La princesa y el monstruo

por Fran Stella

dibujo por Lino Divas

Mi electrodoméstico favorito es definitivamente la minipimmer. Por estos días me preparo unos jugos verdes para desayunar que cada vez se ponen más monstruosos: morrón, pera, acelga, hoja de brócoli, apio, hoja de rabanito, hoja de zanahoria, maca, espirulina, limón, naranja, canela, perejil, banana. Es divertido y delicioso. Este maravilloso aparato tritura todo y lo deja de una textura muy sedosa: smoothie. Basta con filtrar para obtener un jugo que es pura clorofila, mi amor. 

Me maravilla la capacidad de la minipimmer de mezclar y convertir infinitamente. En este ensayo me propongo no sólo pensar sino escribir como ella. Hacer un jugo con las más variadas experiencias, ideas y hechos. Y filtrar con una tela porosa para obtener un destilado nutritivo. Voy a llamar a este lugar de enunciación la epistemología Oster – Gaza. O en su versión no publicitaria Triturador – Filtro.

Para esta preparación, vas a necesitar:

  • Xenogénesis de Octavia Buttler
  • Una nueva suavidad de Suely Rolnik
  • Contractura de Toto Dirty y Norberto Gómez en Isla Flotante
  • Amatorio de El Pelele en Sendrós
  • Tecnotopía de Jimena Travaglio en El Mirador
  • Experiencias personales y trilladas ligadas al amor

¡Qué difícil escribir sobre el amor! ¿¡De dónde saco el valor!? Quizás de tomar un jugo verdeda  y salir a correr por agronomía a la mañana. La combinación de clorofila, sol y árboles a las 9 am genera, en el rebote constante y regular del trote, las ideas más descabelladas y los desafíos más alucinantes. Aquí el paso a paso para esta preparación:

Para la base: Tecnotopía de Jimena Travaglio en Fundación el Mirador

Ni bien entro a la sala algo me incomoda. No puedo ver bien las obras, algunas se ocultan a contraluz y para otras no es suficiente la distancia de contemplación. 

Abajo, algo pareciera estar desfasado, la imagen visual no coincide con lo esperado. Los tapices son encantadores aún en la potencia de lo siniestro que invocan. Sin embargo, algo se percibe desmembrado como si al relleno de la tarta hubiese olvidado ligarlo. 

Jimena recorre conmigo las obras y la conversación que sostenemos funciona como hilo y aguja para juntar lo lejano. Las primeras pantallas de todas, el espejo, la superficie que refleja. El primer dispositivo de supervisión y control, el reloj. Los desfiles militares, la visión panóptica de los reclusos de una prisión, el módulo que cada cuerpo significa en la matriz de la realidad. 

El mundo de Jimena es como la Tabla de Mendeleiev (1). Asigna casilleros para cada elemento que la compone y no importa por cuál se empiece, el orden es previo a la aparición efectiva de cada elemento. Como en los tapices, la urdimbre y la trama son los ejes X e Y de una ecuación que lleva adelante un cuerpo máquina. Jimena traduce de la imagen real a la digital, de la digital al tapiz. A veces tiene que destejer y se enoja y se frustra. 

No puedo no pensar en Penélope tejiendo y destejiendo para fabricar tiempo. Tiempo de espera, esculpir el tiempo, tiempo para que llegue su amor. Ulises viaja, algún día regresará. 

Pienso entonces en Una nueva suavidad, de Suely Rolnik. Ese texto sobre el amor que nombra como Penélope y Ulises a las dos partes de una ecuación para mal-entender el amor. La parte que espera anhelando la completud en el encuentro, la parte que huye anhelando encontrar la salvación en otra parte.

 La figura del cyborg, de la mano de Blade runner, para encontrar una fuga posible al loop eterno del amor romántico. Es decir, el vínculo con lo diferente, con lo no humanx aunque lo no humanx sea otra persona.

Me agarro del codo de Suely y opino que Ulises y Penélope pueden intercambiarse por Princesa y Príncipe. O, sobre todo, Princesa y Monstruo. Penélope Princesa que espera inocentemente, Monstrua si es motivo para que Ulises huya, Ulises Príncipe si se queda, Monstruo si se va. 

En los mitos, muchas veces hay variaciones aparentemente drásticas en los finales. Sin embargo, si hago el ejercicio de visualizarme como una princesa encerrada en una torre, lo interesante es ver que si me paro en el lugar que “espera encerrada”, automáticamente defino un lugar que quiere entrar. Claro que cuando la puerta caiga no sabré si me encontraré con el príncipe o el monstruo. O si resultarán ser lo mismo.  

Para el relleno: Amatorio de El Pelele en Sendrós

En sus obras, Jimena teje hasta el hartazgo para que no olvidemos que el sistema homogeniza para controlar y en eso borra las diferencias. La suavidad cyborg que Suely nos propone parece lejana en este mundo en el que la máquina solo reproduce códigos fascistas ¿Dónde está la fuga?

Pienso que la muestra del Pele encierra pistas. La obra que más llamó mi atención fue una caja backlight en cuya foto se ve un primer plano de un ano taking in all of the dick. La pija parece prostática, negra, enorme y hermosa. El ano, con algunos pelillos que se arremolinan alrededor, parece estar en control y ser un tragaluz, un túnel espacioso lleno de goce y placer. 

El encuentro entre mi mente pornoformateada y la habitación de telo fría y plástica en la amplia sala de Sendrós me hizo sentir adolescente. Estoy viendo algo prohibido, tabú. Encima me estoy excitando, casi escucho una risa púber-prohibida en el fondo de mi mente. Me acerco a la instalación teatral y quiero ver en primer plano el ano de la escultura siendo penetrada por la otra. ¿Acaso me dan envidia? 

¿Dónde se encuentra el amor en una habitación de hotel desalmada? Sprayette, la multinacional que ofrecía productos imposibles por televisión, armó un set de filmación y después de quebrar, El Pelele montó una obra de teatro, sí. La obra se pregunta qué preposición es la más adecuada para referirse al lugar donde se encuentra el amor. ¿En? ¿Abajo? ¿Entre? ¿Arriba? ¿Desde?

No importa qué es el amor. Es una ecuación que se puede rellenar con infinitas variables X, por qué no XXX si somos dueñas de hacer lo que queramos con nuestrxs cuerpxs, de disfrutar y gozar de ellxs como nos plazca. 

¿Es el amor el encuentro con lo diferente? ¿La disolución de las fuerzas psíquicas que me  hacen parecer lo que no soy? ¿Una fuerza universal que puede volver vital el set abandonado de una multinacional maquínica?

Seguro no son las contracturas en el brazo de tanto sostener el espejo que confirma quién soy. Entonces ¿es soltar la idea y la imagen que unx tiene sobre sí mismx?

Me quedo con la siguiente duda dando vueltas ¿Qué es lo diferente? ¿Se lo puede pensar como algo autónomo en sí mismo? ¿Es una fuerza relacional que junta lo distante?

Para la cobertura: Contractura de Toto Dirty y Norberto Gómez en Isla Flotante

La primera frase que viene a mi cabecita al recordar la muestra es “mejor pedir perdón que pedir permiso”. Casi que agregaría “Mejor que sobre antes que alcance”. Y de todas maneras la sensación es que fue la dosis justa para tener un buen viaje. 

Dos perros que ladran enfurecidos uno a otro sin tocarse. Lo que junta el espacio que los separa son las gotas de saliva que van de la boca de uno a la del otro. En ese intercambio ¡Zas! se juntan dos generaciones de artistas que son tan magxs como duendes, tan brujas como gnomos, tan ambivalentes como lo humano puede llegar a ser.

Debo reconocer que cuando entré a la galería quedé bastante gagá. No creo haber podido recuperarme del patadón inicial. Contemplé la muestra un largo rato en la quietud casi vacía de la sala desde la sensación que el impacto inicial me produjo. En mi mente sonaba una de las canciones de Charlie Xcx que por estos días suenan en loop en mi taller: “I’m about to crash into the water gonna take you with me / I’m high voltage self destructive ended up so legendary”.

 El encuentro entre Norberto Gómez y Toto es un choque de autos, una explosion que protege en su interior la vulnerabilidad de lo monstruoso, lo desviado, lo upside down. La tierna carne de orco no nacido. Me hace pensar en el amor la sensación de desconocimiento del mundo y de mi mismx que me invadió el cuerpo viendo la muestra.

Emplatado

Xenogénesis es una trilogía de Octavia Buttler en la que lxs Oankali son alienígenas comerciantes. Buscan permanentemente el encuentro con lo diferente para acoplarse genéticamente y generar nuevas especies. Antes de hacerlo, se aseguran de que una rama Oankali permanezca por fuera del intercambio en caso de que salga mal. Curiosamente, estos seres que se babean por la diferencia son extremadamente memoriosos: recuerdan y almacenan la información biológica/genética de cuanto ser se cruza por su camino en una memoria no solo “individual” sino “familiar” y de la especie. 

No quiero spoilear ni contar de qué va la serie sino nombrar lo que me sucedió al leerla. Tocar en lo más hondo la profunda distancia entre un lugar que necesita seguridad, predictibilidad y formas conocidas y otro que quiere abrirse a lo desconocido. La primera se siente indefensa cuando la segunda se abre, la segunda se siente asfixiada cuando la primera cierra. 

Puedo escuchar a todxs lxs Penélopes y Ulises de la humanidad hablando adentro mío. Recojo pedazos de entre las voces y formo preguntas 

¿Cuánto espacio puedo hacerle a lo diferente a mí? ¿Cuánto me animo a vincularme con lo que no me confirma? ¿Es mi brazo el que sostiene el espejo o podría ser también el de otra persona?  

No sé a qué sabe esta preparación. Tiene algo de torta en su diseño pero también algo del espíritu de un jugo. Estoy segurx de que es ambivalente: me dan ganas de probarla y también de dejarla intacta. Sé que puede parecer dulce pero es un engaño: está hecha de textos y muestras que me recordaron la importancia de desconocernos a nosotrxs mismxs y al mundo, de no ir al encuentro de lo que me confirma sino de lo que me desorienta. Quizás es una nueva dulzura y tenga que acostumbrar mi lengua a ella.

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  1. La tabla periódica de Mendeléyev, publicada en el año 1869, fue la primera tabla periódica de los elementos. Basado en la hipótesis de que las propiedades de los elementos son función periódica de sus pesos atómicos, Dmitri Mendeléyev colocó en esa tabla todos los elementos conocidos en aquella época, inicialmente con 60 elementos, ordenándolos de forma tal que los elementos pertenecientes a una misma familia aparecen en la misma línea vertical.