Cómo desaparecer

Por Sofía Reitter

Cuando se quiere hablar sobre el trabajo de alguien con quien no se tuvo ni remotamente un contacto de primera mano, ya sea por distancia espacial y/o temporal, unx se encuentra ante el desafío de tener que imaginar y componer su persona a partir de retazos de información desperdigada por ahí. Las pistas son sus producciones e información mediada por terceros, ya sean artículos, reseñas o entrevistas. Si es una persona que vivió en los últimos ¿70? años quizá tenés la suerte de encontrar una foto, o mejor aún un video, que te permita darle carnadura; verlx en movimiento, ver cómo gesticula, cómo se viste, cómo se planta frente a una audiencia, ¿hace chistes? 

Toda esta introducción viene a cuento porque vamos a hablar de alguien a quien, nobleza obliga aclararlo, nunca conocí. Lo que les puedo ofrecer es, como mucho, conjeturas influenciadas por mis propios intereses. ¡Pero no se confundan!, tampoco es que los voy a estafar; son conjeturas basadas en hechos reales. 

Bob Nickas, a quien no conozco pero que no sería imposible conocer en tanto está vivito y coleando, es un curador y crítico de arte que vive en Nueva York desde 1986.  Antes de ese año su biografía es absoluto misterio: data dura del tipo fecha o localidad de nacimiento desconozco. Ni página de Wikipedia tiene, imaginate. Información certera que podemos sumar a su CV es que en 1996 creó junto a Peter Halley index, una revista que se ocupó de la cultura indie en todo su esplendor; artes plásticas, cine, moda, fotografía, diseño y música. Más allá de eso, y en rasgos generales, puedo decir que a lo largo de su carrera escribió para “distintos medios” y “realizó más de 80 muestras”. O al menos eso dice en todos lados. Yo no sé cuántas muestras hizo, pero creo que el mensaje es que hizo muchas. 

También hay consenso en presentarlo como una  “voz independiente”, algo así como un intelectual punk. Y es que si bien trabajó alguna que otra vez con grandes instituciones -como la Bienal de Venecia, la de Lyon o el Centro de Arte Contemporáneo PS 1/MoMA- su carrera está signada por una apuesta fuerte a los espacios independientes, fuera de la dinastía consagrada. Siempre un poco al margen del poder, o al menos el margen posible desde Estados Unidos. Quemado, desencantado, contra el mundo del arte, del comercio, de las subastas y de las grandes sumas de dinero; así se reconoce en una entrevista. Sus palabras, no mías. 

En El robo es visión (2008) – libro que compila entrevistas, ensayos, reseñas y artículos escritos por Nickas- podemos husmear de primera mano esta irreverencia puesta en acción. “¿Hay una filosofía determinada que te haya llevado a participar en algo tan comercial?” es la  pregunta con la que inaugura la entrevista a John Armleder, en relación a la participación del artista en Art Basel. El libro, editado por Ripio, es la primera traducción al español de Nickas y aborda la escena cultural yanki de los ‘70 a los 2000. Cada capítulo está dedicado a una década, y cada década está cargada con sus propios designios. Estas coordenadas resonarán distinto en cada caso; el libro en sí es un paneo cronológico a través de la producción de diversos artistas.  

Las reflexiones en torno a la mismísima práctica crítica y curatorial también tendrán lugar en sus escritos, especialmente en los de la última década. Predeciblemente, su mirada al respecto dista mucho de ser idealista; más bien es de un cinismo impío que lo pone en la incómoda situación de saberse en una posición contradictoria. Si escribir es ineludiblemente publicitar e, incluso sin quererlo, unx curadorx elige artistas  “como si fuera alguien en la pista de carreras eligiendo un caballo”, ¿qué tácticas pueden esgrimirse para oponerse a un sistema en el que unx mismx cumple una función?¿qué intersticio queda para la filtración? 

Para conjugar esta presencia fantasmagórica que implica un estar-pero-no-del-todo, Nickas abrevará en más de una ocasión de la figura del desertor. Él mismo jugó con ella cuando escribió una carta de renuncia a Wrong Gallery (dirigida por Maurizio Cattelan, Massimiliano Gioni y Ali Subotnick) en 2004; él nunca había trabajado en ese espacio y paradójicamente la carta de despedida terminó expuesta en la vidriera de la galería. ¿Triunfar en la permanencia de la retirada o el fracaso de las vanguardias all over again? Y si con este gesto buscó señalar su independencia como curador/artista, como académico en 2011 dictó un seminario que, partiendo de Greta Garbo y  Howard Hughes, buscaba trabajar sobre la figura de artistas que se abstuvieron de su propia carrera y del cual resultó un dossier titulado Surf’s Up: The Aesthetics of Disappearance. En los textos reunidos en El robo es visión resuena con frecuencia nombres de artistas, como Cady Noland o Laurie Parson, conocidxs por su exilio voluntario del mundillo del arte. Pero si me preguntan, mi ocurrencia preferida es cuando en una entrevista que le hacen para la Bienal de Liubliana, a la pregunta por cuáles artistas había descubierto en estos mega eventos, Nickas con picardía responde David Hammons, “un artista famoso por rechazar siempre cada invitación a una bienal”. 

En esta tensión, Nickas encuentra el equilibrio necesario para poder hacer lo que le gusta dentro de una estructura cuyas lógicas son contrarias a su ideología. Puesto que como curadorx o críticx unx termina siendo, de alguna manera, intermediarix entre los que quieren comprar y los que quieren vender, el mercado es una realidad con la que hay que lidiar inevitablemente. Por su parte, Bob lo mira directo a los ojos y no pierde ocasión para dejar en claro de qué lado de la vereda está parado. Y si bien algunas veces amenazó con retirarse, por ahora sigue haciendo de las suyas. Porque como dice en una entrevista retomando a Bruce Nauman; hay que mantenerse comprometido, hay que mantenerse ocupadx.