Un DJ de las artes plásticas

por Pepo Scioli

Una señora entra a la sala, pregunta por el artista. Se le dice que está viniendo. La señora se llama René, vive en el edificio del lado. Mientras recorre la muestra, comenta: “Este chico sabe mucho de anatomía, juntó las manos con las caderas” Me acerco a la pintura que ella señala. Se llama “Calcio”. Al oído se me susurra: “Tuve que fumar mucho OCB para hacer esto pepo”. Me bajé en la famosa Plaza Italia, lugar donde confluyen líneas de colectivos que recorren todos los barrios del mundo bonaerense. Estoy en Quimera Galería. Ubicación: Guemes 4447. Vine a algo específico, Cartón Pintado inauguró ayer su primera muestra individual curada por el dúo culinario de las Cathering Full-love. Hoy amigues del Flasherito, me propongo a escribir sobre el inconmensurable mundo que este personaje nos presenta.

Al llegar a la vereda, me saludan desde la vidriera tres amigues que no conozco. La primera es “La vaca dulce, la vaca atada, la vaca sagrada” una vaca lechera violeta, devenida sindicalista. Se fugó el año pasado de la empresa Milka y ahora pasa sus días bailando twerk. En la conversación me comentó que el trabajo es alienante en su esencia y que los cheques arruinan familias. El segundo es “Mr primavera cuando tu pija es más grande que tu corazón” un cuerpo que perdió su piel y me muestra que sus huesos no tiemblan, laten. El tercero “El anillo de la victoria” una historia anarko-peroncha que, en contra de la exterminación de la posibilidad de pensar en la revolución social, hizo de su concha un gran ojo. Al entrar a la muestra, me dejo llevar por el florecer de las aberturas, Piernas, pieles, vísceras. Con las manos comer el dulce cuello de un ser que yace en el pasto, mientras la luna ilumina el paisaje.

De lo onírico se me acercan los juegos del óxido. El naranja en su avanzar mancha el verde grisáceo del cielo. Una calavera con cuerpo carnoso me mira. Sobre ella una cadera blanca parece estar disfrutando de la radiación del pensamiento del hueso pelado. El rechinar de sus dientes se acerca a mis oídos. El cuerpo se hace naranja amatambrado por la fuerza que un corset rosa atado con hilo negro hace sobre su panza. Dos pezones rebalsan un líquido viscoso, guantes de bolsa muestran el brillo de la noche y un babero de carnaval veneciano nos invita a pasar. Un vaso azul derrama sal. Qué macana, ni las manchas de humedad son espontáneas.

Conocí a Cartón en la primera marcha del orgullo villero y plurinacional en la villa 31. Cuando terminamos de marchar, nos invitó a su casa a fumar porro. Ahí me presentó a los seres que viven con él: Japonesa y Malevo, dos gatos y un perro llamado Wanakito que se vino solo a vivir con el. Escuchamos Cazzu, tomamos cerveza y comimos frutillas heladas. En las paredes del cuarto estaban sus amores. Grandes cartones, más altos que yo. Llenos de oleo, baile, twerk, reggaeton y pequeños adornos. Luego salimos a pintar sobre los afiches que Larreta había pegado en el barrio para ganar la elección que perdió. Como dicen por ahí “el amor vence al odio”, bye bye, desde Bullrich a Carrió.

Si algo realmente hace este mundo es conmover, en el sentido de mover con, a cada paso propone una propuesta indecente. Como describen las Cathering Full-love en el texto curatorial, la hermosa práctica de ir caminando por la calle, viniendo de bailar, probablemente de noche, con un porro en una mano y en la otra una botella de agua. Así encontrarse con alguna caja tirada y descubrir en la interacción que un cartón es un ser con un montón de vida. Hallazgos que nos invitan, a pesar de que sea invierno en nuestros corazones, a festejar que el derroche es nuestro. En conversación con él, me doy cuenta de que no hay mejor manera de hacerlo que mezclando todo. Un cartón, un hilo, unas pinturas, un paquete de papas fritas, una bolsa de basura, un paquete de OCB, un arito que no tiene pareja. Le digo: ¡sos un DJde las artes plásticas! Se ríe, me abraza.

El arte del mixxx conlleva un instinto primero: el llamado a la liberación. La traducción de una poética a un cartón no se da por imposición. El cartón, en tanto cuerpo, a medida que se le tira agua, óleo, se lo engrampa, se le pega cosas; va tomando formas, desarrolla texturas. El cartón se dobla, se agujerea, se parte y nada de esto es casualidad, hay vida en movimiento. Los cartones no son cuadros. Un cartón fue  árbol, luego caja, luego cartón desechado y en este caso se volvió una pintura. Las geometrías aparecen manifestando en el presente, los juegos de las vidas pasadas. Juegos que se dan entre la meditación y la espontaneidad.

Estar lejos de la esclavitud de ser, un algo reducido a una utilidad (como suele ser una caja) o de estar encerrado detrás de un vidrio, nos deja ver el eterno juego de las afinidades interiores expresadas en: cordilleras de oleo, enjambre de hilos, filos que brillan con la luz artificial. Este mundo nos invita a pensar el diálogo cotidiano entre los gestos chiquitos y grandes. Dependiendo de qué tan cerca de cada obra queramos bailar, descubriremos los rastros de la mixtura de diferentes técnicas. ¡¡¡No entiendo nada Cartón!!! Te estoy/me estás, mirando, acepto tu invitación a cantar, reír, bailar, hacer algún graffiti y por qué no vomitar!!

¡No se pierdan las próximas activaciones durante el mes de marzo!

El 7 se realizará un show musical, ¡en el cantarán Cartón y Lola Bhajan!
El 13 las Summer City Twerk dan una clase de twerk para bailarse todo!
Y el 18 La Piba Berreta cura un show rojo de poesía para que nuestros oídos se vuelvan loooocoss!

 

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