La dicha en Movimiento
El disco de Los Twist que nació con la democracia y se convirtió en un emblema del rock divertido
Por Marina Suárez
Dibujo por Lino Divas
Perón, Evita, Gardel, parapolicías, detenciones ilegales, drogas, interrogatorios, el falcon, los masones, el caretaje – mocasín en la jerga ochentosa-, elecciones, bailes, sensualidad… Fueron algunos significantes recurrentes en este disco que, cómo la democracia, hoy cumple 40 años.
Durante la última dictadura militar argentina y en plena Guerra de Malvinas, un grupo de jóvenes comenzó a imaginar y ensayar La Dicha en Movimiento, un disco que saldría a la luz 13 días antes de que se celebraran las elecciones democráticas. Nada más y nada menos que un 17 de octubre, día de la lealtad peronista en conmemoración de la gran movilización obrera y sindical a la Plaza de Mayo que, en 1945, exigió y obtuvo la liberación de Juan Domingo Perón.
Los músicos señalan que fue adrede y simbólico que pusieran esa fecha de lanzamiento. El peronismo está muy presente en las canciones. En 2023, tanto el disco como la democracia cumplieron cuarenta años pero este aniversario conjunto no fue casual.
La Dicha en Movimiento y La Primavera Democrática fueron de la mano desde un comienzo, dice Daniel Melingo. Ni nada, ni nadie podría separarlas como un emblema necesario que construímos entre todos. Además, agrega, sigue siendo una pieza invalorable. Es un reflejo de una época vista de una manera muy original y renovadora. La combinación de su temática, ritmos, estética, interpretación y producción es única.
Al momento de lanzamiento de este disco debut y emblema, la banda Los Twist estaba compuesta por sus fundadores: Pipo Cipolatti, en voz y guitarra, y Daniel Melingo, en voz, guitarra y saxofón. Fabiana Cantilo, en voz; Damián Toppino, en vientos; Gonzalo Palacios, en saxo; Polo Corbella, en batería y Eduardo Cano, en bajo.
La Dicha en Movimiento fue producido por Charly García en la discográfica Serú Giran Discos (SG). El maestro García también se ocupó de los teclados.
Sin embargo, otras figuras emblemáticas del emergente underground de los 80 participaron en la composición de las letras de este disco. La canción Cleopatra, por ejemplo, fue escrita por la dramaturga y creadora del biodrama: Vivi Tellas, en el emblemático Café Einstein y musicalizada -con algunos arreglos- por Daniel Melingo. Estas colaboraciones eran propias de una escena creativa -en donde se yuxtaponían: música, teatro, pintura en vivo y la experimentación con el cuerpo y la producción de estilos de presentación de la propia imagen-. Además, Diana Nylon interpretó -también junto a Melingo- el tema “Ritmo colocado”. Daniel conocía a las integrantes del grupo Las Bay Biscuits y, en forma conjunta, hicieron cantidad de acciones creativas a caballo entre el rock y la performance. Entre las más recordadas están los festivales Ring club producidos especialmente por Melingo y las artistas del grupo femenino y en las distintas ediciones participaron Horacio Fontova, Miguel Abuelo, Miguel Zavaleta y Pipo Cipolatti, entre otros. Las alianzas creativas y festivas entre estos artistas sentaron un precedente ineludible en la movida under en un momento en donde las mujeres no tenían un lugar protagónico en la escena rockera. Pero esta es otra historia que contar…
El nombre del disco amarillo también habla de su época. Fue sacado del manual de toxicología de la Policía Federal Argentina (PFA) que tenía Pipo Cipolatti, pues su padre era del servicio. Los integrantes de la banda buscaron en el abultado libro la palabra “Cocaína” y a continuación se leía: “Raviol. La dicha en movimiento”. La referencia resulta atinada porque la felicidad, la diversión, el baile y también la cocaína, están presentes en todas las canciones.
Según afirmó Pipo Cipolatti, originalmente la tapa del disco era una fotografía en la cual, en un clima de fiesta, los músicos portando bonetes bebían Martini. Se trataba de una imagen tomada por Mariano Galperín, en donde también estaban presentes un grupo de chicas, una de las cuales falleció días después. Por esta razón, el grupo decidió no utilizar esa imagen y dejar la tapa amarilla que vemos arriba. La portada definitiva del disco estuvo a cargo del artista plástico Rubén Vázquez y las fotografías fueron de una de las grandes fotógrafas del rock de los 80: Andy Cherniavsky.
Para escuchar La dicha en Movimiento
La Dicha en Movimiento, es un disco situacionista, popular, sin tapujos. Recupera la kermesse del baile y lo festivo sin desatender la crítica al periodo más oscuro de la historia argentina, pero sin tampoco perder de vista lo inestable de la democracia por ganar.
La estética de la obra se corresponde con la de una nueva generación de músicos que emergieron en estos primeros años 80 y que se acercaron a las corrientes musicales anglosajonas del techno y de la new wave, que alentaban la diversión, la ironía, el baile y la frescura.
Para escuchar este disco primero asegúrese de tener ropa cómoda, el movimiento voluntario o involuntario del cuerpo es inminente.
Luego, agudice sus sentidos y preste atención a las letras. Y, por último, dispóngase a disfrutar de un humor bailable y lleno de ironías.
Ahora bien, ¿por qué escucharlo? ¿Qué lo hace diferente a los demás? le hicimos esa pregunta a Daniel Melingo quien explicó que La Dicha en movimiento es un disco único y distinto a los que vinieron después:
Lo que lo hace diferente es la combinación de repertorio e intérpretes. Si bien en La Dicha podemos encontrar las entre-líneas como sugerentes, en los álbumes siguientes, tanto en Cachetazo al Vicio como en La Máquina Del Tiempo, podemos encontrar un lenguaje más directo, menos encriptado
Debemos recordar entonces que el sarcasmo deviene en parte de que con La Dicha en Movimiento la democracia era la promesa por venir, pero aún no se había ni ganado ni consolidado. Los genocidas permanecerían impunes más de una década y este disco no perdería vigencia. La primavera democrática encontraría límites en la violencia remanente, la crisis económica y la hiperinflación, los levantamientos que amenazaban con la vuelta al régimen militar en una democracia endeble. No resulta casual que el uso de seudónimos y de lenguaje encriptado fueran una práctica sostenida durante los ochenta como un ejercicio estético, pero, también, de protección.
Sin embargo, es innegable que la ironía fue el costado más picante y urgente de este debutante. Con temas como Hábil declarante -un joven “mocasín” quien bajo presión policial “cantaba” nombres- o Pensé que se trataba de cieguitos -una escena satírica de una detención ilegal en la vía pública- pregonaba una teatralidad dramática que desde el humor pondría en escena la arbitrariedad y la represión dictatorial. Una represión que, en menor medida, permanecería vigente de forma encubierta en los albores de la democracia y cuyo cuestionamiento unánime y a viva voz podemos ubicar, recién, con el caso de Walter Bulacio en 1991.
El peronismo, es otro de los grandes temas del disco y viene ligado a las elecciones en puerta en el tema Veinticinco Estrellas de Oro que deja ver la euforia de la apertura democrática e incorpora pasajes de la marcha peronista.
Otro de los asuntos recurrentes del disco es la cocaína -temas como: Salsa o En el Bowling – La gran mística en torno a esta sustancia iba más allá de la diversión y llegaba a la hiperproductividad creativa bajo la influencia de este estupefaciente.
Los mitos de la lucidez y creatividad detrás de “la merca” eran muchos. Se decía entonces, por ejemplo, que Fogwill había escrito su novela: Los Pichiciegos en tan solo seis días. Según los rumores, gracias a la influencia hiperproductiva de esta droga el escritor y sociólogo había podido contar en tiempo récord una historia basada en un grupo de combatientes de Malvinas, un mes y medio antes.
Abonando los tiempos de la creatividad urgente, el disco fue ejecutado en tiempo récord; ya en la tapa se puede leer: “grabado en: 29 horas y media”.
La grabación duró tres días. El primero, un viernes, grabamos las bases y voces de referencias. El segundo día, el sábado, los arreglos, repetimos algunas voces, los solos y teclados, tanto de Charly García como Andrés Calamaro. El domingo mezclamos. Fueron una media de 10 horas diarias durante ese fin de semana amarillo (Daniel Melingo, septiembre del 2023)
El disco no podía esperar, debía salir un 17 de octubre y el acuerdo entre los implicados fue absoluto.
Letras incorrectas y una censura poco esperada
Como se puede ver en la contratapa, el disco de 14 temas se presta a lo incorrecto en dos sentidos. Porque sus chistes se mofan de asuntos de los que hoy – con el corset progresista- no nos podríamos reír. Y, en segundo lugar, debido a que se pone en jaque al rock comprometido, duro y casi militante de los años previos en pos de un rock bailable y catártico.
Sin embargo, lo indebido de las letras de este disco excede la broma; la censura fue inmediata y más amplia de lo imaginado. En efecto, no resulta casual que 8 de los temas fueran cortados antes de que salieran a la luz. Lo que más llama la atención es que muchos de esos “recortes” vinieron de la mano del mismísimo Charly García quien procuró quitar partes que podían resultar violentas, racistas, xenófobas y antisemitas.
Estas referencias apuntaban contra los judíos y también contra los chilenos a los que señalaban como “ladrones” -en plena Guerra de Malvinas y con el conflicto por el Canal de Beagle (1981- 1984) vigente- pero también fragmentos estigmatizantes respecto a migrantes de otros países limítrofes -paraguayos, bolivianos, colombianos- que los artistas conocían de la escena under. En este sentido, al preguntarle por el carácter políticamente incorrecto del disco Melingo
respondió que la incorrección es necesaria para el mensaje artístico y que, tanto el artista como el humorista, debe ser incorrecto. Pero también agregó que el acuerdo sobre la pertinencia de los recortes de Charly García fue unánime:
El Maestro García puso el disco a las claras y con su talento y calidad sonora, dió un mensaje que, de ser de otra forma, tal vez más rústica, no hubiera alcanzado el mainstream al que llegó. Sin descontar el padrinazgo que la figura de Charly significó.
Ya nadie discutiría que en donde García metió su oído y sus largas manos mágicas se hizo la luz. El mito se convirtió en la única verdad.
Antros, semilleros de la experimentación y el Rock divertido
Cómo fue señalado por Ana Sanchez Trolliet1, ya en 1983 el movimiento rock no era homogéneo. Su público en constante expansión hacía emerger viejas confrontaciones entre los músicos “comerciales” y los “auténticos” que asumían como propios sus mandatos de vida rockero.
En ese marco, el rock divertido y performático fue, al principio, cuestionado. Sin embargo, no tardó en ser aclamado por un nuevo público que demandaba también nuevos espacios -incluso si en su urgencia estos debieron ser ocultos, precarios, subterráneos-, que acogieron a una nueva generación de músicos que comenzaron a surgir con fuerza desde finales de la dictadura. La pérdida de legitimidad del gobierno de facto se había visto acompañada por un cierto aperturismo y ablandamiento de sus políticas censoras y represivas con relación a la juventud. No sólo Los Twist fueron representantes de este rock fresco y bailable sino también bandas como: Virus, Los Abuelos de la Nada y Soda Stereo. Estos jóvenes buscaban transformar el aire y la música fúnebre de los primeros años de transición con una estética que fue definida por Roberto Jacoby en el marco de una “estrategia de la alegría” y que tenía como objetivo recuperar y blindar el estado de ánimo colectivo.
En este contexto, el “rock divertido” de Los Twist conquistó a los jóvenes hartos, por un lado, de la represión y, por otro lado, desencantados del rock militante y comprometido. Lo cierto es que Los Twist tocaron en el primer bar de la movida underground de los años 80. Ese emblemático y húmedo reducto resistente, fundado en 1982 por Katja Alemann y Omar Chaban, Sergio Aisentein y Helmut Zieger: el Café Einstein se ubicaba en la Avenida Córdoba al 2547 (en la intersección de las avenidas Pueyrredón y Córdoba). Según señaló Chabán, hasta
entonces, sólo había dos bares: El Corralón donde Federico Peralta Ramos leía sus poemas, y el bar Seddon en San Telmo, a donde la juventud bohemia iba a escuchar tocar el piano. Al principio, sus fundadores pensaron al Einstein como un bar tipo discoteca que emulara a los que Aisentein había conocido en la Londres de los 70 cuando se fue al exilio. Sin embargo, contaba el propio Chabán que un día llegó Daniel Melingo a proponerle hacer un concierto con su banda de rock Los Twist y presentar su disco La dicha en Movimiento y así fue como el bar adoptó su perfil rockero y crecientemente multidisciplinario.
El espíritu autogestivo y de colaboración de este primer antro del under resultó claro desde muy temprano. En 1982, Pipo Cipolatti se presentaba en el paseo Lavalle y al salir pasaba a ayudar a Omar Chabán a hacer la instalación eléctrica del Einstein. En los primeros shows convivían las pinturas del Trío Loxon (conformado por Guillermo Conte, Rafael Bueno y Majo Okner), las actuaciones de Vivi Tellas y Batato Barea y las performances de Chabán y Katja Alemann.
Los Twist, dieron su primer concierto el 16 de junio de 1983, aún en dictadura militar. Performers, pintores, poetas, cineastas, escritores, amateurs y curiosos compartían mesas y escenario con grupos rockeros como Soda Stereo, Los Violadores, Sumo, Los Redonditos de Ricota, los Fabulosos Cadillacs, tocaban habitualmente en este reducto rancio y resistente. Según Sergio Aisentein el Café Einstein era un lugar necesario a comienzos de la década del 80 y, según Melingo, era un laboratorio de experimentación, en donde pasaban horas y horas….
Es difícil imaginar más eclecticismo y comunidad creativa que en ese pequeño local de la Avenida Córdoba casi Pueyrredón. Paradójicamente, fue clausurado, después de una treintena de razzias, a comienzos de 1984 por injerencia del ministro del interior Antonio Tróccoli. Este hecho confuso fue denunciado por Enrique Syms, en el primer número de la Revista Cerdos y Peces que vio la luz en abril de 1984. El lúcido y polémico fundador de la revista apuntaba contra un hecho interesante: el under emergido a finales de la dictadura corría, paradójicamente, peligro en los albores democráticos.
Nunca pensamos en que esa unión haría la fuerza. Lo intuíamos y dejamos que suceda…
Así se refería Melingo a sus amigos de Los Twist. Hoy ellos y ellas tienen sus proyectos creativos, pero este disco debut marcó todas sus vidas y sus carreras, probando que incluso cuando no se busca: La unión hace la fuerza. Y ese octubre del 83, la urgencia y la genialidad se juntaron para llegar justo a tiempo. Ellos y ellas estaban convencidos de que solo la música, con su magia, puede atar cabos.
La Dicha en Movimiento fue a mi modo de ver lo mejor que hicieron en conjunto: las chicas y los chicos; los “consagrados” y famosos junto con “los nuevos”, lo alto y lo bajo, el pasado y el presente… todo eso se bate en esta obra que fue un parteaguas para la juventud que necesitaba un respiro.
Entre el rock y la teatralidad, la ironía y el baile, no había en la ciudad de los 80 un mejor plan que ver a Los Twist tocar.