de agua. Hacer discordia con ella. Que emerja Eris. Lo horrible para la convención artística: una marca de agua, una imagen con marca de agua, que indique que no es propiedad de un individuo sino de una compañía (…). Lo no berreta es aquello que se niega como tal sacando la marca de agua para volverse técnica, materialmente único, inalcanzable, pero finalmente estandarizado, agradable, regulable, controlable. Lo berreta subraya la marca de agua, los medios precarios, robados, truchos, de segunda mano, marginales. Son esas marcas de agua el marco teórico de la discordia.”
En el colectivo y en otros lugares, viendo en el telefonito el punto donde estás situado, siguiendo una línea y elevándote, o caminando arriba de los edificios, en levitación, y generando aún una meditación en torno al recorrido que te imponen las imágenes de este mundo contemporáneo: chatarra mediática y postecnológica, basura de las redes y alucinación alrededor. Alucinación de la mercancía para ser como se es contemporáneo ahora: un prosumidor. Consumimos, gozamos así, y también producimos datos a través de “el celular que usas, involucrado costo y status que implican sus cualidades técnicas”; y en las redes que te tienen (o no) atrapadx.
Ante la pregunta sobre cómo y por qué poesía, Heer contesta: “La poesía como una función, como una técnica, una tecnología de representación y alteración de los vínculos representacionales. Concentración máxima de sentido verbal, también significante, que disloca nuestro entendimiento cotidiano y nos desautomatiza de forma sensible. Dada esa función puedo trasladarla al medio de consumo que desee: una página web, una canción, o incluso, como propongo, a un grupo. El poema se expresa en un grupo (una banda, una serie de diseños, una serie de intervenciones, una página web, unos textos). Grupo Fin del Mundo tiene algo de poema-grupo porque tiene algo de poema-ritual. El que me abarcaba a mí en mi casa frente al ableton, a un cuaderno, a una página para cambiar los códigos del google maps y el hotglue. Majo Abad me ayudó a diseñar las funciones de la página, así como otrxs amigxs, pero fue una experiencia de ritual solitario. Ojalá a futuro sea grupal, la soledad es un bodrio que aceptamos y decoramos de respuesta.”
*Mati Heer es editor, ahora en Slimbooks, y dictó cursos sobre poesía y magia en Casa de poesía. Editó varias de sus traducciones en Colección Chapita (Berryman, Ashbery, Laforgue, Ponge, entre otros). Publicó poesía: ZIPME (2020), Yo³ (2014), Paijearse (2012-2011) De irrisoria complexión (2008), y dos ensayos: Razones, poetas (2016) y prototipo.1 (2015).