La piedra, la voz, el estanque

Por Bruno Juliano

dibujo por Lino Divas

Querría detener el poema en el punto más alto

frenarlo antes

de la caída.

Suspenderlo en la fracción

de segundo de camarín

de la pianista que da vueltas antes de tocar.

Frenarlo en el intervalo que va 

del momento del salto al momento 

del paracaidista que tira de la cuerda.

No un poema pájaro 

que haga del vuelo su elemento 

sino una piedra cayendo a la velocidad 

de su propio peso.

Un poema que registre las palpitaciones 

cuando te descubro y sonreís 

del otro lado de la avenida.

Todavía en rojo el semáforo 

viéndote venir, 

un poema que hable de eso. 

(Verónica Yattah, Piedra grande sin labrar)

La publicación se organiza en tres tiempos, o en tres imágenes:

la piedra,

la voz,

el estanque.

La piedra es naturaleza y tiempo. Un tiempo geológico (un exceso de tiempo). 

También es posibilidad. De construcción o destrucción (la piedra es un arma que golpea, abre, hiere).

Y es peso (el peso de la piedra), y libro. Un libro (este libro) como piedra que —extrapolando las analogías— conserva su poder constructivo o de ocasionar un quiebre. Un libro-piedra que aloja y despliega una voz.

Un peso (un libro pesado) que demanda una historia.

Al lado está el estanque, como un espacio contenido o que contiene, natural o artificial, producido por una casualidad o fundado como la demarcación de un territorio líquido, inestable —un horizonte que se demarca, un ecosistema.

En medio, la voz, como un murmullo.

De aquí dos posibilidades (o dos movimientos).

Una, la piedra es cubierta —comprendida— por el estanque. Permanece en el fondo, sumergida.

Otra, la piedra cae en el estanque. 

Irrumpe la calma de su superficie. Despliega ondulaciones que dibujan círculos imperfectos que se abren y solapan, alterando —deformando— el reflejo sobre el espejo de agua: “…la luna se refleja no en puros estanques sino en él púrpura sucio de los residuos del matadero”, escribe Fernández en referencia a la pintura de Timoteo Eduardo Navarro. Ese es nuestro estanque, púrpura sucio, restos de residuos.

Publicar un libro es un gesto, así como lo es montar una muestra, trasladar e instalar textos e imágenes como evocaciones del tiempo. Un gesto insurgente, de salvamento, como quien logra —a riesgo de quemarse— quitar del fuego «algo» que decide conservar.

Un “abrazo afectuoso a la figura y pensamiento de Francisco” —como se lee en el prólogo del libro—, porque hay algo del amor que sobrevuela en el proyecto, que busca de alguna forma —tal vez tarde, tal vez insuficiente— volver del exilio.

Una edición cuidada de textos sobre arte y sobre artistas de Tucumán y otros territorios que buscan la verdad de la realidad y de la historia. Búsqueda que nos incluye —Fernández escribe en tercera persona plural— y verdad que es figurativa.

Textos que describen imágenes, que nos devuelven la sospecha sobre la imagen, acerca de lo que imaginamos. No hay imágenes impresas entre las páginas; aparecen como imaginación, como una presencia inmaterial, ingrávida, que sobrevuela el texto en su pretensión de describirlas, tal como sucede cuando detalla de una obra abstracta de Ernesto Dumit:

La noche verde representa a nuestro juicio un rompimiento -esperamos que definitivo- con sus anteriores ligerezas en la gestación de sus planteos. Aquí la composición sigue siendo abstracta, pero organizada esta vez en base al rigor de una estructura jamás librada al azar, lo cual engendra un dinámico juego de tensiones que se equilibran por planos de contornos esfumados, a veces sutilmente temblorosos.”

Textos que reclaman a la abstracción lo que —para Fernández— no llega a ser, o mejor, lo que debería ser, lo que él pretende del arte: una desesperación por lo inespecífico del arte abstracto, por su falta de compromiso. Un grito que reclama además la urgencia de nuevas publicaciones de Carimbu y otras editoriales que recojan otras voces.

La piedra en el estanque es “una piedra cayendo a la velocidad de su propio peso” —volviendo a Yattah—, una celebración del gesto de rescatar una voz, de procurar un murmullo disperso de textos reunidos y desplegados en un estanque otro sobre el cual reflejarnos, sea cual fuere la imagen que nos devuelva.

Myriam Holgado

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 Texto leído por Bruno Juliano en la presentación del libro La piedra en el estanque. Crítica y ensayo hacia un tiempo cercano de Francisco Fernández, compilado por Gaspar Núñez y publicado por Carimbu Editora. La presentación se realizó en el Museo de la Universidad Nacional de Tucumán el jueves 28 de abril de 2022 en el cierre de la muestra El sol es un techo altísimo, retrospectiva de la artista y docente Myriam Holgado (1936-2014) curada por Gaspar Núñez como parte de BIENALSUR.