La casa de Raúl se llenó de feministas
Las feministas llevamos nuestra agenda de la mano de la coyuntura. Los medios locales tildaron al 33º Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans y Travestis que se hizo este fin de semana en Trelew como “politizado”. Chocolate remix por la noticia.
El comienzo del Encuentro coincidió con los mil días que lleva detenida la líder social Milagro Sala y Chubut fue la provincia elegida el año pasado en el marco de la desaparición de Santiago Maldonado.
Viajar más de 20 horas en micro con otrxs compañerxs, pinchar una rueda pero no fastidiarnos: enseguida alguna pone un reggeton en el celu y nos ponemos a hacer perreo al lado de la ruta mientras esperamos auxilio.
En el micro viajamos con las compas de la orga El Hormiguero y me pongo a hablar con una chica adolescente de 14 años, le pregunto: ¿es tu primer encuentro? “No, ya es mi cuarta vez, amiga”. Nos reímos las dos. En un momento donde ya el viaje se hacía tan largo, una piba se pone a hacer “freestyle” y nos levanta la tarde. “Es la primera vez que lo hago frente a un público y creo que estuvo muy bien”, todas las aplaudimos, su improvisación nos hace entender que sí, que todo lo podemos.
Hospedarse en una escuela pública repleta o armar una carpa en medio de la plaza, conseguir alojamiento en alguna casa, en nuestro caso, en la casa de Raúl, un cordobés separado que vive solo en Trelew y nos alquiló las habitaciones de sus hijes que ya no viven con él.
Raúl o Poli como le dicen sus amigos, nos recibió con temor y desconfianza. “¿Quiénes son las feministas, qué vienen a hacer acá? vienen a hacer un desastre y a dar vuelta toda la ciudad”, nos decía por teléfono. Tranquilo Raúl que no vamos (sólo) a eso. Hacer una fila larguísima para entrar al baño y mientras conversar: ¿a cuál taller vas? Mujer y desocupación, Mujer y sindicalismo, Activismo gordx, Sexualidades, Acceso a la Justicia, Maternidad, Trabajo Sexual, etc, etc.
En cada taller se arma una gran ronda, donde una toma la palabra y comparte su experiencia de vida con el resto. Las demás escuchamos, atentas, sororas, empatizando o no estando de acuerdo pero escuchando. El feminismo es escuchar y no imponer, es escuchar porque en la otra estamos todas.
Nos preparamos para marchar y nos tuneamos el pelo, la cara y el cuerpo, ya seas docente, aeronáutica, artista o trabajadora social. “La marcha de la unidad la bailan las trabajadoras, la derecha no la baila, porque son explotadoras”, fue el himno de las que trabajan en el Estado. Ser mujer no es sinónimo de feminista, ser compañerx sí.
La marcha terminó con represión, con compañerxs detenidas y las periodistas de Manifiesta que cubrían el cierre y que salieron a ayudar a las pibas, con diez balas de goma en el cuerpo. Ya lo dijimos, si tocan a una, nos tocan a todas.
Las que no pudieron viajar, también estuvieron presentes, las llevamos con los mensajitos, los audios de voz, las stories de Insta, las llevamos en los relatos.
A la noche, la Festitorta en un gimnasio y todas en tetas, bailando, sin temor a que venga un pajero a acosarte.
El Encuentro es vivir colectivamente tres días con una sensación de libertad desconocida durante el resto del año. Un espacio atemporal, mezcla de medieval como una aldea, llena de brujas aborteras donde circulan los secretos, los consejos, la información y el goce. Y es también futurista, llena de niñxs color verde purpurina confirmándonos que el futuro es feminista y que estamos listas.