El Flasherito diario: tiene el formato de La Nación pero el costo de Prensa Obrera
Ya está en la calle el denominado «diario de los artistas».
Un proyecto de Liv Schulman, Andrés Aizicovich y Leopoldo Estol, tres artistas devenidos en editores-canillitas tienen a cargo desde Octubre de 2013 la producción integral de Flasherito y la misión de ir agitando, promocionando y vendiendo cada ejemplar por diversas muestras y acciones de arte de la escena local.
El Flasherito diario es definido por los propios editores como: un periódico expresionista de aparición repentina y canillismo guerrillero.
¿Cómo y por qué surgió la idea de hacer Flasherito?
Leopoldo: Sentimos que estábamos pasando mucho tiempo en redes sociales en donde muchas veces se discute sin llegar a ningún acuerdo. Publicar un diario en papel es ir un poco a contramano de lo que hoy esta mediado por celulares, laptops… la sensación de la información inmediata. Un diario de arte que funcione como registro de experiencias y como espacio amplificado de duda. ¿Esto es arte? Ahh… ¿sí? ¿Porqué?
Liv: También es cierto que estabamos muy frustrados con el tema de la crítica de arte que nos parecía ponzoñosa o apenas existente en nuestro medio, y no queríamos que los textos y las muestras pasen de un día para el otro sin que nadie se acuerde demasiado. Nos parecía además que la crítica de arte por artistas era una plataforma que teníamos ganas de experimentar, para saber qué posibilidades inesperadas habilita. ¿Cómo podía ser una crítica de arte? ¿Como un poema? ¿Como un dialogo? ¿una obra de teatro? hay millones de opciones transitables.
Andrés: También era una forma de darle cuerpo físico a un enjambre de discusiones que se daban en ámbitos más privados, cerrados y de compartirlos, abrirlos a debate, polemizar, enojarse, ironizar. Detectamos que existía una brecha entre una crítica que es meramente reseñística, descriptiva y acartonada en su escritura y un campo de discusiones más flexibles y arriesgadas que raramente llegaban a una arena más pública. El objetivo del Flasherito es hacer crítica, pero desde el arte, no desde la academia o la teoría. Una crítica que se embarre con los dilemas de su época yse cruce con cualquier otra disciplina.
¿Cómo es el proceso de edición para cada número?
Liv: Pensamos un tema que nos gustaría tratar o que estamos viendo a nuestro alrededor, identificamos una tendencia artística, un deseo en el ambiente o tenemos textos que venimos escribiendo, pensando y que queremos publicar. Mucho de esto está basado en las ganas de autopublicarse, de no esperar que otra persona nos dé el aval de pensar en palabras impresas…y también porque queremos que el texto y el pensamiento circulen rápidamente…¿qué más? la gente también manda textos, y los seleccionamos, los editamos y los cortamos un poco para darles forma, todo va bastante rápido porque es un diario.
Andrés: Comenzamos pensando un tema que puede englobar las discusiones y que opera como un puntapié; después puede deformarse y hasta contradecirse. El segundo número giró en torno al mercado y a la circulación del deseo, pero cada texto lo formuló desde un ascendente distinto: el dinero, los flujos de intercambio, las influencias, el márketing. Leopoldo escribió una crónica sobre el Mercado Central de frutas y hortalizas y no dejaba de ser un artículo sobre artes visuales. En el tercer número yo escribí sobre la muerte de Ricardo Fort y la muestra del Parque de la memoria y Liv sobre la arquitectura demencial de San Pablo y de alguna manera ambos textos dialogaban.
¿Cuáles fueron los criterios de diseño?
Leopoldo: Publicar ideas. Pero no solo ideas, también recorridos, derivas, texturas, sensaciones, un tejido de viviencias que hable sobre la urgencia de sentir. El diseño es mutante, se adapta.
Andrés: Comenzamos con el chiste de que debía ser en formato sábana, queríamos que sea del mismo tamaño que La Nación, pero que valiera lo mismo que la Prensa Obrera. Desde el principio era importante que el soporte fuera papel diario, que sea barato, que circule de mano en mano. El primer número tuvo algo más de póster, era reversible, no tenía tapa. Después se volvió un poco más formal, pensamos cada tipografía de acuerdo a los textos y encomendamos ilustraciones a pedido (Cotelito en el 3er número y Antolín en el 4to). También comenzamos a dibujar nosotros mismos las publicidades de nuestros patrocinadores, lo que le da un resultado más orgánico y descontracturado.
¿Consideran que están ocupando un lugar que estaba vacío dentro de las ediciones impresas en arte contemporáneo?
Leopoldo: Nos pone muy contentos que nos compren el diario, que nos pregunten cuánto cuesta, que nos propongan notas, que quieran difundir usando nuestra sábana.
Liv: Nos pone muy contentos aportar a la escena desde un lugar de escritura.
Andrés: Existen otras publicaciones que nos interesan y cada una ocupa su propio espacio. El lugar donde nos situamos nosotros, de forma creo yo más inédita, es el del canillismo guerrillero: ir a los eventos e inauguraciones, pregonar a los gritos, perder la vergüenza. La venta se vuelve un ejercicio performático, pero también la posibilidad de dialogar con los lectores de forma directa ¿leíste el número anterior? ¿qué te pareció?
¿En que se enfocaron los tres primeros números y cómo será el cuarto número próximo a salir?
Liv: El primer número era una especie de manifiesto de «un diario de arte», en el segundo número se investigaron las relaciones entre creación artística, mercado y plata, el tercer número era un diario de arte que se volcó más a lo literario y a un pensamiento sobre el cuerpo ya que era un numero veraniego y creemos que el cuarto número tendrá intenciones de tratar las relaciones entre identidad, cuerpo y arte.
Andrés: Este cuarto número se involucra algunas discusiones y temas más sociológicos, históricos y de debate cultural y social. Un texto es un diálogo a varias voces sobre el aborto, un primer intento de proponer un debate al respecto desde un diario de arte. Liv escribió un artículo sobre Marisa Rubio, la identidad huidiza, el ser actoral cotidiano. Yo escribí un texto donde propongo una hipótesis para un arte relacional de corte argentino y su relación con los vaivenes sociales y culturales de los últimos años.
¿Cómo organizan el modo de distribución?
Leopoldo: Por ahora es un poco caótico. La idea es estar en las inauguraciones. Somos canillitas de nuestro propio diario, eso respalda nuestra crítica. Tenemos cara, si no te sentís afín a nuestra escritura, podes decírnoslo. Podés no comprarnos. Es un dialogo también necesario. Implica tolerancia. Es muy importante que nuestro vínculo no sea virtual, es real. También tenemos suscripciones y recibimos pedidos a través de nuestra página en Facebook – Clic
¿Consideran esta edición una obra en sí misma?
Liv: Por supuesto!
Andrés: es una obra en tanto es la mejor manera que encontramos de operar en nuestro medio en este momento. Fue resultado de un ejerecicio de pensar la época y actuar en consecuencia. También es una respuesta a nuestros propios conflictos como artistas ¿queremos hacer una obra solo accesible a un público minoritario, de elite? ¿queremos dedicarnos solo a hacer objetos de lujo?. El diario es nuestra forma tangencial de pensar y tratar de resolver esos dilemas.