Educación patriótica y artes visuales: El Flasherito visita el Museo Histórico Nacional
dibujo por Ariel Cusnir
Próceres (en su mayoría varones), nombres de batallas, himnos cantados con fervor, banderas flameando en la entrada de instituciones o en los brazos de lx abanderadx de ocasión, son recuerdos que atraviesan a cualquiera que haya pasado por la escuela argentina. Ya a fines del siglo XIX, la educación patriótica se instituyó para afianzar una nacionalidad considerada bajo amenaza ante una inmigración en ascenso. Y resultó una máquina tan efectiva como cada piel de gallina al ritmo de: “¡Oh, juremos con gloria morir!”.
La historia de nuestro país independiente es una base común que, incorporando incluso los intentos de su deconstrucción, nos recorre e identifica como colectivo. Además, su nacimiento fue de la mano de una iconografía poderosa y riquísima: retratos adustos, tragedias fundantes para las sagas facciosas, escenas con personajes fantásticos encarando empresas increíbles, con uniformes lustrosos y los instrumentos magníficos, brillantes y poderosos, o pobres e insignificantes, lo que vuelve aún más heroicas sus gestas.
No es casual entonces, que todo ese universo de discursos, imágenes y objetos sigan alimentando esa otra máquina poderosa que es el arte contemporáneo. Historia y arte comparten la obsesión por narrar y volver visible, pero también una obstinación acerca de la capacidad transformadora de los símbolos; un terreno sobre el que el arte, aún el más críptico, parece no resignarse a dejar de librar batalla.
Quedan todxs invitadxs a mirar el patrimonio del Museo Histórico a través del prisma de El Flasherito.
Marisa Baldasarre
Directora Nacional de Museos
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Este dossier se realiza en el marco de las becas Activar Patrimonio 2021 de la Secretaría de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación.