Cascarudo de mar
Por Pili Otero
Dibujo por Matías Romano Alemán
Los pescadores llegaron hace una semana y luego, hace dos días, los oficiales. Capitán, primer oficial. Engrasador, cocinero, maestre, contramaestre, oficial de redes, pescador. Luego de una breve estadía en este hotel de avenida Rivadavia se embarcarán en el puerto de Buenos Aires hasta el estrecho de Magallanes.
Pescan calamares, los calamares se pescan de noche. Todos son insomnes. La empresa pesquera ya ha tenido pérdidas millonarias. Los barcos deben permanecer cuatro semanas en altamar para justificar en toneladas de moluscos la inversión de la navegación pero al menos cinco barcos de la compañía debieron volver antes a tierra por casos positivos y diseminación de contagio, casi sin pescar. Luego cuarentena dentro del barco. El puerto de San Julian en Santa Cruz no los dejó bajar.
Si bien vinieron a aislarse, el hotel es una continuación del barco. Acá todo se comparte. Los marineros compran dos quilmes y las giran. Compran un sanguche de milanesa y lo muerden todos. Encontraron el escondite que el personal usa para fumar porro en la terraza. Lo usan para fumar porro. Lo giran también.
El capitán está acostumbrado a dar órdenes, viene a la recepción y me dice “dame una lapicera” , así, sin por favor, sin un ápice de gracias. Un día se empecina conmigo y me pregunta si estoy hisopada y si me voy a dormir a mi casa. Le contesto que no vivo acá por lo tanto voy y vengo y que no tengo síntomas. No le convence. Se va sin siquiera mirarme. Esto no es su barco y aunque no lo quiera ver la encargada soy yo. Eso nos iguala en algún punto aunque sea etimológico, encargada significa que estoy a cargo. En este barco-hotel en el mar del covid.
El día de la semifinal de river también se alojaba un grupo pequeño de operarios del petróleo que vinieron de Salta (donde viven) para ir a Puerto Deseado (también Santa Cruz, también al mar, pero a extraer otra cosa). Un marino hacía ruidos de pedos cuando river pateaba. Los petroleros eran muy gallinas. Casi se pudre. Fue divertido. Mientras yo soy la encargada. La chica que los atiende y hace planillas. Contea el stock y cobra. A todos ellos y a mi el capitalismo nos desparramó para distintos lados sin embargo algo nos iguala en esencia y por eso me respetan.
Otro día me enseñaron por qué compran cerveza y gaseosa cola a la vez: con eso preparan un trago mezclando ambas cosas que se llama cascarudo.
Fui al barbero y vine con corte nuevo. Desde la recepción escuchaba que no conocían el pibe que los atendía. No ¡pero si es una mina! Si, es la mina de ayer. No pero.. parece un chabon… así estuvieron un rato. Fue divertido.
Vino el supervisor y trajo provisiones. Parecía que llegaron los reyes magos: fernet, puchos, whisky, migral. El combo pescador.
El cocinero es el más pesado. Chusmea la cocina desde un ojo de buey y me pide cosas que no están a la venta. ¿Me alcanzas una manzana? ¿me das un poco de pan con manteca? Le pinta el bajón y no mide. Siempre hay un hinchapelotas.
Le hacen mala fama a uno que se llama Sergio, en el barco hace la limpieza. Es grandote con voz ronca todo tatuado. Panzón y con ojos verdes. De no más de 30 pero muchas noches me calienta bastante. Conmigo es seco y ubicado. A Paola de cocina también le gusta.
Las chicas de housekeeping cuando escucharon que venían marineros empezaron a venir a trabajar delineadas y con los ojos pintados que es la única parte que ellos podrían ver de su rostro. Después vinieron a decirme que se decepcionaron. Que se esperaban unos chongos suecos enormes trabados y no estos fisuritas de la mesopotamia nacional. Cada tanto les pregunto si en las habitaciones hay mucho bardo. Al parecer los marineros son los huéspedes más ordenados que hemos tenido. Todo en su lugar siempre de manera metódica. Todo lo sucio a un lado. Todo lo limpio al otro.
Un petiso medio jodon me pide escabio todos los días y me dice “por favor cargalo a la cuenta de la 502”. La 502 es la habitación del capitán. Menuda sorpresa cuando haga el check out. Siempre tiene que haber un enano medio maldito.
Beben mucho. No les duele la cabeza. Si todo sale bien el lunes se embarcan. Si todo sale bien con esa plata vivirán todo el año. Allá en sus provincias, Corrientes, Misiones y en la provincia también, Mar del Plata, Bahía Blanca. Yo seguiré acá, viendo pasar a los próximos huéspedes y viendo también donde ellos me llevan. Mientras tanto, si tenés la fortuna de comerte un plato de rabas este verano, unos marineros como estos los han primero pescado. Y así es como el mundo no se detiene. Unos comen, otros pescan, otros se sientan detrás de un mostrador.